Usando datos censales desde un enfoque geográfico. El caso del despoblamiento de pequeñas localidades rurales en México (2000-2010)

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Este trabajo analiza el fenómeno de despoblamiento rural desde una perspectiva geográfica. El objetivo es identificar y cuantificar el proceso de pérdida poblacional en pequeñas localidades rurales (de 100 a 2 500 habitantes) de México en la década del 2000. Se propone un enfoque transescalar (de lo nacional a lo local) que permite el análisis del fenómeno a diferentes niveles: en el nacional, en términos absolutos, el despoblamiento se manifestó en todas las entidades federativas, sin embargo, los valores relativos más críticos se manifiestan con mayor frecuencia en el noreste del país. En el estatal, en términos generales, los valores de despoblamiento reflejan mayor intensidad en las regiones del norte de Michoacán de Ocampo.

Palabras clave: despoblamiento, pequeña localidad rural, transescalar, Geografía ambiental, territorio, México, Michoacán de Ocampo.

This paper analyses depopulation phenomena from a geographic perspective. The main objective is to identify and quantify population loss processes in small rural towns (within a range of 100 to 2 500 inhabitants) of Mexico in the past decade (2000-2010). A trans-scalar (from national to local scale) approach is proposed so that the analysis can be done at different levels. At a national scale, in absolute terms, depopulation occurred in every federal entity; however, relative values were most critical in the northwest of the country. At a finer scale, in Michoacan de Ocampo, broadly speaking, depopulation was more important in the north of the state.

Key words: depopulation, small rural settlements, trans-scalar, environmental Geography, territory, Mexico, Michoacan de Ocampo.

Nota: agradecemos al proyecto Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) clave IN305010, Abandono y reapropiación paisajística a escala local en América Latina: casos en México y Argentina, así como el apoyo técnico de Paola Segundo, y a Gabriela Cuevas del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental y Armando García de León del Instituto de Geografía, ambos de la UNAM, por su colaboración en diversas etapas del trabajo.

Introducción

El incremento de la población urbana y la pérdida de la rural por migración son fenómenos codependientes a nivel planetario; ésta puede deberse a varias causas, entre las que destacan los problemas económicos (como la falta de empleo), ambientales (sequías prolongadas) y de violencia (los ocasionados por diversos ilícitos, por ejemplo). Una de las implicaciones relevantes a nivel geográfico de tales procesos es el abandono de pequeñas localidades rurales ocasionando la disminución o, incluso, pérdida total de población en un lapso determinado (Mojarro y Benítez, 2010).

En general, el despoblamiento rural por migración se ha estudiado desde diversas perspectivas, como: la antropológica (Valdéz y Balslev, 2007; Sánchez et al., 2006), la demográfica (Cea, 2004; García et al., 2009) o la económica (García y Sánchez, 2008; Guerrero, 2007; Granados, 2009; Márquez, 2007); también se ha analizado a nivel estatal o municipal (ver Stratta y de los Ríos, 2010; Torres y Delgadillo, 2009), pero existe relativamente poca investigación acerca del despoblamiento rural, y sus implicaciones ambientales (López et al., 2005), a varias escalas espaciales anidadas.

Este trabajo busca aportar en este sentido, explorando la dimensión espacial de los datos de conteos y censos de población y vivienda. El objetivo general consistió en identificar y cuantificar el proceso de despoblamiento de pequeñas localidades rurales en el territorio mexicano, desde una perspectiva transescalar (nacional, regional, estatal y municipal) en la década del 2000. En particular se intentó, a nivel estatal (utilizando el caso de Michoacán de Ocampo), explorar las relaciones entre marginalidad y despoblamiento, por un lado y, por el otro, entre despoblamiento e impacto en el uso del terreno. Se especula en torno a las siguientes hipótesis:

 

• Los patrones espaciales de despoblamiento son diferentes en el norte, centro y sur del país.

• A mayor índice de marginación se espera un indicador más alto de despoblamiento.

• El despoblamiento de pequeñas localidades rurales afecta el tipo de usos y coberturas del suelo y, en específico, favorece la recuperación de la vegetación en sus áreas adyacentes o vecinas.

A modo de referencia y de manera adicional se incluye, en paralelo, una mirada a procesos análogos en Argentina (1991-2001), debido a la no disponibilidad de datos equivalentes para el 2010. En ese país ocurren intensos procesos de cambio en la estructura productiva y de población en el ámbito rural, aunque bajo condiciones muy diferentes de las de México.

Concebimos a las pequeñas localidades rurales como el lugar en el que se ubica un conjunto de viviendas vecinas o cercanas entre sí, reconocido de forma común por un nombre dado por la ley o la costumbre y que cuenta con un número de habitantes menor a 2 500.1 En el Censo del 2010 (INEGI) se reportó un total de 192 244 localidades en esta categoría. Con el fin de redimensionar a un número más manejable el universo de estudio sin perder la posibilidad de detectar procesos de interés y, por otro lado, para no incorporar el error que muy probablemente conlleve el conteo secuencial de localidades de menos de 100 habitantes, se consideran en este estudio sólo las pequeñas localidades rurales mayores de 100 habitantes.

El trabajo reviste la siguiente estructura: en primer lugar se presentan los datos censales y de conteos proporcionados por el INEGI; luego, se describen y analizan los resultados a niveles nacional, regional y estatal; a esta última escala se exploran las posibles relaciones entre despoblamiento y, respectivamente, marginalidad y cambio en la cobertura y uso del territorio; por último, se proponen algunas conclusiones derivadas de la investigación reportada y de una breve descripción de procesos análogos en Argentina.

Reseña metodológica

Manejo de datos censales

La información censal se obtuvo del Sistema de Integración Territorial (ITER) de los censos de población y vivienda del INEGI (2000 y 2010), la cual permitió explorar valores de despoblamiento a nivel local. Se procedió entonces al listado de pequeñas localidades rurales de entre 100 y 2 500 habitantes incluyendo la latitud, longitud, clave, nombre y total de población (en el 2000 y 2010) para cada registro.

Los valores de despoblamiento se calcularon por localidad comparando las cifras correspondientes a ambas fechas. Una vez obtenidos los datos absolutos de incremento o pérdida poblacional, se extrajeron los que daban negativo (es decir, que denotan despoblamiento).2 Así, se excluyeron las pequeñas localidades rurales de entre 100 y 2 500 habitantes en las que, en un rango de 10 años, la población aumentó o claramente se estabilizó. Para estandarizar los resultados, se consideró como indicador del despoblamiento el valor de pérdida poblacional del 2000 con respecto al 2010, como un porcentaje del total de las localidades con pérdida entre el total de pequeñas localidades ubicadas en un área vecina (20 km para el nivel país y 5 km para el estatal; ver detalle más adelante) y como porcentaje del total de población perdida entre el total de población residiendo en tales áreas. Para el ejemplo estatal se partió de la base de datos del nivel nacional y se extrajo la información de la entidad (Michoacán de Ocampo) correspondiente a pequeñas localidades en despoblamiento. A cada una se le agregó un campo con los siguientes datos: municipio, región geográfica —definidas por la Coordinación de Planeación para el Desarrollo (CPLADE), de Michoacán de Ocampo—, así como grados de marginación (según CONAPO, 2005) y de recuperación de la vegetación con el fin de reagrupar a las localidades por zonas y, después, medir el nivel de correlación entre despoblamiento y, respectivamente, marginación y recuperación de cobertura vegetal. Para evaluar esto último, se elaboró un índice de revegetación derivado del Conjunto de datos vectoriales de la carta de uso de suelo y vegetación escala 1:250 000, series III (2002) y IV (2007), del INEGI,3 el cual se obtuvo a partir de una sobreposición cartográfica de ambas capas en un sistema de información geográfica. Para terminar, y con el fin de fortalecer la verosimilitud de los resultados, se compararon éstos con el número de viviendas deshabitadas según el Conteo de Población y Vivienda 2005 en dos entidades de larga tradición en cuanto a expulsión de población rural: Michoacán de Ocampo y Zacatecas.

Manejo de datos cartográficos

Se ubicaron en el territorio mexicano las localidades en despoblamiento recurriendo a la entidad geométrica punto en un ambiente vectorial, sobre el cual se dispuso una malla con celdas correspondientes a 400 km2 (20 x 20 km) para el caso del país y a 25 km2 (5 x 5 km) para el caso de la entidad. Para evitar la sobrerrepresentación de pérdida de población en aquellas celdas donde existe un gran número de localidades, se estandarizaron los resultados arrojados de acuerdo con el número total de localidades y de población en ellas. De este modo, y como se indicó más arriba, cada una de las celdas presenta un valor porcentual, tanto de localidades con pérdida de pobladores entre el número total de las menores a 2 500 habitantes y de cantidad de población perdida entre el valor total de la población en tales asentamientos humanos.

Resultados

En México, como en cualquier sitio, la población no se distribuye de forma homogénea. Las mayores densidades se han presentado de forma histórica en el centro y sur del país, mientras que en el norte siempre ha sido la porción del territorio nacional menos habitada. Si bien los cálculos indican que existe una mayor densidad de localidades en despoblamiento en las entidades del centro (ver figura 1), una vez ponderados los datos como se indicó más arriba, los valores más altos de pérdida se presentan en el noroeste del país tanto en términos de localidades como de cantidad de habitantes (ver figuras 2 y 3). Así, la región con menor población, tanto absoluta como relativa, parece presentar los problemas más serios en cuanto a pérdida de población rural.

 

Caso Michoacán de Ocampo

Cuitzeo, Infiernillo, Oriente, Pátzcuaro-Zirahuén y Tepalcatepec fueron las regiones geográficas michoacanas con valores relativos de pérdida de población severa (67-99%) en localidades rurales (ver figuras 4 y 5). Debe destacarse el caso de Varaloso, municipio de Coalcomán (en la región Sierra-Costa), pues esta localidad pasó de tener 317 habitantes a 103 en el periodo analizado, lo cual representa una pérdida de 68 por ciento.

En lo que respecta a la comparación con los datos de recuperación de la vegetación, se encontró que, a esta escala, nuestros datos de despoblamiento no se correlacionaron de manera significativa con los índices de revegetación, sólo ocho de un total de 1 134 localidades en despoblamiento presentaron un porcentaje de recuperación vegetal mayor a 30% del total de su área de influencia (ver figura 6); sin embargo, 47.2% de las pequeñas localidades en despoblamiento contaron con algún porcentaje de área revegetada en sus áreas de influencia. Esta correspondencia sí fue detectada para la cuenca del Lago de Cuitzeo a una escala más detallada que la del presente trabajo por López et al. (2005).

 

Al contrastar el índice de marginación con el grado de despoblamiento para las localidades en estudio en Michoacán de Ocampo no se encontró correlación alguna. Esto resulta contraintuitivo, ya que se esperaría una relación entre marginación y migración. Si bien nuestros datos no permiten rechazar esto de manera tajante, sí parecen sugerir que esta condición no es el único desencadenador del abandono de localidades y de las actividades económicas que se desarrollan (ver figura 7).

 

Para precisar que los datos de despoblamiento obtenidos en esta investigación representan en efecto pérdida de población en cada una de las localidades,4 se elaboró una base de datos donde se toma en cuenta el número de viviendas deshabitadas dentro de estas mismas localidades recurriendo a los datos ofrecidos por los conteos de población y vivienda de 1995 y el 2005 (ver cuadro 1). El coeficiente de correlación entre la pérdida de población en pequeñas localidades rurales de 100 a 2 500 habitantes del 2000 al 2010 con el número de viviendas deshabitadas en pequeñas localidades rurales de 1995 al 2005 resulta significativo (ver figuras 8 y 9) y parece respaldar una correspondencia entre ambos procesos.

 

Discusión

Estos resultados reflejan sólo una porción parcial del fenómeno de despoblamiento. Un primer problema en el análisis se vincula con la temporalidad del estudio, es decir, ¿qué tanto se puede representar el proceso de despoblamiento en una década?; otra dificultad asociada a esto tiene que ver con la violencia desencadenada en México después del 2005. Así, otras tendencias de despoblamiento que se habían observado y descrito tiempo atrás pudieron haber perdido importancia frente al factor inseguridad. Un segundo problema se asocia con el uso de celdas; por una parte, este modelo facilita la representación de datos y resultados en los mapas, por otra, dificulta el análisis de cada localidad como objeto núcleo, independiente de la celda como una unidad de superficie; esto se compensa con la posibilidad de ponderar los valores puntuales de localidades en términos de sus vecindades o áreas de influencia (de utilidad, por ejemplo, para el caso de la relación con los procesos de recuperación de la vegetación); asimismo, permite estandarizar los datos de acuerdo con el número absoluto tanto de localidades como de población habitando en asentamientos menores de 2 500 habitantes.

Por otro lado, cabe rescatar las ventajas de un enfoque geográfico para el entendimiento del fenómeno de despoblamiento, mismo que hace posible ubicar por región los focos rojos de despoblamiento en el país. A partir de esta identificación es posible profundizar en las causas y efectos de la pérdida de población en estudios detallados. Sin duda, este trabajo reviste características más bien exploratorias y busca orientar futuras investigaciones más acotadas.

Surgen, asimismo, preguntas en torno a la solidez de datos capturados en pequeñas localidades (por ejemplo, menores de 250 habitantes). Muchas veces, en campo, es difícil determinar dónde comienza una y termina otra; de igual modo, cómo se estima el número de habitantes que migra pero regresa de forma temporal a estas localidades, por lo cual es muy posible que sus familiares los consideren como habitantes de sus domicilios y así respondan a censos y conteos. Los valores de viviendas deshabitadas pueden respaldar los datos recopilados, pues indican que, sin duda, una porción de la población no está presente en estas localidades.

Conclusiones

A esta escala y utilizando los datos de los censos del 2000 y 2010 y de los conteos de 1995 y el 2005 se pueden observar señales de despoblamiento en todas las regiones del país, así como en todas las entidades federativas, aunque con diferentes intensidades. La región noroeste parece presentar las tendencias más intensas de pérdida de población en pequeñas localidades rurales. Para el caso del estado de Michoacán de Ocampo, el fenómeno social se presenta en todas sus regiones y con diferentes intensidades. En el norte de la entidad resaltan los altos niveles de despoblamiento en municipios con relativamente elevados niveles de desarrollo económico y menores de marginación por ejemplo, el Bajío michoacano, de un gran dinamismo por su actividad agrícola moderna, resultó ser una zona que destaca como expulsora de población. En contraste, por su bajo nivel de pérdida poblacional, sobresalen las regiones purépecha y Sierra-Costa, ambas caracterizadas por grados importantes de pobreza y marginalidad; el caso de la segunda es especial porque, a pesar de este patrón a nivel de toda la región, se presenta una situación aguda en parte del municipio de Coalcomán.

No se encontró entonces una relación significativa entre despoblamiento e índices de marginación. Esto es válido para el nivel nacional, ya que el noroeste del país es una región con valores relativamente bajos de marginación, así como el norte del estado de Michoacán de Ocampo. Por otro lado, y pese a la debilidad en la relación cuantitativa entre despoblamiento y recuperación de la vegetación, pareciera que esta tendencia ha sido revelada en este trabajo, tal como se ha demostrado en estudios más detallados que el presente.

Los resultados obtenidos (tal vez debido al problema de la captura de datos en pequeñas localidades ya señalado) probablemente no reflejen con exactitud la intensidad del fenómeno de despoblamiento en todos los casos. Así, por ejemplo, entidades con altos niveles de migración, como Zacatecas y Michoacán de Ocampo, no resultaron los más afectados por la pérdida poblacional de pequeñas localidades rurales, pese a presentar niveles altos de viviendas deshabitadas según los conteos. Lo anterior, tal vez porque la simple sustracción de población entre dos fechas no refleje procesos complejos, como la salida o el retorno de población de manera temporal y la consecuente conservación de viviendas, familia, etc., lo cual sugiere que pueda contabilizarse en censos y conteos como habitantes de la localidad.

En este sentido se presenta un contraste muy fuerte con países como Argentina (ver figuras 10 a 14 y nota al final de las mismas), donde las localidades parecen no sólo disminuir en población sino casi desaparecer. El arraigo parece ser muy diferente en ambas naciones.

 

En México, la población rural pareciera aferrarse a su lugar de origen o residencia más antigua y esto se manifiesta en la conservación de tradiciones, fiestas, patronazgos, recuerdo de los familiares fallecidos, etc., lo cual repercute, tal vez, en la forma de responder a la simple pregunta acerca de cuántas personas habitan un hogar.

En Argentina se cuentan por cientos las localidades cuyo número de habitantes disminuye y, en muchos casos, desaparecen al punto de perder su código postal (observación en el terreno); si bien las localidades en despoblamiento se distribuyen en varias entidades a lo largo y ancho de ese país, sí se reconoce una predominancia de casos en la provincia de Buenos Aires (no sólo en valores absolutos sino también relativos), el centro y el noroeste de la nación; escapa a los objetivos de este trabajo analizar la causalidad de estos procesos, sin embargo, y además de la tendencia a ser un fenómeno más contundente que en México, pareciera que el abandono de localidades acompaña el desarrollo de sistemas productivos agrícolas (como el de la soya transgénica), que no requieren mano de obra permanente en los cultivos, algo que ocurre desde la pampa hacia el centro y noroeste del país.
Por último, es preciso reiterar que este tipo de estudios a nivel país-región-subregión ayuda a formular con más precisión otros trabajos con objetivos e hipótesis más precisas.

Referencias

 

 

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Nota sobre la elaboración de mapas de Argentina (figuras 10 a 14)

El mapa de despoblamiento por municipios (provincias o departamentos en la nomenclatura argentina) (figura 10) se elaboró a partir de los datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas del INDEC correspondientes al 2001 y 2010. El de distribución geográfica de parajes y caseríos (figura 11) se creó a partir de los Centros poblados 2005 del Instituto Geográfico Nacional de la República Argentina (IGN). El objetivo de este ejercicio es conocer la distribución poblacional argentina para poder ubicar zonas más propensas al abandono. Los mapas de despoblamiento absoluto, relativo y severo en Argentina por unidades de 400 km2 (figuras 12, 13 y 14) se crearon a partir de información de localización y de población proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos. De esta manera, se pudieron localizar las localidades con despoblamiento registradas en la base de datos censales para 1991 y el 2001. El objetivo de estas cartas es localizar las áreas donde las localidades perdieron población entre el periodo 1991-2001, así como en cuáles se perdió una mayor cantidad de habitantes. El INDEC aún no publica los datos a nivel localidad del censo del 2011 (ver detalles en www.indec.gov.ar y www.ign.gov.ar).

1 Glosario de términos para el censo de 1990 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y glosario de términos del Consejo Nacional de Población (CONAPO) disponibles en: www.inegi.org.mx/sistemas/glosario/Default.aspx?ClvGlo=cp90&s=est&c=14565 y www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Glosario, consultados en enero del 2012.
2 También se incluyeron las localidades con valores cercanos a cero, mismas que no denotan cambio o que están en el límite del error del Censo.
3 Se compararon tres grupos de unidades cartográficas: 1) ecológica-florística-fisionómica (bosques, pastizal natural, selvas, etc.); 2) complementaria (asentamientos humanos y cuerpos de agua) y 3) agrícola-pecuaria-forestal (agricultura, cultivos forestales, etc.). Se cuantificaron aquellas áreas que cambiaron de usos productivos a ecológico-florísticos (es decir, las que indican recuperación de la vegetación). Después, se generó un área de influencia (o buffer) para cada localidad, equivalente a un radio de 2 km y se cuantificaron las áreas de revegetación que se localizaron dentro del área de influencia de las localidades. Por último, se calculó el porcentaje correspondiente al área de revegetación con respecto al total de la zona de influencia de la localidad para obtener datos estandarizados.
4 Ello teniendo en cuenta la dificultad en el levantamiento de datos en los censos de población y vivienda a nivel de pequeñas localidades. En específico, se piensa que en muchos casos las familias declaran como habitantes a personas que viven de manera temporal o casi definitiva en Estados Unidos de América.

Bocco Verdinelli Gerardo

Autor

Estudió la Licenciatura y Maestría (Planeación) en Geografía en la UNAM, así como la Maestría (Geomorfología) y el Doctorado en Ciencias (Geografía Física) en el ITC-Universidad de Ámsterdam. Fue director general del área de Investigación en Ordenamiento Ecológico y Conservación de Ecosistemas del Instituto Nacional de Ecología (INE)-SEMARNAT, y jefe de la Unidad Académica Foránea del Instituto de Geografía de la UNAM, Campus Morelia, desde donde dirigió el proceso de creación del CIGA Morelia. En el 2010, recibió la Medalla al Mérito Benito Juárez que otorga la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Actualmente, es investigador Titular C del CIGA de la UNAM y director de éste desde el 2007. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III, y de la Academia Mexicana de Ciencias.


Itzi Segundo Métay

Autor

Es licenciada en Ciencias Ambientales por la UNAM y estudiante de la Maestría en Geografía (Manejo Integrado del Paisaje) en la misma universidad, Campus Morelia. Su tesis de licenciatura fue sobre el despoblamiento de pequeñas localidades rurales.


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