Esperanza de vida sin limitaciones físicas ni mentales en México

 

Life Expectancy without Physical or Mental Limitations in Mexico

 

Olinca Páez
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), olinca.paez@inegi.org.mx

Nota del autor: agradezco la asistencia de Claudia Cerón, así como los comentarios de Gerardo Leyva, Mauricio Rodríguez, Abigail Rojas y Adriana Pérez.

 

Vol. 13, Núm. 2 de 2022 Epub                                                     Esperanza de vida... Epub

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En este artículo se presentan estimaciones de esperanza de vida sin limitaciones físicas ni mentales en México producto de la aplicación del método de Sullivan en tablas de vida periodo construidas directamente con información censal y estadísticas de mortalidad. Se trata de una propuesta original para el uso inmediato de la información que produce y concentra el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, que considera la diversidad nacional según sexo y entidad de residencia en el diseño de este indicador sintético de salud, que refleja la calidad de vida y no solo la expectativa de su duración.

El indicador está basado en la información sobre prevalencia de limitaciones físicas y mentales junto con estadísticas de mortalidad, y puede considerarse un proxy de la esperanza de vida saludable. Los resultados obtenidos son consistentes tanto con las estimaciones nacionales del Consejo Nacional de Población como con las internacionales de la Organización Mundial de la Salud y el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud, con las ventajas de oportunidad y desagregación simultáneas en nuestro caso. Además, en los periodos intercensales, es factible estimar este indicador gracias a que la información necesaria se genera hoy en día en varias encuestas nacionales, como la ENADID y la ENASEM.

Palabras clave: esperanza de vida saludable; EVISA; esperanza de vida libre de discapacidad; Sullivan; indicadores de salud. 

 

 

This article presents estimates of Life Expectancy Without Physical or Mental Limitations (EVSL for its Spanish acronym) in Mexico, resulting from the application of Sullivan's method to period-life tables constructed directly with census information and mortality statistics. This is an original proposal for the immediate use of the information produced and concentrated by INEGI, which considers the national diversity by sex and place of residence in the design of a synthetic health-indicator that reflects the quality of life and not only life expectancy.

This indicator is based on information on the prevalence of physical and mental limitations together with mortality statistics and can be considered a proxy for healthy life expectancy (HALE). The results obtained are consistent with the national CONAPO estimates, and those of the WHO and the Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), with the advantages of simultaneous timeliness and disaggregation in our case. In addition, in intercensal periods, it is feasible to estimate this indicator because the necessary information is now generated in several national surveys, such as ENADID and ENASEM.

Key words: healthy life expectancy; HALE; disability-free life expectancy; Sullivan; health indicators.

Recibido: 4 de septiembre de 2020
Aceptado: 10 de noviembre de 2021

 

Esperanza de vida saludable en México

Los trabajos para desarrollar indicadores que integran la prevalencia de padecimientos no fatales a las estadísticas de mortalidad datan de la década de los 60 del siglo pasado (Chiang, 1965; Moriyama, 1968; Sullivan, 1966 y 1971), y han resultado a la fecha en la consolidación de dos mediciones estándar en el ámbito internacional: la esperanza de vida saludable (EVISA o HALE, por sus siglas en inglés) y la esperanza de vida ajustada por discapacidad (EVAD o DALE). La idea detrás de la EVISA es la de descontar del promedio de vida esperado el tiempo vivido en malas condiciones de salud, por enfermedad o lesiones. Por su parte, la EVAD equipara esas malas condiciones con la discapacidad. Es decir, aunque ambas derivan de la esperanza de vida, la EVAD considera solo una fuente de pérdida de años saludables, aunque quizá la más evidente, la falta o limitación de alguna facultad física o mental.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima y difunde cada cinco años los indicadores de EVISA al nacer y a los 60 años de edad, para los países miembros, las regiones y el mundo. Por su parte, el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud (IHME, por sus siglas en inglés), un centro de investigación sobre la salud mundial en la Universidad de Washington, produce estimaciones anuales de EVISA a diferentes edades, desagregadas por entidad y sexo.

El objetivo de este trabajo es mostrar la capacidad nacional de producir una estadística semejante, pero más oportuna, directamente con los datos generados y concentrados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Algunas investigaciones han hecho ejercicios semejantes para México, aunque para un subconjunto de la población, como la de derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social (Rodríguez-Abrego et al., 2006) o enfocándose en enfermedades prevalentes, como la diabetes mellitus (Andrade, 2009). En la esfera internacional, la estimación de este tipo de indicadores ha servido para estudiar la desigualdad entre grupos de la población y países (Santosa et al., 2016; Seuc & Domínguez, 2003; Sullivan, 1971).

El artículo explica el procedimiento para calcular de manera periódica un indicador del número de años que pueden esperar vivir las personas sin limitación física ni mental, por entidad y sexo; señala los aspectos a considerar para producir estimaciones robustas que al mismo tiempo puedan replicarse fácilmente; expone resultados de la aplicación de esta metodología, así como un breve análisis de los cambios reflejados por el indicador; comenta acerca de la validez de estas estimaciones, las limitaciones del ejercicio y algunas posibilidades de aplicación; y, por último, presenta conclusiones y algunas recomendaciones.

 

Tablas de vida periodo ajustadas por el método de Sullivan

Aquí se explica de forma concisa una técnica para estimar la esperanza de vida, el ajuste propuesto por Sullivan y su aplicación con datos para México.

La esperanza de vida puede calcularse con tablas de vida periodo bajo el supuesto de que la experiencia de la mortalidad es relativamente estable en el corto plazo. Consiste en calcular las tasas de mortandad por grupo de edad, en el momento de referencia, para inferir el patrón específico en esa población en particular y estimar cuántos años viviría una persona si a cada edad se enfrentara a las pautas que han experimentado las generaciones previas.

Para un año específico, se parte del volumen estimado de la población a mitad de año (nPx), distribuido por edades (x, x+n) y del número de defunciones (nDx) ocurridas en el periodo a cada edad, para obtener las tasas de mortalidad (nmx):

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Estas tasas son transformadas en cocientes de mortalidad (nqx), que expresan el riesgo de muerte entre las edades x y x+n en una cohorte sintética de 100 mil personas (l0):

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donde lx es el número de sobrevivientes en la cohorte sintética a cada edad x.

Con el número de sobrevivientes a cada edad (lx) y el tiempo que sobrevivieron (n) se obtienen los años-persona vividos en cada edad (nLx) y, a partir de ahí, su acumulado (Tx), que es la suma de años vividos por el conjunto de sobrevivientes de la cohorte sintética:


n
Lx
= lx+n • n

Captura


La esperanza de vida al nacer (E0) se obtiene dividiendo la suma de años vividos por el conjunto de la población inicial (T0) entre 100 mil, mientras que la esperanza de vida a cualquier edad (Ex) se puede calcular dividiendo el número de años vividos por el total de la población que alcanzó esa edad (Tx) entre el número de sobrevivientes (lx):

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El cuadro 1 muestra la aplicación de la técnica al caso de las mujeres en México en el 2020.

 

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Sullivan (1966 y 1971) propone el uso de estadísticas de discapacidad para el desarrollo de un indicador de salud que integre los patrones de mortalidad y morbilidad de forma conjunta. Su ajuste consiste en multiplicar la esperanza de vida a cada edad (Ex) por la proporción de años-persona que ese grupo de individuos vive sin discapacidad (Ix):

 

Es = Ex • Ix

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donde wx es el número de días con discapacidad por persona por año a cada edad.

Con este cálculo se obtiene la esperanza de vida libre de discapacidad (Es) y por diferencia con la esperanza de vida, la esperanza de años vividos con discapacidad (Zx):

Zx = Ex – Es

La información disponible para el caso mexicano obliga a deducir la proporción de años-persona vividos sin discapacidad (Ix) a partir de la prevalencia de esta, suponiendo que tales limitaciones se mantuvieron constantes durante todo el año. El cuadro 2 muestra el ajuste de Sullivan para obtener la esperanza de vida sin discapacidad para las mujeres en México en el 2020.

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Estrategia para un diseño robusto y replicable

El ajuste de Sullivan puede aplicarse considerando diferentes definiciones de discapacidad, y de ahí que pueda haber distintas estimaciones resultantes. En algunos países, el instrumento a partir del cual se le define es el que considera las actividades básicas de la vida diaria (ADL, por sus siglas en inglés). Por ejemplo, las personas con discapacidad pueden ser quienes reportan dificultad moderada, severa o extrema, en los últimos 30 días, para caminar una larga distancia, bañarse, vestirse, moverse de una habitación a otra, comer e ir al baño (Santosa et al., 2016).

En los programas estadísticos del INEGI (2010, 2014 y 2020) en los que se ha incluido el tema de discapacidad, el diseño conceptual sigue las recomendaciones del Grupo de Washington  (Washington Group on Disability Statistics, 2017), de manera que la pregunta abarca, además de las actividades básicas de la vida diaria, otras actividades y funciones.

El cuadro 3 resume las semejanzas y diferencias en los cuestionarios, así como en la operacionalización de las variables; además, contiene anotaciones acerca de los detalles que debieron tomarse en cuenta para equiparar la medición de las prevalencias en los tres programas estadísticos.

 

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Por ejemplo, mientras que la información proveniente de los censos de población puede consultarse desagregada por edad, sexo y entidad directamente a través de la herramienta de tabulados interactivos, para el caso de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) fue necesario acceder a los microdatos, calcular las prevalencias de discapacidad, y aplicarlas al volumen y estructura estimados de la población en el 2014.

En el 2014 y 2020, la opción de declarar poca dificultad para llevar a cabo las actividades enunciadas resultó en la identificación de un volumen de personas con algún grado de limitación que no necesariamente significaba la presencia de una discapacidad. Para asegurar correspondencia entre los indicadores provenientes de las distintas fuentes, la esperanza de vida sin discapacidad fue estimada considerando solo a quienes manifestaron mucha dificultad o no poder realizar la actividad.

Pese a lo anterior, el indicador que aquí se propone es llamado esperanza de vida sin limitaciones físicas ni mentales (EVSL) con la finalidad de aproximarlo conceptual y estadísticamente a la EVISA, pues algunas limitaciones consideradas en los instrumentos de recolección de información podrían derivarse de ciertas comorbilidades.

En síntesis, para estimar la EVSL en un periodo determinado se necesitan tres tipos de datos desagregados según sexo, grupo de edad y entidad federativa: volumen de la población, defunciones, y prevalencia de limitaciones físicas y mentales (ver cuadro 4). Pero es hasta que se han equiparado conceptual y estadísticamente las mediciones de prevalencia de limitaciones físicas y mentales provenientes de distintas fuentes que se puede integrar la información para el ajuste de las tablas de vida periodo que pretendan ser analizadas en conjunto.

 

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Cambios en la esperanza de vida sin limitaciones físicas y mentales entre el 2010 y 2020

La particularidad del 2020 en cuanto al exceso de mortalidad asociado con la pandemia por COVID-19 significó pérdidas en la esperanza de vida que otras publicaciones han detallado (Gallardo, 2020; García-Guerrero & Beltrán-Sánchez, 2021). Como la intención de este apartado es mostrar los cambios en la EVSL debidos a la evolución de la prevalencia de limitaciones físicas y mentales, intencionalmente excluiremos el efecto producido por el cambio en la esperanza de vida, suponiendo que las defunciones asociadas a COVID-19 no hubieran ocurrido. Para ello, empleamos las bases de datos para el análisis del exceso de mortalidad de la Secretaría de Salud (Dirección General de Información en Salud, 2021).

Los cambios reflejados por el indicador son los siguientes: entre el 2010 y 2020, disminuyó la esperanza de vida sin limitaciones físicas ni mentales en casi todas las entidades federativas, tanto para los hombres como para las mujeres; solo en Sinaloa, Chihuahua y Durango, la situación mejoró para ellos, quienes tenían los niveles más bajos de esperanza de vida al nacer en el 2010 en el país (ver gráfica 1).

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El indicador a los 60 años de edad (ver gráficas 2A y 2B) muestra pérdidas en salud de diferentes dimensiones en las entidades. Para los y las residentes en Campeche, Chiapas, Guerrero, Puebla y Tabasco, la esperanza de una vida sin limitaciones al llegar a esa edad disminuyó entre 2.4 y 3.2 años del 2010 al 2020. En el otro extremo, en Chihuahua, Coahuila de Zaragoza, Tamaulipas y Yucatán, la EVSL(60) de las mujeres y de los hombres disminuyó menos de un año.

 

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Las gráficas 3A y 3B muestran que las brechas de género en el promedio de años vividos con alguna limitación física o mental en cada estado se agudizaron en el 2020. Las razones de la expansión de esa brecha pueden encontrarse en la ganancia de esperanza de vida para las mujeres, aunque en malas condiciones de salud. Un análisis cuidadoso requiere considerar el punto de partida de cada entidad, primero en el promedio de años que se espera vivir y, luego, en las circunstancias que pueden ser determinantes del distinto deterioro en las condiciones de salud y, en especial, en la aparición de limitaciones en el curso de vida.

 

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Como es posible apreciar, un indicador como este, desagregado por entidad y sexo, y con posibilidad de generarse a partir de encuestas levantadas entre los censos de población que recogen información sobre discapacidad, puede informar la toma de decisiones en materia de salud, toda vez que permite el monitoreo regional y con perspectiva de género de los avances y retrocesos en esta dimensión. Estudiar las causas de las limitaciones, así como sus intensidades, y las razones de las desigualdades se vuelve primordial para diseñar intervenciones públicas que promuevan que, a lo largo del territorio nacional y para ambos sexos, la mayor extensión de la vida venga acompañada de la capacidad de funcionar de forma autónoma para vivirla con mejor calidad.

 

Validez de las estimaciones y limitaciones

La EVSL puede entenderse como una aproximación a EVISA y, de hecho, aunque hay diferencias conceptuales, las estimaciones resultado del diseño que aquí se propone son muy próximas a las de EVISA de la OMS y del IHNM.

De acuerdo con la estadística oficial, la esperanza de vida al nacer en México en el 2010 fue de 71.6 años para los hombres y de 77.9 años para las mujeres (Consejo Nacional de Población, CONAPO, 2018). Las estimaciones de la OMS y las del método empírico seguido en esta investigación difieren por menos de un año, como se puede observar en las columnas (a) y (c) del cuadro 5. Desafortunadamente, el CONAPO no publica la esperanza de vida a los 60 años de edad, pero la estimación aquí propuesta, columna (f), es muy próxima a la de la OMS, columna (d).

 

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Las pequeñas diferencias en la esperanza de vida al nacer muy probablemente se relacionan con la forma en la que se producen las estimaciones. El CONAPO emplea proyecciones de los distintos componentes demográficos que son resultado del uso de modelos que, además, consideran el ejercicio de conciliación demográfica que se lleva a cabo en México de manera periódica. En cuanto a las estimaciones de la OMS, aunque también se emplean proyecciones basadas en las tendencias demográficas, se prefiere la información proveniente de registros civiles cuando esta es completa; ello implica que los procedimientos para la estimación de tablas de vida varían de país en país, en función de la disponibilidad y calidad de los datos sobre mortalidad infantil y adulta (World Health Organization, 2020). En el caso de esta investigación, se constató, con las técnicas de análisis demográfico tradicionales, que la distribución por edad y sexo de la población censal era congruente y se asumió que el registro de las defunciones es aproximadamente completo, por lo que las tablas de vida se construyeron empleando este dato de forma directa para derivar así las probabilidades de fallecer en cada grupo de edad.

En cuanto a la medición de la EVSL y EVISA, se advierten diferencias de 2.8 en el 2010 y de 2.4 años en el 2019/2020 entre el indicador al nacer derivado de esta propuesta y el de la OMS. Sin embargo, la diferencia va reduciéndose con la edad hasta que, a los 60 años, la estimación es igual en términos estadísticos, como se revela en las columnas (i) y (j) del cuadro 5.

El indicador de la EVSL es de construcción más simple que la EVISA. El primero, además de omitir la experiencia de comorbilidades, pondera igual toda clase de limitación física o mental e ignora que algunas limitaciones, o la coexistencia de varias, implican peor calidad de vida. Por eso es importante resaltar que un diseño de esta naturaleza sirve al propósito de obtener un buen indicador agregado, frecuente y oportuno de la ausencia de limitaciones importantes, pero que, para un estudio más fino de la discapacidad en México en particular, y de la calidad de vida en general, se requieren otro tipo de información y otros métodos.

El hecho de que las esperanzas de vida al nacer y a los 60 años, así como la EVISA/EVSL a los 60 años, sean consistentes con las respectivas estimaciones de la OMS es prueba del poder de la técnica y de su utilidad para producir un indicador sintético de la calidad de la salud, desagregado por entidad y sexo, con la información estadística oficial.

En cuanto a la esperanza de vida saludable, el CONAPO no la estima, y aunque el IHME sí lo hace para las distintas entidades de México anualmente, el dato disponible más reciente es para el 2019. En este sentido, cabe destacar que varias encuestas nacionales recogen información sobre la incidencia y prevalencia de limitaciones físicas y mentales, y también acerca de otras mediciones de la discapacidad, durante los periodos intercensales, lo que ofrece una indiscutible oportunidad para un seguimiento más puntual de la evolución de la EVSL en cada entidad y para cada sexo. La gráfica 4 ilustra la similitud de las estimaciones del IHME y de esta autora con información de la ENADID.

  

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La generación de indicadores a partir de encuestas para distintos años amerita, sin embargo, un cuidado adicional, el de verificar que el diseño conceptual y estadístico de cada uno de los programas sea compatible o pueda homologarse, para que cualquier discrepancia o cambio revelado en las estimaciones no se deba a diferencias en los cuestionarios o en las muestras. Aun en ese caso, es posible que las estimaciones no sean comparables entre sí y que, por lo tanto, no sean fiables para hacer análisis en el tiempo. Siempre que sea posible, la revisión de fuentes longitudinales puede ser de gran utilidad para constatar si los cambios en el tiempo mostrados por fuentes de corte transversal son consistentes.

Probada la consistencia de dos o tres observaciones consecutivas por unidad geográfica, se pueden examinar los cambios ocurridos en los últimos años en la calidad de la salud de las mujeres y los hombres de cada entidad.

  

Conclusiones y recomendaciones

Este trabajo explota la información que el INEGI pone a disposición de los usuarios para generar indicadores de salud, desagregados por entidad federativa y sexo, derivados de la esperanza de vida al nacer. La metodología propuesta se utiliza para estimar la esperanza de vida sin limitaciones físicas ni mentales (al nacer y a los 60 años), así como el promedio de años vividos con tales limitaciones.

Las estimaciones son consistentes con las producidas por organismos internacionales e instituciones especializadas, como la OMS y el IHME. Además, la investigación en fuentes alternativas revela que existe el potencial para producir estimaciones con mejor oportunidad, toda vez que programas estadísticos varios ahora incluyen al menos la pregunta esencial para captar información sobre la prevalencia de discapacidad en México a nivel de las entidades federativas.

Asimismo, se mostró la utilidad de contar de manera periódica con los indicadores propuestos, para contribuir con el análisis de las brechas nacionales en salud mediante la intersección de las dimensiones temporal, geográfica y de género.

Por lo tanto, la primera recomendación es la de continuar con el levantamiento de información acerca de limitaciones físicas y mentales en programas estadísticos representativos a nivel entidad, en especial en aquellos que recogen información longitudinal, como la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México (ENASEM) y la Encuesta Demográfica Retrospectiva (EDER).

En segundo lugar, se propone la inclusión de las estimaciones de esperanza de vida sin limitaciones físicas ni mentales (al nacer y a los 60 años de edad) y el promedio de años vividos con tales limitaciones en el Visor dinámico de bienestar (INEGI, 2015), una herramienta en la que el usuario elige el número y la ponderación de indicadores relacionados con el bienestar para obtener un ordenamiento jerárquico de las entidades del país, y que actualmente solo incluye la esperanza de vida al nacer y el subíndice de salud del Índice de Desarrollo Humano como variables de la dimensión salud.

En tercero, convendría explorar el potencial de la autopercepción del estado de salud como indicador de vida saludable. En el Reino Unido, por ejemplo, la esperanza de vida saludable se define como el número de años vividos en autoevaluada buena salud (Public Health England, 2017), mientras que el reporte subjetivo del estado de salud, levantado en algunos programas del INEGI, ha sido subutilizado hasta ahora.

Finalmente, es necesario continuar aprovechando la información longitudinal que produce el INEGI para refinar los indicadores de salud. Los datos transversales ofrecen una buena aproximación del patrón de morbilidad en las poblaciones y, en algunos casos, el costo en precisión de no emplear datos longitudinales es cubierto por la ganancia de contar con mayor desagregación regional y sociodemográfica; no obstante, el uso de información longitudinal permitiría profundizar en el análisis del tiempo vivido con algún padecimiento, identificando momentos de inicio, término, cambio en la intensidad de la limitación y duración de las fases.

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Fuentes

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Gallardo, A. "Efecto del COVID-19 en la expectativa de vida al nacer en México", en: Nexos. Taller de datos. 2020 (DE) https://tinyurl.com/yg3tcwrj, consultado el 29 de julio de 2020.

García-Guerrero, V. M., & H. Beltrán-Sánchez. "Heterogeneity in Excess Mortality and Its Impact on Loss of Life Expectancy due to COVID-19: Evidence from Mexico", en: Canadian Studies in Population. 2021, pp. 1-36.

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World Health Organization. WHO methods and data sources for life tables 1990-2019. Geneva, 2020.

 

Anexos

 

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Olinca Páez

Autor

Demógrafa y economista mexicana (El Colegio de México/Universidad Veracruzana), doctoranda en Ciencias de la Salud Pública (Universidad de Guadalajara), con diplomados en Género, Sexualidad y Derecho y Gobierno, Gestión y Políticas Públicas (CIDE Región Centro). Obtuvo el segundo lugar del Premio Nacional de Investigación Social y de Opinión Pública 2012 y en el 2018 fue beneficiaria del ISI-World Bank Trust Fund for Statistical Capacity Building. Participó en el SLLS Summer School 2019 on Longitudinal and Life Course Research (Université de Genève) con el objetivo de desarrollar una línea de investigación sobre la diferenciación de las trayectorias vitales por género y su impacto en el bienestar de las poblaciones. Es investigadora desde el 2003 y desde septiembre del 2014 es subdirectora de Investigación de Información Econométrica en el INEGI.


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