Trabajo de cuidado en las fuentes de información estadística de México
Care Work in the Statistical Sources of Information in Mexico
César González González, Karina Orozco-Rocha, Mireya Patricia Arias Soto y Ma. Gregoria Carvajal Santillán*
* Universidad de Colima, cgonzalez31@ucol.mx, korozco9@ucol.mx, mireya_arias@ucol.mx y margre@ucol.mx, respectivamente.
Vol. 11, Núm. 3 – Epub Trabajo de cuidado… – Epub
El tema del cuidado ha adquirido importancia académica, política y social. Hay un consenso de que este es un derecho, pero no es claro de quién es la responsabilidad de otorgarlo. Se han desarrollado metodologías y generado información estadística —entre las cuales las encuestas del uso del tiempo han sido clave— para estudiarlo, así como los temas relacionados. El objetivo de esta investigación fue examinar la cobertura conceptual y la de los grupos dependientes, además de la suficiencia de los datos estadísticos para abordar el trabajo de cuidado. Los resultados señalan que existe una buena cobertura conceptual del cuidado en México, que hay un desbalance en la cobertura de los grupos dependientes de este y que tanto la ENUT y la ENOE son fuentes de información que permiten abordar el tema y relacionarlo con la actividad económica de mujeres y hombres. Palabras clave: trabajo no remunerado; cuidados; fuentes de información estadística. |
The topic of care has acquired academic, political and social importance. There is a consensus that care is a right but it is not clear whose responsibility it is to grant it. Methodologies and statistical information have been developed –among which Time Use surveys have been crucial –to study care work and its related issues. The objective of the research was to examine the conceptual coverage of care, the dependent group’s coverage, and the sufficiency of statistical information to address the care work. Results indicate that there is a good conceptual coverage on the care topic in Mexico, that there is an imbalance in the coverage of dependent care groups, and that both ENUT and ENOE are sources of statistical information that allow to address the issue of care and relate it to the economic activity of both women and men. Key words: unpaid work; care; statistical sources of information. |
Recibido: 26 de septiembre de 2019.
Aceptado: 27 de diciembre de 2019.
Introducción
El tema del cuidado ha adquirido relevancia tanto en el plano nacional como en el internacional, esto debido a las importantes transformaciones demográficas y socioeconómicas, así como a la creciente y continua participación de la población femenina en la actividad económica. En México, el trabajo de cuidado no remunerado es provisto, principalmente, por mujeres jóvenes y adultas, quienes en su mayoría lo hacen de forma gratuita, precaria e invisible. Durante los últimos 50 años se han dado cambios importantes en la estructura por edad, producto de la disminución paulatina de la fecundidad y el descenso de la mortalidad; esto ha hecho que las relaciones de dependencia y la demanda de cuidado se modifiquen, sobre todo por el aumento de adultos mayores que lo necesitan. Además, el aumento en la escolaridad, las crisis económicas recurrentes y los cambios culturales han incentivado la participación económica de las mujeres, pero no se han disminuido las cargas de trabajo no remunerado, incluido el de cuidado, lo que ha generado consecuencias negativas para este grupo poblacional.
Ante estos cambios, el cuidado pasó de ser un conjunto de actividades con elementos indispensables para garantizar la reproducción social y el bienestar de las personas a ser reconocido como un concepto amplio y con diversos atributos que permite estudiar el trabajo de cuidado no remunerado, así como la economía del cuidado, el derecho a este, además de los regímenes y la organización social del cuidado, entre otros temas (Esquivel, 2015; García Guzmán, 2019). Si bien es cierto que hay un consenso de que el cuidado es un derecho y que todo aquel que lo necesita debería recibirlo, no está tan claro de quién debe ser el responsable de garantizárselo a la población dependiente: ¿es el Estado, el mercado, la familia o la comunidad?
Se ha documentado que una organización social del cuidado (OSC), como la que prevalece en México, genera desigualdad en las oportunidades de participación económica de mujeres y hombres. La OSC se refiere a la forma en cómo se entiende, gestiona y distribuye la necesidad de cuidado que sostiene el funcionamiento del sistema económico y de la política social de un país (Arriagada, 2010; Esquivel, 2012). En México, la OSC tiene las siguientes características, por mencionar algunas: 1) persiste la visión de ligar los derechos sociales a esquemas formales de empleo, 2) continúa la tendencia de asignar a las mujeres el cuidado de las poblaciones infantil y adulta mayor, los enfermos y las personas con discapacidad, 3) los sistemas de protección social están fragmentados y 4) prevalece el concepto minimalista del universalismo por parte del Estado con servicios de baja calidad para los más pobres y excluidos.
También, se ha examinado la demanda y oferta de cuidado a nivel institucional y dentro de la familia. En este marco, se ha documentado que en Latinoamérica y México, esta ha sido, históricamente, la principal proveedora y dentro de ella, las mujeres (Leiva, 2015; Rodríguez y Castro, 2014; Sunkel, 2007). En la actual OSC se ha informado sobre una serie de asociaciones entre el trabajo de cuidado no remunerado y las desigualdades socioeconómicas y de género, además de la contribución que la economía del cuidado realiza a la economía en general (Durán, 2018; García Guzmán, 2019; Nieves y Robles, 2016; Pedrero, 2010; Rodríguez y Marzonetto, 2015), señalando que donde el hogar provee en su mayor parte este trabajo, la actividad de cuidado se convierte en un vector de desigualdades, con desventajas para sus integrantes femeninos.
A la par de la discusión teórica y conceptual, se han desarrollado metodologías e información estadística que permiten abordar los diversos temas asociados al cuidado y a los cambios sociodemográficos y económicos que se están presentando en México. De ahí la importancia de contar con fuentes de datos estadísticos regulares para revisar continuamente la situación de la OSC; de los regímenes, la economía y el trabajo no remunerado de cuidado; además de sus implicaciones económicas tanto a nivel social como individual, entre otros.
Históricamente, las encuestas sobre uso del tiempo han sido los insumos clave para el estudio del cuidado (Aguirre y Ferrari, 2014; Marco, 2012), pues han contribuido a medir y hacer visibles las desigualdades de género en el trabajo de cuidado no remunerado, la importante aportación que este realiza en la economía de los países, así como el entendimiento de los regímenes y de la organización social de cuidado mediante el reparto de esta labor al interior de los hogares y la adquisición de servicios de este tipo en el mercado.
En México, el tema del tiempo dedicado a esta actividad no remunerada (medido en horas y minutos) ha estado presente dentro de las estadísticas oficiales desde hace varias décadas: desde finales de la de los 80 en las encuestas de empleo, como la Nacional de Empleo Urbano (ENEU), Nacional de Empleo (ENE) y, la hoy vigente, Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).[1] Además, desde 1996, en México se han realizado cinco encuestas especializadas sobre uso del tiempo (1996, 1998, 2002, 2009 y 2014) y ha sido reconocido como un país que dispone de valiosas fuentes de información estadística e investigaciones sobre el tema de cuidado (Aguirre y Ferrari, 2014:15).
Así, el concepto del cuidado está en constante evolución y perfeccionamiento, y las encuestas incluyen, cada vez más, reactivos para diferentes actividades relacionadas con el trabajo de cuidado. Por ello, el objetivo de esta investigación es examinar si las actuales fuentes de datos estadísticos en México tienen una cobertura conceptual de las distintas categorías de cuidado, si hay balance en la cobertura entre los grupos dependientes de este y si es suficiente la información disponible para abordar los diversos temas en este ámbito; por ejemplo, para identificar tanto el régimen o la OSC que predomina en el país como el grado en que los hogares satisfacen su propia demanda de cuidado o si lo adquieren en el mercado con costo o de manera gratuita en otros hogares e instituciones, así como para profundizar en las implicaciones económicas negativas del cuidado para quienes cuidan.
Para lograr el objetivo, se tiene como punto de partida la revisión conceptual del cuidado y, a partir de ello, se examina la cobertura que presenta sobre el tema la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2014 de México[2] y se compara con otras fuentes de información internacionales similares.
Marco conceptual de cuidado
El debate sobre su conceptualización tuvo sus orígenes en los países anglosajones en la década de los 70 y aún se está distante de lograr un consenso (Batthyány et al., 2014), pues no existe un acuerdo en términos de: ¿cuáles actividades son consideradas dentro del trabajo de cuidado?, ¿quién(es) es(son) el(los) que recibe(n) o debe(n) recibirlo?, ¿quién(es) debería(n) otorgarlo? y ¿dónde y durante cuánto tiempo se realiza el cuidado? (Budig y Folbre, 2004). Justamente, sin un consenso se presentan divergencias al momento de estimar o medir la demanda y oferta de cuidado entre sociedades y países (Arriagada, 2010; Budig y Folbre, 2004; Durán, 2018).
Con la finalidad de tener un concepto y categorización del cuidado para fines del presente trabajo y en el intento por responder a la pregunta: ¿cuáles actividades son consideradas como parte del cuidado?, diversas investigaciones hacen referencia a las actividades esenciales para satisfacer las necesidades básicas de la vida y la reproducción de las personas, labores que proporcionan elementos físicos y simbólicos que representan un pilar tanto para el bienestar físico y emocional como para el desarrollo de las capacidades y potencialidades de los individuos que les permiten vivir en sociedad y entretejiendo una compleja red para el sostenimiento de la vida humana (Aguirre et al., 2014; Nieves y Robles, 2016; Rodríguez y Marzonetto, 2015). A continuación, se presenta una clasificación de las actividades asociadas al cuidado, recuperando las categorías que los mismos investigadores han empleado (Batthyány, 2008; Budig y Folbre, 2004; Folbre, 2006a, 2006b, 2011; Folbre y Yoon, 2008b; Rodríguez y Marzonetto, 2015; Suh, 2016; Suh y Folbre, 2016):
- El autocuidado. Son todas las labores asociadas al cuidado, pero que puede proveerse la misma persona sin la ayuda de un tercero, entre ellas, alimentarse y asearse.
- El cuidado directo o activo. Incluye un conjunto de actividades principales que supone interacción directa entre la persona que provee los cuidados y el individuo dependiente quien los recibe. En esta categoría se distinguen dos subcategorías:
- Las tareas de carácter imprescindible, que abarcan el dar de comer, bañar, asear, vestir o ayudar a hacerlo a terceras personas; apoyar para entrar y salir de la cama, en el uso del sanitario y a moverse o caminar al interior del hogar; administrar medicamento. Estas son las más exigentes en cuanto a ritmo y tiempo para su ejecución y, en la literatura sobre cuidado en la vejez, algunas de estas son consideradas como actividades básicas de la vida diaria (ABVD).
- Las labores socialmente creadas, que comprenden la ayuda con las tareas escolares y el apoyo en el aprendizaje a una tercera persona, el tiempo dedicado a leer y al juego, hacer alguna terapia especial o ayudar a realizar ejercicio, así como el acompañamiento.
- El cuidado indirecto o pasivo. Se define como un conjunto de actividades secundarias, no necesariamente de contacto directo con el dependiente de cuidado. Sin embargo, diversos investigadores destacan su importancia porque generan un beneficio hacia este. Además, es la categoría donde existe mayor divergencia en cuanto a la delimitación del cuidado. En esta categoría se identifican cinco subcategorías:
- La supervisión de niños u otros dependientes de cuidado preservado en un ambiente seguro. Como el que se realiza a distancia con el monitoreo mediante cámaras y otros medios electrónicos mientras ellos pasan tiempo jugando. La supervisión puede traslaparse con actividades primarias, ya que es posible cuidar a la par de que se ve televisión o se cocina.
- La gestión del cuidado. Incluye la coordinación de horarios; realizar traslados a centros educativos o instituciones de salud y su acompañamiento; contratación y supervisión de niñeras, enfermeras, trabajadoras domésticas, así como otros cuidadores remunerados; ayudar en la compra de víveres y artículos personales; y manejar el dinero del dependiente del cuidado; por mencionar algunos.
- El cuidado en beneficio de (for whom). Implica las actividades o el trato con terceras personas para el beneficio del dependiente, siempre que estuviese vinculado con la atención de su salud o con las necesidades educativas, como conversar con la maestra de los hijos sobre asuntos escolares o platicar con los médicos acerca de asuntos de salud del enfermo dependiente.
- El aspecto de en guardia (on-call). Es una tarea que requiere estar disponible para responder a una alarma de cuidado durante largos periodos; por ejemplo, bebés, enfermos o personas adultas mayores, que pasan gran parte de su tiempo durmiendo en casa u hospitales, requieren a alguien en guardia para atender sus necesidades aun durante la siesta del cuidador, o en el caso de los niños en edad escolar que requieren de un responsable para que cuando se llegare a presentar una emergencia este acuda a su ayuda, aun cuando el responsable esté en horario laboral.
- Apoyo al cuidado (support care). Es una dimensión que suele ser olvidada porque no implica una interacción directa con los dependientes de cuidado, pero prepara el escenario del cuidado activo o directo, como la compra y preparación de alimentos y la limpieza de la casa, que le dan soporte a este. Algunos investigadores sugieren el detallar para quién (who for) es el tiempo de la preparación de alimentos, limpieza o aseo de la casa meramente asociada al dependiente de cuidado, más allá del detalle de la preparación de alimentos o limpieza en general de la vivienda.
Finalmente, cabe precisar que algunas de las labores asociadas a la gestión y apoyo al cuidado (como la preparación de comida, hacer compras de víveres y el manejo de dinero) son consideradas como actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD) en la literatura sobre cuidados en adultos mayores.
La definición de las tareas que integran el cuidado y el detalle con el que se presenta facilita responder la pregunta: ¿quién(es) es(son) el(los) que lo reciben? Toda la gente lo necesita a lo largo del ciclo de vida, sin embargo, no todos pueden proveérselo por sí solos, de ahí que la acción de cuidar permite atender las necesidades de cuidado de las personas dependientes. Se entiende que un individuo está en esa condición porque no puede realizar las actividades de cuidado por sí mismo debido a la edad —los niños y ancianos—, así como por limitadas condiciones y/o capacidades temporales o permanentes —las enfermedades y/o discapacidades— (Batthyány et al., 2017; Rodríguez y Marzonetto, 2015).
Acotar el cuidado a situaciones de dependencia presenta la problemática de ser entendido como un concepto dual, donde el proveedor es pensado como una persona totalmente autónoma e independiente y quien recibe el cuidado, como un individuo con total dependencia; sin embargo, se debe reconocer que darlo y recibirlo son actividades que pueden suceder de manera simultánea, y la decisión de acotar el cuidado con la dependencia responde a la necesidad académica de especificar el alcance de los cuidados en la investigación empírica y en el análisis de las políticas públicas (Batthyány et al., 2017). En este sentido, usualmente se considera proveedores de cuidado a la población en los rangos centrales de edad, por lo general entre 15 y 65 años (Durán, 2018). Además, se reconoce que el proveedor puede dedicar tiempo de forma simultánea a distintos grupos poblacionales; por ejemplo, algunos autores la han llamado la generación sándwich o sandwich carers generation, pues tienen que cuidar a niños y ancianos al mismo tiempo (Suh, 2016) y, en los contextos mexicano y latinoamericano, este fenómeno tomará importancia en el corto y mediano plazo dado el acelerado envejecimiento demográfico que se presenta.
Una de las características del cuidado es que puede ser desempeñado por personas que obtienen o no una remuneración, y esta condición rige en gran medida el lugar donde se realiza. La actividad no remunerada se lleva a cabo principalmente por las mujeres en la residencia de los receptores del cuidado, de los familiares o en sitios comunitarios, en tanto que el trabajo remunerado, ya sea adquirido en el mercado u otorgado por el Estado, por lo general se hace en los sectores de salud y educación, pero también mediante el servicio doméstico remunerado o asistencia médica domiciliaria, ámbitos laborales donde el sexo femenino es mayoría (Espino, 2011; Esquivel, 2011).
A pesar de los debates aún inconclusos, se aprecia un importante avance en la noción del cuidado, lo que permite examinar de manera cada vez más completa el tema. De ahí la importancia en revisar la cobertura conceptual en las fuentes de información estadísticas dados sus cambios y tendencias producto de transformaciones demográficas y socioeconómicas.
Aproximación al cuidado y fuentes de información estadística
El desarrollo conceptual del cuidado avanza de manera paralela con la generación de instrumentos metodológicos para su operacionalización y medición, con énfasis desde quien lo otorga dentro de los hogares y con la finalidad de mostrar las diferencias por género, por estrato socioeconómico, las implicaciones en la actividad económica de mujeres y hombres, así como la contabilización de la contribución de la tarea de cuidado a la economía. La aproximación desde la oferta está estrechamente ligada al trabajo de cuidado que tiene sus orígenes en la medición del trabajo no remunerado en sus distintas modalidades: doméstico, de cuidado y voluntario o comunitario, mediciones que rescatan el criterio de tercera persona presentado en 1939 por Margaret Reid para definir como trabajo a aquellas actividades que se pueden pagar a una tercera persona para que lo realice en sustitución de uno mismo o de otro individuo (Folbre y Yoon, 2008a, 2008b).
La principal forma de medir del trabajo de cuidado no remunerado es a través del tiempo (medido en horas y minutos) que se dedique a este, ya que es un indicador que ha permitido visualizar el desigual reparto del cuidado realizado en la esfera familiar, su organización, implicaciones y valor equivalente con el trabajo de mercado (Carrasco, 2016; Marco, 2012); por ello, la agenda de investigación ha encontrado en las encuestas de uso del tiempo una alternativa para responder a las interrogantes sobre cómo se organiza socialmente el cuidado, cuáles son las implicaciones del trabajo de cuidado no remunerado para quienes lo ejercen y cuánto aportan a la economía nacional, entre otras.
En esta sección se analizan cuáles categorías de cuidado están presentes en las fuentes de información estadística de México, tomando como principal referente la ENUT 2014 y comparándola con otras similares en Latinoamérica y Norteamérica, y con las nacionales derivadas de encuestas en hogares.
En los cuadros 1 y 2 se presentan los detalles metodológicos de las encuestas o los módulos acerca del uso del tiempo para Argentina, Canadá, Chile, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos de América (EE. UU.), México, Paraguay y Uruguay, así como siete instrumentos disponibles en México que tocan el tema de cuidado: las encuestas Intercensal (EI) 2015, Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México (ENASEM), Laboral y de Corresponsabilidad Social (ELCOS) —con preguntas sobre percepción del cuidado—, Nacional de Empleo y Seguridad Social (ENESS) —sobre el uso de la oferta de cuidado en el mercado y del Estado, así como del gasto del cuidado en los hogares— y Nacional de Gastos de los Hogares (ENGASTO).[3]
En el cuadro 3 se sintetiza la cobertura conceptual de cada fuente de información estadística de acuerdo con las categorías y subcategorías del cuidado descritas con anterioridad: el autocuidado, el cuidado directo (en sus dos modalidades: el imprescindible y el socialmente creado), así como el indirecto (con sus subcategorías de supervisión, gestión, en beneficio de, de guardia y apoyo). Para tal propósito, se considera como categoría conceptualmente cubierta (ü) si la fuente de información contiene al menos una pregunta relacionada con las actividades descritas en las categorías de cuidado.
Un primer hallazgo, tal como se esperaba, es que las encuestas especializadas en uso del tiempo tienen mayor cobertura conceptual que las que abordan el tema del cuidado mediante módulos, por ejemplo, las de Argentina y Uruguay. Al comparar las encuestas en México, la ENUT cubre más el tema que la EI, ENOE o ENIGH, las cuales utilizan módulos. Además, junto con Ecuador y Costa Rica, México se destaca por tener encuestas sobre uso del tiempo con una cobertura más extensa en la región, pues contemplan al menos una pregunta en todas las categorías del cuidado.
Al examinar por categorías de cuidado, son dos las que están presentes en todas las fuentes de información analizadas: cuidado directo imprescindible (como dar de comer o administrar medicamentos) y gestión del cuidado (que incluye traslados a terapias, centros escolares o citas médicas). Esta presencia puede deberse a que existe mayor consenso e importancia de las actividades que las integran, a diferencia del resto de las categorías (ver cuadro 3).
La de autocuidado está presente solo en las encuestas especializadas sobre uso del tiempo y captura el tiempo dedicado por las personas para dormir, alimentarse y asearse. La de guardia aparece de diversas formas, denotando la falta de consenso para su captación. En algunos casos se pregunta de forma clara y precisa, como en el de la Encuesta Específica de Uso de Tiempo de Ecuador;[4] otros países incorporan de manera general el cuidado de guardia en combinación con otras categorías, como Chile y México.[5] La de apoyo al cuidado está incorporada en todos los instrumentos de información analizados; sin embargo, es necesario precisar la importancia de separar esas tareas del resto de las labores domésticas para no incluir en el conteo de tiempo de apoyo al cuidado en actividades que no lo son, como el cuidado de animales de traspatio, la reparación y mantenimiento del hogar, entre otras, como ocurre en el caso de la encuesta de Argentina y la ENIGH de México que no las separan.
Las encuestas de Ecuador y México (ENUT) representan un avance en la propuesta de detallar el trabajo de cuidado para quién (who for); en estas, más allá de referir a la preparación de alimentos en general, se pregunta si preparó algún remedio, comida o alimento especial para alguna persona con discapacidad. La categoría de supervisión de cuidado está presente en casi todas las encuestas de uso del tiempo (excepto en la de Chile); en algunas ocasiones, esta categoría puede traslaparse con otras actividades y, por ello, quizá no se captura de manera consistente en los módulos sobre el cuidado. Finalmente, la de en beneficio de se encuentra solo en las encuestas especializadas de uso del tiempo, aunque se orienta hacia el apoyo de las tareas escolares y la asistencia a reuniones o actividades escolares.
En cuanto a la cobertura conceptual del cuidado por grupos dependientes, se encontró que existe un desbalance con énfasis en la población infantil sobre la de adultos mayores, y esto puede deberse a la etapa de la transición demográfica en la que se encuentra cada uno de los países de la región. Como es de esperarse, en las encuestas predominan las preguntas sobre actividades del cuidado infantil y centradas en aspectos educativos; la parte de salud se aborda someramente, como ocurre en las categorías de cuidado directo socialmente creado y en beneficio de. Además, solo algunas fuentes de información incluyen reactivos relacionados con el tiempo dedicado a personas adultas mayores y con enfermedades permanentes o temporales (por ejemplo, realizar terapias y el acompañamiento diario), así como a platicar con profesionales de la salud (médicos, enfermeras, terapeutas, psicólogos, trabajadores sociales, entre otros).
Al examinar la ENUT (encuesta especializada en uso del tiempo) y la ENOE (que incorpora un módulo sobre este) de 2014 con respecto a las categorías de cuidado y por grupos dependientes, en el cuadro 4 se puede apreciar una mayor cobertura en estas y desagregación del cuidado por grupos dependientes en el primer instrumento que en el segundo; es evidente y natural que los módulos en encuestas no cuentan con el nivel de detalle que tiene una especializada. Si bien es cierto que la ENUT cubre todas las categorías de cuidado planteadas, al hacer un cruce entre dichos elementos se observa una menor captación de información de cuidados hacia adultos mayores no dependientes —en comparación con la población infantil no dependiente— en las categorías de cuidado directo imprescindible y socialmente creado, así como en la de cuidados indirectos (como en beneficio de y de guardia). Esta situación limita la equitativa aproximación a las demandas de cuidado derivadas de los grupos de edad extremos y, en particular, para los estudios sobre la generación sándwich que tiene requerimientos tanto de la población infantil como de la adulta mayor. Además, la ENUT también tiene limitaciones en términos de la captura de la oferta de cuidado hacia la población con discapacidad, enfermedad crónica o temporal, pues está englobada para todas las edades y, para separarlas, es necesario implementar artificios estadísticos y tener buen manejo de bases de datos para estimar o imputar el tiempo de cuidado para las poblaciones infantil y adulta mayor con discapacidad o enfermedad crónica o temporal.
Además del tiempo de cuidado, en México se utilizan aproximaciones analíticas alternas relacionadas con las actividades de este; por ejemplo, las encuestas ENUT, ELCOS y ENESS identifican la cantidad de dependientes de cuidado en el hogar y por grupos de edad; la ELCOS captura la percepción de las mujeres cuidadoras; la ENASEM examina el cuidado otorgado por los adultos mayores e indaga sobre el número de veces que ellos cuidaron en el mes de referencia; la ENASEM y ENESS registran la demanda de cuidado de los adultos mayores con alguna limitación para las ABVD y las AIVD; la ENGASTO, ENESS y ENIGH captan el gasto en esta labor, aunque este se limita a algunos rubros del cuidado, como en estancias infantiles y a cuidadoras y cuidadores.
Estrategias diversas para abordar los temas del cuidado
Estos han tomado importancia al mismo tiempo que se reconocen los diversos abordajes para su estudio, entre ellos, el trabajo de cuidado no remunerado, sus implicaciones económicas, su contribución a la economía, el régimen y la organización social del cuidado, el derecho a este, entre otros. Cada uno de estos requiere seguir estrategias diversas en función de las fuentes estadísticas disponibles, pues obtener datos adecuados para desarrollar los temas de investigación requiere de recursos económicos y tiempo, por lo que surge la siguiente pregunta: ¿las fuentes de información estadística disponibles en México son suficientes para abordar los temas de cuidado? De acuerdo con lo presentado con anterioridad, la respuesta es sí, aunque con ciertas limitaciones pues, en algunas categorías de cuidados, la información está segmentada y parcialmente cubierta, es decir, no hay una sola fuente que cubra todos los rubros expuestos.
Pensando en temas globales por cubrir, para examinar el régimen y la organización social del cuidado, se requiere que las fuentes de información capturen la demanda y oferta de cuidado (ver cuadro 5). La primera se capta en la ENUT, ELCOS, ENESS y ENASEM; en estas se pregunta por el número de personas en el hogar con necesidades de cuidado de otra persona, ya sea por enfermedad crónica, limitación física o mental, si se trata de un enfermo temporal o con dificultades para realizar las ABVD o AIVD; a esta demanda le acompaña en prácticamente todas las encuestas la identificación de la demanda potencial de cuidado —población entre 0 a 15 y de 65 años y más, con algunas variantes en los límites de edad (Durán, 2018)—, pues se pregunta por la edad de los integrantes del hogar. La segunda se captura en la ENUT, EI, ENESS y ENASEM, ya que preguntan por el cuidado otorgado a grupos dependientes o se aborda de manera general en la ENIGH y ENOE.
Respecto a los cuidados externos recibidos, la ENUT se orienta en las redes informales de cuidado, pues identifica el tiempo otorgado a y recibido por otros hogares; si bien la ELCOS y ENASEM capturan ese apoyo, la primera fuente no mide el tiempo y la segunda está centrada en el cuidado de adultos mayores. En estos casos, el tema de cuidado externo proveniente del mercado o del Estado está ausente; lo más cercano a esto son las preguntas sobre asistencia a guarderías, estancias infantiles, preescolar (ENUT y ELCOS) y educación básica para la población en edad de asistir, incluidas en casi todas las encuestas, excepto en la ENASEM; el realizado por instituciones públicas y privadas se captura en la ENGASTO y ENESS, mientras que lo referente a los cuidadores pagados se capta en la ENUT, ENGASTO, ENESS y ENASEM y la contratación de servicio doméstico, en la ENUT, ENOE, ENIGH y ELCOS. Es necesario mencionar que existe variación entre las encuestas en cuanto a la identificación de la disponibilidad del servicio, el número de personas y el tiempo contratados, así como los gastos para esta labor. En este último punto, solo la ENGASTO, ENESS y ENIGH capturan el monto gastado, pero son pocos rubros propios del cuidado, como: pago de enfermeras y personas que cuidan, el gasto en estancias infantiles y cuidado de niños; aunque la ENIGH y ENASEM registran gastos en salud, estos reflejarían un tipo de cuidado coyuntural, por ejemplo, los que se hacen por hospitalización. La ENESS se aproxima a la demanda de cuidado infantil no satisfecha, un área importante y emergente, al preguntar si las madres llevan a sus hijos al lugar de trabajo o si los dejan solos.
Para abordajes como el trabajo de cuidado no remunerado asociado con las desigualdades socioeconómicas, su valor en el mercado laboral e implicaciones económicas, se puede decir que la mayoría de las fuentes de información estadística captura el tiempo dedicado al cuidado por los integrantes del hogar en edad de trabajar (12 años y más), así como sus características sociodemográficas (sexo, escolaridad, parentesco y estado conyugal, entre otras), lo cual permite crear perfiles en torno a su participación e intensidad con la que intervienen en esta actividad. Además, otras encuestas capturan características de la vivienda, ingresos y transferencias económicas recibidas en el hogar (EI, ENUT, ENIGH y ELCOS), lo cual permite realizar análisis más detallados a partir de estratos socioeconómicos.
Las implicaciones del cuidado en la actividad económica de quien cuida se sustentan en las características del mercado laboral; en la mayoría de las fuentes de información se pregunta sobre la participación en este, posición en la ocupación y jornada de trabajo (número de horas); otras capturan datos acerca de ingresos y prestaciones laborales (ENUT, EI, ENIGH y ENOE). En este tema, la ENOE resulta de vital importancia, pues se ha especializado en identificar el trabajo de mercado asociado a la informalidad o precariedad, así como del desempleo desalentado, aspectos importantes para el estudio de las implicaciones del cuidado en la actividad económica de mujeres y hombres. Además, cada cuatro años se le agrega el módulo de la ENESS, con el que se pueden realizar análisis más profundos en cuanto a la demanda y oferta de cuidado, así como el gasto en cuidados en que incurren los hogares.
En síntesis, existe una diversificación de los instrumentos de información que abordan el tema de cuidado; la ENUT es el que tiene la mayor cobertura conceptual con respecto al resto de las fuentes de datos estadísticos en México; es posible analizar el tema de cuidados en diferentes niveles y relacionarlo con otras temáticas.
Estimación del tiempo de cuidado: módulos en encuestas versus encuestas especializadas
En las secciones previas se han mencionado aspectos de las encuestas especializadas de uso del tiempo y de las que incluyen módulos sobre cuidados con la finalidad de revisar qué tan semejantes o diferentes son las estadísticas obtenidas acerca del tiempo de cuidado en uno y otro tipo de fuente de información. En este apartado se realiza un ejercicio comparativo del tiempo de cuidado reportado en la ENUT 2014 y en la ENOE (tercer trimestre del 2014).
Dada la naturaleza continua de la ENOE, se puede examinar la evolución de la oferta de cuidado disponible para los integrantes del hogar. La Encuesta captura las categorías en las que hay un mayor consenso (cuidado directo imprescindible, de gestión y apoyo al cuidado) y no hace distinción del otorgado para grupos dependientes de cuidado o si este es o no para los miembros del hogar, al menos para el cuidado directo imprescindible y el apoyo al cuidado.
En el cuadro 4 se observa que la ENUT y ENOE coinciden en tres de las ocho categorías. Los cuidados directos imprescindibles que en la segunda se captura a través de una pregunta sintética, en la primera se hace con seis reactivos detallados. Los indirectos de gestión se cubren en la ENOE con una pregunta sintética y en la ENUT, con ocho detalladas. El apoyo al cuidado en la ENOE se cubre con una sintética y en la ENUT, mediante 12 detalladas. A diferencia de la ENUT, la ENOE no captura las categorías de cuidado socialmente creado, supervisión (al pendiente), en beneficio de, de guardia y de autocuidado.
En el caso de la ENUT se especifica claramente el cuidado a integrantes del hogar; captura de manera independiente el no remunerado otorgado a otros hogares y el recibido de esos. En la ENOE, esta precisión está en el cuidado de gestión y el apoyo al cuidado; sin embargo, no es claro en el caso del imprescindible, pues no se especifica a qué miembros o integrantes del hogar se les otorga este, por lo que podría estar capturando el cuidado imprescindible otorgado a otros hogares.
Dadas estas diferencias en el detalle de preguntas y en el número de categorías de cuidado abordadas, es conveniente examinar si existe una posible subestimación en este tema de la ENOE respecto a la ENUT. Por ello, en el cuadro 6 se presenta la participación que tienen hombres y mujeres en el trabajo de cuidado según la ENUT y ENOE 2014. Se considera población participante en este a aquella que acumuló/reportó al menos una hora al trabajo de cuidado durante la semana de referencia. Para ambos sexos, en la ENUT se observa un porcentaje mayor de participación en el trabajo de cuidado que en la ENOE y esta diferencia es mayor en los hombres que en las mujeres. El de ellos es de 80.7 en la ENUT, mientras que en la ENOE es de 64.9. El de ellas son de 97.2 y 95.8, respectivamente. El hecho de que la ENUT registre mayores porcentajes de participación en el trabajo de cuidado que la ENOE puede deberse al mayor nivel de detalle en las preguntas y la mayor cobertura de las categorías de la primera respecto a la segunda fuente de información.
Además, se ha documentado que la participación en el trabajo de cuidado de hombres y mujeres debe complementarse con la intensidad con la que participan, pues ellos lo hacen con un bajo nivel de horas en relación con ellas (Orozco-Rocha, 2017; Pedrero, 2014). Por ello, en los cuadros 7.a y 7.b se presenta el tiempo dedicado a cada categoría de esta actividad con dos indicadores, el primero se refiere al promedio de horas semanales entre el total de la población de 12 años y más de edad, mientras que el segundo, al promedio de horas semanales entre la población participante en el trabajo de cuidado (la que dedicó al menos una hora a este).
En ambos casos se puede observar que el promedio de horas reportado es mayor en la ENUT que en la ENOE. En cuanto a los hombres, la primera reporta alrededor de dos horas más a la semana que la segunda y en las mujeres, alrededor de cinco. En términos de intensidad de cuidado, en la ENOE con respecto a la ENUT, la subestimación en ellas es mayor que para ellos, contrario a lo observado en la tasa de participación de trabajo de cuidado que afecta más a los hombres que a las mujeres.
Dadas estas subestimaciones, se realizan las siguientes precisiones: a) las diferencias se reducen de manera sustantiva si se considera solo sumar las tres categorías coincidentes entre la ENUT y ENOE (cuidados imprescindibles, de gestión y apoyo al cuidado), lo cual lleva a suponer que hay coincidencias en el número promedio de horas reportadas en ambas encuestas para dichas categorías; b) parece que existe una pequeña subestimación del trabajo de cuidado en la ENOE respecto a lo reportado por la ENUT, y esta deriva, principalmente, por las categorías faltantes en la ENOE. Por ejemplo, si la suma de las horas promedio de las coincidentes se divide entre la media total de las dedicadas al cuidado en la ENUT se puede observar que las tres categorías incluidas en la ENOE representan en la ENUT 84 % para los hombres y 89 % para las mujeres. Por ello, se destaca que la ENOE es un buen instrumento para estudiar el tema en un contexto más actual al de la ENUT 2014 y considerando las limitaciones antes descritas para ambas encuestas.
Conclusiones y recomendaciones
A la par que se ha desarrollado el concepto de cuidado, las fuentes nacionales e internacionales de información han avanzado para tratar de capturar las actividades relacionadas con el trabajo de cuidado, en particular las encuestas en hogares sobre el uso del tiempo, las cuales permiten explorar la relación entre el trabajo de cuidado y diferentes aspectos de la vida de los cuidadores, entre ellos la participación en la actividad económica de mujeres y hombres.
En la región de América Latina, México se destaca por tener la mayor producción de mediciones de uso del tiempo y dentro de este, el cuidado; además, es palpable el compromiso adquirido para incorporar mediante módulos el tema en las encuestas regulares, por ejemplo, en la ENOE y ENIGH, que permite su estudio de manera continua y sintética.
Por los resultados obtenidos al comparar la ENUT y ENOE, se puede concluir que ambas encuestas capturan adecuadamente el tiempo dedicado al trabajo de cuidado. Si bien es cierto que existen diferencias en sus estimaciones al respecto, también lo es que esas desigualdades no son tan grandes y que al analizar las tres categorías principales de cuidado (imprescindible, gestión y apoyo al cuidado), estas son menores.
Con la finalidad de mejorar las fuentes de información disponibles en México, a continuación se presentan recomendaciones que, de llevarse a cabo, contribuirán a un mejor entendimiento y abordaje, así como a generar líneas de investigación sobre el tema de trabajo de cuidado no remunerado. Además de la amplia cobertura conceptual, que incluya las categorías de cuidado y a los grupos dependientes también se requieren datos con las características asociadas al mercado laboral y a los contextos familiar y sociodemográfico de los individuos, así como de la oferta de cuidado a la que acceden los hogares para hacer frente a sus demandas a través del mercado, el Estado y la comunidad. Se sugiere que las fuentes de información que abordan el tema y que incluyen las dimensiones laborales, sociodemográficas y familiares las preserven, pues permiten analizar la interrelación que existe entre ellas y su potencial es mayor.
También, se recomienda dar continuidad a las fuentes de información como la ENUT, esto con el propósito de examinar la evolución de la distribución del trabajo de cuidado no remunerado, sus implicaciones en la actividad económica de mujeres y hombres y la posibilidad de visualizar una redistribución de este a la luz de políticas públicas implementadas hacia una OSC más equitativa e incluyente. Es necesario darle continuidad metodológica y temporal, mantenerla vigente, pues es la encuesta, en México, que proporciona la información más completa para el estudio de la OSC y sus implicaciones económicas, y es de suma importancia para el cálculo de las cuentas satélite del trabajo no remunerado, entre otros beneficios. Un punto importante es mantener el detalle y separación de las categorías del cuidado, pues con ello se posibilita profundizar en las implicaciones que estas tienen para los individuos y los hogares, y constatar para el caso de México lo que dice la literatura: que existe una segregación en las categorías del cuidado por género y nivel socioeconómico.
Otra de las recomendaciones tiene que ver con el actual proceso de envejecimiento demográfico en México, fenómeno que cambiará la oferta y demanda de cuidado, y entonces es necesario reflexionar y procurar el equilibrio en la cobertura conceptual y en la cantidad de preguntas que se incluyan en los instrumentos de obtención de la información entre los grupos dependientes, en particular entre la población infantil y la adulta mayor.
Finalmente, en México existen datos estadísticos consistentes, generados por diversas encuestas y con diferentes perspectivas del tema de cuidado, y se recomienda hacer ajustes en estas para lograr un panorama más integral, pensar en la obtención de la información como un continuo, agregar módulos que permitan mayor profundidad de análisis y realizar la homogeneización de determinados temas y conceptos entre fuentes de información acordes con el actual concepto de cuidado y tomando en cuenta sus diversos abordajes, por ejemplo, las actividades simultáneas o multitareas.
Esta revisión de la cobertura conceptual, de los grupos dependientes y de la suficiencia de información para abordar el tema de trabajo de cuidado no remunerado es pertinente, pues permite analizar su impacto sobre la contribución económica de mujeres y hombres, en virtud de que la OSC que se presenta en México tiene escasa presencia del Estado para proveer cuidados, una alta participación de la familia en el trabajo de cuidado y con la desigual distribución de esta actividad entre ellas y ellos, además de que los sistemas de protección social están asociados con el empleo formal, hay una baja intervención económica de las mujeres y una cantidad importante de ellas insertas en empleos precarios, con brechas salariares persistentes.
Se espera que el conocimiento que se genera de las investigaciones basadas en las encuestas sobre el uso del tiempo y en particular acerca del trabajo de cuidado contribuya a la creación e implementación de políticas públicas con una perspectiva de equidad de género, que procuren igualdad en la distribución de las tareas de cuidado y que garanticen acceso y condiciones de participación económica en igualdad de condiciones para mujeres y hombres.
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Fuentes
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[1] Todas estas levantadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México.
[2] También levantada por el INEGI.
[3] De las cuales, la ENGASTO y ELCOS no capturan el tiempo.
[4] Por ejemplo: “¿Cuidó a algún miembro del hogar enfermo/a hospitalizado/a o lo acompañó en el hospital, clínica durante el día y/o noche?” y “Durante la noche, ¿Estuvo en vela cuidando a (Persona con discapacidad) que es miembro del hogar?”.
[5] Preguntas como: “¿Le(s) dio medicamentos o checó sus síntomas?”, “¿(temperatura, presión, otros)?”, “¿Estuvo pendiente de (nombre), si presentó algún síntoma, malestar o enfermedad durante la noche?”, “¿Dar medicamentos, algún tratamiento de salud o cuidar por alguna enfermedad?”.