¿En qué medida contribuyen el crecimiento y la desigualdad en los niveles de pobreza en México?
Esta investigación evalúa los cambios bienales en los niveles de pobreza observados según los efectos del crecimiento económico y la distribución del ingreso en México en el periodo 1998-2012. Con base en los resultados presentados en este trabajo, el avance en la reducción de la pobreza se revirtió desde el 2006, pues 19.7% de la población total estuvo por debajo de la línea de bienestar mínima ponderada (LBM) en ese año, y se incrementó a 29.1% de la población total en el 2012. A partir del efecto combinado del crecimiento y la distribución, el número de pobres por la consecuencia del crecimiento (teórico o estimado por debajo de la LBM) habría sido de 10.3% de la población total en el 2006; esto es, el desarrollo económico no fue suficiente para compensar la secuela de la distribución del ingreso sobre un aumento en el número de pobres. Un caso similar se registró en el 2012, la cantidad de pobres por efecto del crecimiento habría alcanzado 23.3% de la población total, mientras que la cifra observada de pobres (real) llegó a 29.1% del total de mexicanos. A partir de esta investigación se presenta una serie de lineamientos que abordan tanto las políticas de crecimiento y redistributivas como parte de un mismo problema en torno a la reducción de la pobreza. Palabras clave: pobreza, ingreso corriente monetario, efecto crecimiento, efecto distribución, línea de bienestar. |
This research assesses biennial changes in observed poverty levels in regards to its growth and income distribution effects in Mexico over the period 1998-2012. According to the results presented in this research, progress on poverty reduction was reverted since 2006; 19.7% of total population was behind the weighted minimum welfare line that year (weighted LBM for its acronym in Spanish) whereas this rose to 29.1% of total population in 2012. Based on the combined growth and distribution effect, poor people due to the growth effect (theoretic or estimated behind the LBM) would have accounted for 10.3% of total population in 2006. That is, economic growth was not enough to outweigh the income distribution effect over a rise in poverty. A similar instance was registered in 2012 when people in poverty due to the growth effect would have reached 23.3% of total population while the observed poverty level (actual) accounted for 29.1% of total Mexican population. Based on this research work, a set of guidelines are presented which address both growth and income distribution policies as part of the same problem of poverty reduction.
Key words: poverty, monetary income, growth effect, distribution effect, welfare line. |
Recibido: 8 de agosto de 2013.
Aceptado: 28 de febrero de 2014
Nota: esta investigación tiene como punto de partida los aportes teóricos de Luis Foncerrada desarrollados en su tesis doctoral Desarrollo financiero y pobreza. El caso de México (de junio del 2010 de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa), en la cual se hacen mediciones sobre el nivel de pobreza para las regiones Sur, Centro, Golfo, Centro Norte, Pacífico, Capital y Norte en el periodo 1992-2006, en este trabajo se adaptan y actualizan las mediciones realizadas en la investigación de Foncerrada; las opiniones expresadas en esta publicación y sus resultados son responsabilidad única de los autores y no necesariamente representan aquéllas de la institución a la cual pertenecen.
1. Introducción
La pobreza es un fenómeno indisociable al desarrollo de la civilización humana y, dependiendo del modo de organización social, tiene diferentes orígenes y dimensiones. En nuestro caso, México es un país que ha experimentado transformaciones radicales en un periodo relativamente corto en los planos económico, político y social.1 Sin duda, esto se ha reflejado en cambios en la calidad de vida, niveles de pobreza y bienestar social lo que, a su vez, habría incidido de manera favorable sobre el desarrollo humano en una suerte de círculo virtuoso de la economía en su conjunto.
No obstante, el avance en la reducción de los niveles de pobreza (así como una baja movilidad social) representa un obstáculo serio para una mejora real del bienestar de una gran mayoría de mexicanos. De acuerdo con los resultados del estudio La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina (Ferreira et al., 2013) del Banco Mundial, la movilidad social en México en el periodo 2000-2008 fue significativamente menor que en Brasil, Chile y Colombia, entre otros países de América Latina.
Un hallazgo preocupante en el estudio del Banco Mundial es que no se está dando una movilidad intergeneracional significativa en México. La siguiente generación de mexicanos en general debería contar como mínimo con un nivel de vida igual al de sus padres, pero esto no está sucediendo en muchos casos, lo que plantea una fuerte preocupación respecto a un relativo deterioro social y económico; es decir, muchas personas de esta generación y la precedente han perdido una oportunidad durante el curso de sus vidas de una mejora objetiva de sus condiciones y medios materiales.
Los hogares más pobres enfrentan fuertes presiones asociadas al costo de la vida mediante un aumento en el precio de bienes y servicios necesarios para la reproducción social. En el caso de la población infantil, la situación es más crítica: más de 18 millones de niños menores de 14 años (56.3% de la población de esta edad) se consideran dentro de la pobreza multidimensional, es decir, carece, por lo menos, de un tipo de prestación, como servicios de salud, educación y/o vivienda digna (INEGI, 2013). Esta contradicción de las condiciones sociales, materiales y de aspiración (o pleno desarrollo de las capacidades humanas) se agrava con la persistencia de la desigualdad del ingreso en México. Desde luego, esto se presenta como una barrera estructural que frena un mayor desarrollo económico. En consecuencia, los efectos que puede traer una agudización de la desigualdad en la distribución pueden ser muy perniciosos y duraderos para la economía en su conjunto.
Es decir, el problema de la pobreza crónica podría estar alcanzando a un segmento mayor de la población con efectos difíciles de revertir, como la ruptura del tejido social a causa de la delincuencia, la criminalidad y su oportunismo sobre los habitantes más vulnerables de algunas regiones de la nación mexicana . En este sentido, se ha señalado que los jóvenes con un nivel de estudios escaso, que provienen de familias muy pobres, con posibilidades mínimas de encontrar un empleo digno y que viven en medios semirrurales donde prolifera la inseguridad son presa fácil de ser involucrados en actividades ilícitas.
Dado que el crecimiento de la brecha entre los más ricos y los más pobres se presenta como un verdadero desafío para México, un primer paso en el tema de la pobreza es conocer su estado a partir de evaluaciones objetivas. El crecimiento económico es una meta relevante para un país, ya que posibilita un aumento del ingreso medio real de la población y, por ende, su bienestar; pero, sin duda, la distribución del ingreso entre la población es de relevancia mayúscula en torno a la evolución de la pobreza.
En este sentido, el objetivo de esta investigación consiste en evaluar si el crecimiento implicó un cambio o mejora en la distribución del ingreso, ¿o la desigualdad en la distribución fue tal que el crecimiento económico no la compensó y por lo tanto la pobreza no disminuyó? La economía mexicana creció 2% real (promedio anual) entre el 2000 y 2012, mientras que el ingreso per cápita aumentó 0.7% real en el mismo periodo.2 En este contexto, la investigación que aquí se presenta busca responder lo siguiente: ¿en qué medida contribuyen el crecimiento y la desigualdad en los niveles de pobreza en México? Para ello, este trabajo hace uso de una metodología robusta para la medición de los niveles de pobreza según sus componentes por efecto del crecimiento y la distribución.3 Los resultados a esta interrogante son relevantes tanto en el ámbito de la política de desarrollo social como en el crecimiento económico.
El artículo se compone de siete secciones: después de esta introducción se dan los antecedentes sobre desigualdad en el país y, enseguida, se presentan las investigaciones pertinentes en torno a la desigualdad del ingreso y pobreza en México, así como una revisión conceptual que provee de una base metodológica para estudiar los cambios en los niveles de pobreza y que analíticamente separa sus componentes según los efectos del crecimiento y la distribución del ingreso. La sección cuatro muestra una descripción de los datos y sus fuentes tomando como base la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), a partir de la cual se estiman las variaciones del ingreso corriente monetario per cápita en el periodo 1998-2012. La quinta expone la metodología, parte medular de esta investigación, ya que la medición de la pobreza y sus resultados dependen, en última instancia, de los supuestos y convenciones usadas. La sexta sección contiene los resultados del análisis y una discusión acerca de la función de las políticas redistributivas de corte social. Por último, se presentan las conclusiones, además de los lineamientos generales de política pública que buscan integrar el crecimiento y la desigualdad como factores que deben ser atendidos juntos en el combate a la pobreza en México.
2. Antecedentes sobre el estudio de la desigualdad del ingreso en México
El análisis de los determinantes de la pobreza y distribución del ingreso en México ha sido abordado desde diferentes perspectivas. En Hernández Laos (2000) se presenta una revisión minuciosa de los determinantes y tendencias macroeconómicos que habrían sido decisivos en una disminución del crecimiento y su incidencia sobre la pobreza. Así, un menor crecimiento económico en el largo plazo estaría explicado por una desaceleración en el proceso de acumulación de capital y consumo privado en la década de los 80 por el lado de la demanda, mientras que por el de la oferta, el crecimiento de la productividad por trabajador se detuvo e, incluso, fue negativo en la mayor parte de ese decenio y el de los 90.
Asimismo, la precarización del empleo junto a una proliferación del sector informal de la economía y una caída drástica de los salarios reales en todos los sectores desde mediados de la década de los 80 (y que continuó hasta la siguiente) se presentan como tendencias vinculadas directamente con un deterioro de la distribución del ingreso y aumento de la pobreza en México y, de manera particular, la pobreza extrema (Hernández Laos, 2000).4 Estimaciones del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, AC (CEESP) muestran un desplome del salario mínimo real en México de -76.1% entre 1976 y el 2000, el cual tuvo una recuperación de 3.6% entre el 2001 y 2013.5
La evidencia presentada por el autor muestra que la desigualdad (medida por el coeficiente de Gini) disminuyó durante un periodo de crecimiento prolongado de la economía mexicana (1963-1984), mientras que ésta repuntó durante la fase de estancamiento (1984-1996). Así, tanto un crecimiento económico lento como las crisis recurrentes (Hernández Laos, 2000; Damián y Boltvinik, 2003) se identifican como factores decisivos que acentúan la desigualdad y pobreza en México.
Otro enfoque en el contexto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) analiza con bastante disgregación los datos de la ENIGH, de acuerdo con las fuentes del ingreso monetario total mediante una descomposición del coeficiente de Gini para 1994, 2000 y 2006 (Esquivel, 2008). Así, se encuentra una reducción en la desigualdad del ingreso (corriente monetario y total) en México posterior a 1994 (con el uso de diferentes definiciones del ingreso para el cálculo del coeficiente de Gini) y que casi revierte el pronunciado aumento de la desigualdad del periodo de estancamiento documentado por Hernández Laos (1984-1996).
Esta mejora en la distribución del ingreso posterior al TLCAN se confirma, a su vez, mediante una reducción del coeficiente de Gini de 0.543 a 0.498 entre 1996 y el 2006 (Esquivel et al., 2010). A nivel nacional, Esquivel (2008) encuentra que las pensiones, los ingresos de negocios propios y los de la renta de la propiedad son factores que contribuyen a incrementar la desigualdad del ingreso monetario en México. Por el contrario, los ingresos por trabajo, remesas y transferencias son fuentes que reducen la desigualdad. Asimismo, se encuentra que los efectos negativos marginales de las remesas y transferencias sobre el coeficiente de Gini aumentaron en el lapso referido (1994-2006).
Más importante, los resultados muestran que el ingreso proveniente del trabajo es una fuente muy importante en la reducción de la desigualdad en áreas urbanas, pero no en el sector rural. Por el contrario, las transferencias (por ejemplo, PROGRESA/Oportunidades y Procampo) son un factor muy importante en la reducción de la desigualdad en áreas rurales, mas no así en las urbanas, de modo que la desigualdad del ingreso a través de la brecha de ingreso rural y urbano se vio reducida por el efecto de las remesas (Esquivel, 2008).
Por otra parte, los cambios en la desigualdad del ingreso por la vía del trabajo habrían sido afectados directamente por un cambio en la desigualdad del salario por hora (Esquivel et al., 2010). La brecha salarial entre los trabajadores calificados y los de baja calificación tendría una explicación, en parte, por un cambio en la composición de la fuerza de trabajo durante el proceso de liberalización del comercio en México, aunque se reconoce que no existe una aclaración única que dé cuenta de la desigualdad creciente desde 1984 (Esquivel et al., 2010).
En particular, los salarios relativos habrían aumentado en la cola superior de la distribución del ingreso (los deciles de mayor ingreso caracterizados por trabajadores con más alta calificación y experiencia) entre 1984-1994, con un consecuente aumento de la desigualdad de la brecha salarial, mientras que, después de 1994, los aumentos salariales en la cola inferior de la distribución explicarían una reducción en la desigualdad del salario.
De este modo, los trabajadores en los grupos de más baja calificación y experiencia han reducido su participación en la fuerza de trabajo pero, a su vez, registraron un aumento relativo de su salario entre 1996 y el 2006, tendencia que coincidió con el proceso de liberalización del comercio en la nación mexicana (Esquivel et al., 2010).
Una investigación más reciente acerca de la reducción de la desigualdad del ingreso del trabajo (Campos et al., 2012) confirma que el aumento en la desigualdad del salario por hora entre 1989 y 1994 fue resultado de cambios en los salarios mínimos y la tasa de sindicalización, así como de un incremento en la demanda relativa de trabajadores de alta calificación. No obstante, la evidencia presentada sugiere una caída en la desigualdad del salario entre 1994 y el 2006 debido a que la oferta de trabajadores calificados rebasó la demanda (Campos et al., 2012).
De este modo, entre los factores que afectan la desigualdad del ingreso están las características de los trabajadores (educación, experiencia, género y talento, entre otros) y los retornos asociados a estas características. En este sentido, la función que desempeña la política pública respecto a un aumento (mayores oportunidades) de acceso a la educación se incorpora entre los factores decisivos que afectan las características de los trabajadores en el mercado laboral.
Así, la desigualdad en la distribución del ingreso desde una perspectiva conceptual sería el resultado de una interacción de factores de diversa índole, tanto aquéllos exclusivos del mercado laboral como de temas de los dominios institucional y público.
De este modo, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) presentó, por primera vez, la medición de la pobreza con un enfoque multidimensional en el 2009 con datos correspondientes al 2008, cuyas bases se encuentran en la Ley General de Desarrollo Social;6 no obstante, la medición unidimensional de la pobreza (es decir, aquélla basada en el ingreso corriente per cápita como aproximación del bienestar) sigue realizándose por motivos de comparación temporal y transparencia en la rendición de cuentas.
En una perspectiva conceptual, el ingreso total (que incluye el componente monetario y no monetario), así como su distribución, es considerado como determinante del bienestar en la medición de la pobreza (Hernández Laos, 2000 y 2001); es decir, la reducción de los niveles de pobreza pudo haber respondido de manera favorable ante un mayor crecimiento económico, por ejemplo, a través de un incremento adicional del ingreso per cápita asociado a nuevas fuentes de empleo remunerado.
En este caso, las políticas públicas y estrategias orientadas a reducir la pobreza dependerían casi en su totalidad del ritmo de crecimiento económico. Por el contrario, si el cambio en los niveles de pobreza resulta poco sensible a un mayor crecimiento, las medidas de redistribución del ingreso se tornan muy relevantes en la política de bienestar social. Una tarea urgente en materia de desarrollo social requiere plantearse como meta un crecimiento más acelerado de las clases medias, a la vez que se dé una reducción sostenida de los niveles de pobreza, o bien, que cada vez más familias de menores ingresos cuenten con las condiciones y oportunidades reales para fortalecer su ingreso disponible a través de fuentes de empleo formal y bien remunerado. En virtud de lo anterior, es necesario reconocer de manera explícita que tanto el problema de la pobreza como el crecimiento económico requieren ser atendidos como dos temas de política pública muy interrelacionados.
3. Marco conceptual
a. Cambios en la pobreza por efectos del crecimiento y cambios en la distribución
El presente trabajo se centra en el análisis de la relación que hay entre los cambios en los niveles de pobreza asociados a variaciones del ingreso medio y modificaciones en la distribución del ingreso relativo de la población en México. En esta perspectiva, existen propuestas metodológicas para los casos de Brasil e India, las cuales demuestran que los cambios en los niveles de pobreza pueden separarse de forma rigurosa según sus efectos asociados al crecimiento económico y aquéllos relativos a la distribución (Datt y Ravallion, 1992).
Asimismo, los cambios en la distribución del ingreso tienen una función relevante en las modificaciones en la pobreza (Bourguignon, 2003; Jalilian y C. Kirkpatrick, 2005), y no sólo el crecimiento del ingreso per cápita per se (a partir de la evolución del PIB) da cuenta de la evolución de la misma. En este mismo sentido, una perspectiva teórica muy útil en el análisis de la evolución de la pobreza y sus determinantes se refiere a la identidad pobreza/ingreso medio/distribución (Datt y Ravallion, 1992; Kakwani, 1993).
La identidad sugerida por estos autores proporciona un punto de partida metodológico para el estudio de la evolución de la pobreza en el presente trabajo y se muestra como una propuesta alternativa a los análisis de regresión entre el crecimiento del PIB per cápita y la disminución de la pobreza. En este sentido, las evaluaciones de carácter empírico realizadas por Bourguignon (2003) encuentran que, para una muestra de 50 economías, los cambios en el ingreso medio sólo explican alrededor de una cuarta parte de la variación de los cambios en los niveles de pobreza. A partir de sus resultados, este autor concluye que es importante tomar en cuenta la heterogeneidad de los países (es decir, el origen del resto).
Entre los factores que explican la heterogeneidad en la reducción observada de la pobreza se sugiere que la elasticidad-crecimiento de la misma es una función decreciente del nivel de desarrollo de un país y del grado de desigualdad en la distribución del ingreso. Una segunda causa de heterogeneidad consiste en el cambio en la distribución de los ingresos relativos en el tiempo y, para ello, es básico medir la contribución de las modificaciones en la distribución sobre la reducción de la pobreza. Derivado de lo anterior, se propone implementar la práctica de conocer los efectos distributivos del ingreso en comparación con los del crecimiento en el diseño de políticas públicas.
Conviene advertir que la relación crecimiento-pobreza no es simple, y la elasticidad correspondiente no se mantiene constante entre las economías y tampoco según las formas de medición de la pobreza (Datt y Ravallion, 1992). Asimismo, en la definición de la identidad propuesta se asume que la distribución Log normal es la que mejor se ajusta o explica los datos de percepción del ingreso de la población.
4. Descripción de los datos
a. Uso de la ENIGH para el análisis de la distribución del ingreso
La disponibilidad de datos para el estudio de la desigualdad en la distribución del ingreso ha mostrado avances importantes gracias a la sistematización realizada por el INEGI desde inicios de la década de los 80 (Cortés, 2012). La serie de la que se tiene el registro sistemático más extenso del ingreso corriente monetario en México data de 1977, mientras que los datos del ingreso corriente total se remontan a 1992.
Esta información se encuentra sistematizada en la ENIGH, cuyo tamaño de muestra ha crecido de forma gradual: alrededor de 10 mil hogares en el 2000; 20 mil entre el 2002 y 2008 y casi 30 mil en el 2010 (Cortés, 2012). De igual manera, en ediciones anteriores ya se tenía la posibilidad de tener representatividad estadística de la muestra en algunas entidades federativas.7
El análisis de la evolución de la pobreza presentado en este trabajo corresponde al periodo 1998-2012. Para ello, se usaron los microdatos de la ENIGH que se encuentran contenidos en las tablas Hogares y Concentrado. La información seleccionada corresponde a las siguientes variables:
• Identificador del hogar (foliohog). Es un dígito para identificar el número de hogares adicionales en la vivienda.
• Factor de expansión (factor). Se trata de un ponderador que hace que un hogar represente a un grupo de hogares. La información obtenida de las tablas de la ENIGH se multiplicó por su correspondiente factor de expansión.
• Ingreso corriente monetario (ingmon). Comprende la suma de seis categorías: remuneraciones por trabajo subordinado, ingreso por trabajo independiente, ingreso de otros trabajos, ingreso por renta de la propiedad, ingresos por transferencia y otros ingresos corrientes.8
A partir de la serie histórica de los tabulados básicos de la ENIGH es posible seguir la trayectoria a largo plazo del ingreso corriente total per cápita. Para 1992, el valor real de éste ascendió a 1 868 pesos mensuales (precios constantes del 2000), mientras que, en el 2012, su valor real fue de 2 011 pesos por mes, lo que significó un crecimiento promedio anual de 0.37% durante el periodo referido (ver gráfica 1).9
La trayectoria del ingreso corriente total per cápita ofrece una aproximación general en el análisis de la evolución de la pobreza en México. El ingreso corriente per cápita se vio afectado por la recesión de la economía mexicana de 1995, pues tuvo una caída de 1 973 a 1 444 pesos mensuales a precios constantes del 2000 entre 1994 y 1996, lo que representó una reducción de 529 pesos. Un efecto similar se registró en la crisis de la economía mexicana del 2009; no obstante, en ésta la reducción fue menor, es decir, el ingreso corriente per cápita real disminuyó de 2 098 a 1 900 pesos entre el 2008 y 2010.
La trayectoria identificada sugiere que el crecimiento económico incide, de alguna forma, en las variaciones del ingreso corriente per cápita de los hogares mexicanos. En este mismo sentido, en su análisis de los cambios que ha tenido la ENIGH en el último cuarto de siglo, Cortés (2012) sugiere que a través de esta base de datos es posible conocer con detalle los efectos de las crisis de 1982 y 1994 sobre el ingreso y condiciones de vida de los hogares mexicanos.
b. Crecimiento económico y evolución del ingreso de las familias en México, ¿por qué las variaciones del ingreso per cápita sí importan?
Contrario a lo que se pensaría, algunas mediciones muestran que la desigualdad en la distribución del ingreso se redujo en los periodos posteriores a las crisis económicas en México debido a un fenómeno referido como equidad por empobrecimiento (Cortés, 2012). De acuerdo con este concepto, ante los embates de las crisis de 1982 y 1995, los hogares mexicanos más pobres respondieron con una intensificación de la fuerza de trabajo de los integrantes de la familia (niños, mujeres, etc.) que, en otras condiciones, se habrían dedicado a otras funciones.
La estrategia representó una forma de amortiguar la caída de los ingresos de las familias más pobres, cuyos resultados derivaron del análisis del número de perceptores (y no de los hogares) para hacer visibles las actividades complementarias puestas en práctica por las familias durante la crisis (Cortés, 2012).
A pesar de las mediciones disponibles sobre cambios en los niveles de pobreza, no se cuenta con un mecanismo que describa de manera precisa cómo se transmiten los efectos de la crisis sobre el ingreso corriente per cápita; no obstante, algunos estudios han planteado la posibilidad de efectos (directos e indirectos) sobre el nivel de pobreza derivado del desarrollo del sistema financiero en un proceso referido como mecanismo de transmisión (Foncerrada Pascal, 2010). Asimismo, las mediciones sobre la desigualdad de la distribución en el análisis de Cortés (2012) ponen un mayor énfasis a los periodos postcrisis.
Esto marca una diferencia respecto a nuestra investigación, que evalúa los cambios coyunturales (de periodicidad bienal) en el número de pobres asociados a variaciones del ingreso per cápita en un lapso relativamente amplio (1998-2012); es decir, se trata de una segmentación temporal para la medición de la pobreza a partir de los resultados de la ENIGH.
De esta manera, se observa que el crecimiento medio del PIB per cápita y el ingreso corriente total per cápita en México registraron una asociación positiva (con un coeficiente de correlación R de +0.77) entre 1992 y el 2012 (ver gráfica 2). Por otra parte, las variaciones del ingreso monetario (que comprenden las remuneraciones al trabajo) estarían afectadas, en principio, por el crecimiento de la actividad económica vía la demanda del mercado laboral, la calidad del trabajo, así como de nuevas fuentes de empleo remunerado. En este mismo sentido, tanto la remuneración al trabajo como el ingreso de la renta empresarial han sido identificados entre los factores que afectan el coeficiente de Gini (Cortés, 2012).
Por otra parte, en el 2012, el ingreso corriente monetario total por hogar (concepto que corresponde a la cuarta variable de la sección 4.a)10 en términos reales alcanzó un monto de 5 867.9 pesos mensuales a precios del 2000, que se compara con la cifra de 5 352.7 pesos de 1998;11 es decir, el ingreso corriente monetario por hogar creció a una tasa promedio anual real de 0.66% en el periodo referido.
Por otra parte, la trayectoria del tamaño medio de los hogares (número promedio de sus integrantes) es una variable que afecta el monto del ingreso monetario per cápita; éste se redujo de forma sistemática a una tasa media anual de -1.17% (en 1998 fue de 4.36 integrantes, mientras que para el 2012, de 3.7).
De esta forma, el ingreso corriente monetario per cápita a precios del 2000 fue de 1 228 pesos mensuales en 1998, mientras que en el 2012 alcanzó un monto de 1 586 pesos; es decir, la reducción sistemática del tamaño medio de los hogares contribuyó en un aumento relativo del ingreso corriente monetario per cápita en México. La magnitud de las variaciones del ingreso corriente monetario per cápita entre dos periodos resulta fundamental para determinar los cambios en los niveles de pobreza unidimensional.
La modificación más importante del ingreso monetario per cápita registró un aumento de 222.7 pesos entre 1998 y el 2000 (en pesos constantes del 2000); por otra parte, el crecimiento de la actividad económica en el 2000 pudo haberse reflejado en un modesto incremento del ingreso monetario per cápita de 11.6 pesos entre el 2000 y 2002. Asimismo, el ingreso monetario per cápita registró una variación negativa de -37.6 y -193.1 pesos reales, respectivamente, en los ciclos 2006-2008 y 2008-2010 (ver gráfica 3).12 En este sentido, la crisis internacional caracterizada por una escalada de precios de los alimentos entre el 2007 y 2008, así como la recesión de la economía mexicana del 2009 son eventos que coincidieron con una caída importante del ingreso monetario per cápita en México.
5. Especificación metodológica
Una primera pregunta de interés se refiere a: ¿cómo han evolucionado los niveles de pobreza en México en la década más reciente? Y derivado de lo anterior: ¿qué tanto contribuye el crecimiento y cuánto, la distribución del ingreso en los niveles observados de pobreza?
Para la medición de la pobreza, se utilizó un índice H (headcount ratio) que consiste en la proporción de la población por debajo de una línea de pobreza z:
(1)
Con base en este índice, el cambio en la pobreza se puede representar de la siguiente forma:
(2)
donde:
Ht1 = número de personas por debajo de la línea de pobreza en el periodo t1.
Ht = número de personas por debajo de la línea de pobreza en el periodo precedente t.
Es necesario definir la distribución del ingreso relativo en t como una distribución de los ingresos después de estandarizar por la media de la población; es decir, es pertinente una definición que sea independiente de la escala (o valor absoluto) de los diferentes ingresos de cada persona. Esto se representa mediante la función de distribución .13
Mediante la adición y sustracción del término a la ecuación (2), es posible separar los efectos del crecimiento y la nueva distribución del ingreso sobre el nivel de pobreza, donde representa el ingreso medio de la población y es la función de distribución del ingreso relativo después de normalizar por la media del ingreso de la población, a partir de lo cual se obtiene:
(3)
Reordenando los términos de la ecuación (3) se obtiene:
(4)
A B
El término A corresponde al efecto crecimiento y el B, al efecto de los cambios en la distribución, donde:
A = cambio proporcional en todos los ingresos (de la población) que deja la distribución del ingreso relativo sin cambios.
B = cambio en la distribución de los ingresos relativos y que es independiente de la media.
a. Definición de líneas de bienestar en México
Para hacer operativa la identidad definida en la ecuación (4), se realizaron una serie de iteraciones que se detallan en el apéndice 1. La definición y uso de la línea de pobreza es de particular importancia en virtud de que su magnitud determina de manera directa el número de pobres en una economía. El CONEVAL establece dos umbrales sobre las carencias sociales de acuerdo con el ingreso mediante el valor monetario asignado a la canasta alimentaria (referido como línea de bienestar mínimo o LBM) y el valor de la canasta alimentaria más la no alimentaria (o línea de bienestar). A su vez, la LBM y la de bienestar se calculan tanto para áreas urbanas como rurales. En la tabla 1 se compara el monto del valor de las líneas de bienestar y LBM correspondientes al 2012.
El valor de las líneas de bienestar se reporta en precios nominales y es actualizado con una periodicidad mensual mediante una herramienta informática desarrollada por el CONEVAL.14 En el presente análisis se estimó un promedio anual de los valores mensuales de la LBM a precios en pesos constantes (año base 2000 = 100), de tal forma que esto permite una comparación consistente respecto al ingreso monetario corriente per cápita.
El cálculo en pesos constantes tanto del promedio mensual de la LBM per cápita como del ingreso corriente monetario per cápita se realizó con base en el índice nacional de precios al consumidor (INPC) reportado por el INEGI. Por otra parte, el uso del índice de precios de la canasta básica ofrecería, en principio, una actualización más precisa de la LBM per cápita en pesos constantes del 2000; sin embargo, se utilizó el INPC para mantener la uniformidad en la conversión de ambas variables. Para reforzar este punto, se hace una comparación de la trayectoria del INPC y el índice de precios de la canasta básica en el apéndice 2.15
La definición de la línea de pobreza usada en este trabajo corresponde a la LBM (es decir, sólo el valor de la canasta alimentaria) de la tabla 1. Este criterio se refiere al análisis de la pobreza de tipo alimentario y no considera otros aspectos básicos para el desarrollo social (por ejemplo, riqueza patrimonial o acervo de capacidades). Asimismo, la medición de la pobreza a nivel nacional se presenta para los siguientes tres casos:
• Si la línea de pobreza corresponde a LBM rural.
• Si la línea de pobreza corresponde a LBM urbana.
• Si la línea de pobreza consiste en una ponderación de la LBM rural y urbana.
El tercero se usa como referente en la medición de la pobreza y su ponderación se establece de acuerdo con la distribución de la población rural y urbana en México en el periodo de análisis. La población total se tomó de los censos de población y vivienda del INEGI del 2000 y 2010, mientras que para los años pares entre 1998 y 2012 se usó el dato de la población total estimada a mitad del año reportada por el Consejo Nacional de Población (CONAPO).
Ya que el Consejo no reporta la distribución de la población rural y urbana, ésta se extrapoló para los años pares a partir de la distribución obtenida de los censos mencionados y el II Conteo de Población y Vivienda 2005. De esta forma, las LBM usadas para definir la línea de pobreza en un periodo (t) se presentan en la tabla 2. La población de México es predominantemente urbana (alrededor de 75%) y esto se toma en cuenta en la ponderación de la LBM, cuya trayectoria es más cercana a la LBM urbana en comparación con la rural (ver gráfica 4); es decir, una persona con un ingreso corriente monetario por debajo de la LBM ponderada —por ejemplo en 1998 (543 pesos al mes)— se consideraría como pobre por carencia alimentaria.
b. ¿Cómo interpretar el monto de la LBM en las condiciones actuales?
El valor de la canasta alimentaria per cápita ponderada en el 2012 ascendió a 610.4 pesos constantes del 2000 (ó 1 027.94 pesos nominales en promedio al mes); esto equivale a 34.26 pesos nominales por día en el mismo año ó 2.6 dólares con base en un promedio anual del tipo de cambio FIX.16 Este valor se ubica por encima del umbral convencional de pobreza de 1 dólar diario (Bourguignon, 2003) con el que subsisten millones de personas en los países en vías de desarrollo, pero muy por debajo de la tasa base de salario mínimo en California en el 2013 (8 dólares por hora) o Nueva York (7.25 dólares por hora), en Estados Unidos de América (EE.UU.).17 Asimismo, la LBM de 34.26 pesos nominales por día equivale a poco más de la mitad del salario mínimo general promedio en México (60.75 pesos diarios), entre el 27 de noviembre y el 31 de diciembre del 2012.18
Es decir, tanto las brechas salariales como de productividad persisten entre ambas economías. Respecto a este último indicador, la productividad laboral de México representó alrededor de un tercio de la de EE.UU. a principios de la década de los 80, mientras que ésta cayó a poco menos de una quinta parte en el 2010 (Moreno Brid, 2012). Como se indicó en la segunda sección de este artículo, el índice de salario mínimo real registró un desplome de alrededor de -76.1% entre 1976 y el 2000.19
El ingreso corriente monetario en México ascendió a 555 600 millones de pesos en el 2012 (pesos constantes del 2000), cifra que representó 78.5% del ingreso corriente total. Tanto las remuneraciones al trabajo subordinado como el ingreso por trabajo independiente representan la fuente más importante del ingreso; las primeras representaron 66.3 y 62.5% de éste, respectivamente, en el 2010 y 2012 (ver gráfica 5).
En este sentido, una mejora de la calidad del trabajo y fuentes de empleo en México (vía fortalecimiento del empleo formal), un aumento de la eficiencia del mercado laboral (sentido pragmático de la reforma laboral del 2012 en cuanto a reducir rigideces en la contratación) y, en última instancia, un aumento sostenido de la productividad multifactorial representan aspectos estructurales que redundarían, sin duda, en un fortalecimiento del ingreso corriente monetario, con mejoras en la reducción de la pobreza. De llevarse a cabo, estos cambios serían parte de un mecanismo que, de manera ideal, incidiría en la reducción de la pobreza mediante la vía del crecimiento económico.
Para responder a la primera pregunta de la investigación, el número de pobres a partir del índice H consiste en los integrantes de los hogares registrados en la ENIGH con un ingreso corriente monetario por debajo de la LBM ponderada en la columna 4, de la tabla 2.
Asimismo, los diferenciales entre el ingreso monetario de cada integrante son muy amplios en algunos casos, y para reducir o suavizar estos saltos se obtuvo el logaritmo (Ln) del ingreso corriente monetario (en pesos constantes del 2000) de cada integrante de los hogares, así como de la LBM ponderada (columna 5, tabla 2). De esta forma, el número observado (o real) de pobres se calcula a partir de la distribución del ingreso a escala logarítmica de los integrantes de los hogares.
Para responder a la segunda pregunta, es necesario calcular el número de pobres sólo por efecto del crecimiento. Esta cifra se considera hipotética y se obtiene a partir del número de integrantes cuyos ingresos corrientes monetarios habrían rebasado la LBM ponderada si a cada uno se le hubiera aumentado por igual la variación del ingreso corriente monetario en el periodo precedente (o bien, si la distribución del ingreso hubiera permanecido sin ningún cambio).
Para ejemplificar este punto, pensemos en dos integrantes de los hogares a y b, con un ingreso corriente monetario per cápita, respectivamente, de 490 y 515 pesos al mes en el 2000; a y b formarían parte de los pobres por carencia alimentaria debido a que contaron con ingresos menores a la LBM ponderada, que fue de 516.8 pesos mensuales en el mismo año.
No obstante, si consideramos que el ingreso corriente monetario medio per cápita registró un incremento positivo de 222.7 pesos entre 1998 y el 2000 (ver gráfica 3) y si sumamos este incremento por igual tanto al ingreso de a como al de b, el ingreso de estos integrantes habría ascendido, respectivamente, a 712.7 y 737.7 pesos mensuales en el 2000 y, por lo tanto, su ingreso corriente monetario per cápita habría rebasado la LBM en ese año, de modo que la pobreza (hipotética) por efectos del crecimiento económico habría sido menor a la observada en el 2000.
En general, este cambio en el ingreso per cápita por efectos del crecimiento se puede representar de la siguiente manera:
(5)
Esto es, el integrante ni del hogar en el año t dado su ingreso per cápita por efecto del crecimiento .
(6)
Es decir, la suma de todos los integrantes ni de los hogares en el año t si y sólo si su ingreso per cápita por efecto del crecimiento es mayor a la línea de bienestar mínimo en el año t.
Los cambios en el número de pobres por efecto del crecimiento consistirían en:
(7)
donde:
ni,t = integrante i del hogar en el año t.
yi,t = ingreso corriente monetario per cápita del integrante i en el año t.
= variación en el ingreso corriente monetario medio de la economía en el periodo t-1 (corresponde a los valores periódicos de la gráfica 3); esta variación puede tener signo positivo o negativo ya que el ingreso podría crecer menos o decrecer en algún periodo.
Nt = suma de todos los integrantes en el año t cuyos ingresos cambiaron por igual en la misma proporción que la variación del ingreso corriente monetario de la economía en el periodo t-1 y que su ingreso es mayor a la LBM.
POBt = población total de la economía.
c. Suma de los índices H para los efectos de distribución y de crecimiento
El cambio en la pobreza por efectos del crecimiento es la base para evaluar los efectos de la distribución a partir de las siguientes operaciones aditivas. La H observada en el periodo t, Ht, también resulta de sumar a la H observada en el periodo t-1, Ht-1 los cambios hc y hd que llevaron a los niveles de la Hc y de la Hd. Esto es:
(8)
donde hc = Hc – Ht-1 es la diferencia entre la H resultante sólo por crecimiento del ingreso en el segundo ciclo, Hc, y la Ht-1 real observada del periodo anterior y hd = Hd – Ht-1 es la diferencia entre la H resultante sólo por distribución, Hd, suponiendo que no hubiese crecimiento en el segundo periodo, y la Ht-1 real, observada en el lapso anterior.
6. Resultados
a. Evolución de la pobreza a nivel nacional
La población de México ascendió a 98.5 millones en 1998 y alcanzó 116.9 millones en el 2012 (población estimada a mitad del año por el CONAPO).20 A nivel de los hogares, el total de integrantes pasó de 95.7 millones a 117.3 millones en el mismo periodo. A pesar de que el tamaño medio de los hogares en México se redujo de forma sistemática (sección 4.b), el crecimiento medio anual de los integrantes de los hogares (1.5%) fue ligeramente superior al de la población (1.2%) en este lapso. El número de pobres observado en relación con la LBM rural, urbana y ponderada entre 1998 y el 2012 se presenta en la tabla 3.
Con base en la LBM ponderada, el número absoluto de pobres por carencia alimentaria a nivel nacional se redujo en promedio anual a una tasa de -0.5% entre 1998 y el 2012, pues pasó de alrededor de 36.4 millones de personas a aproximadamente 34 millones en esta condición en el 2012 (columna 7, tabla 3).
No obstante, la evolución de la pobreza por carencia alimentaria siguió una trayectoria cíclica mediante el cálculo del índice H. El número de pobres respecto a la población total se redujo de forma sistemática durante la primera mitad de la década pasada, pues representaron 36.9% de la población de México en 1998, proporción que se redujo hasta alcanzar su más bajo nivel en el 2006 (19.7%, lo que referimos como punto de inflexión en la gráfica 6); sin embargo, la pobreza volvió a crecer después de ese año hasta alcanzar 29.1% de la población del país en el 2012 (esta trayectoria de cuerda se presenta por medio de una línea punteada). Estas mediciones son consistentes con la trayectoria de la pobreza por ingreso estimada por el CONEVAL (2009), cuyo nivel más bajo de pobreza alimentaria corresponde también al 2006 (13.8% de la población).21
Si bien el crecimiento económico fue modesto (2% en promedio anual entre 1998 y el 2012), la caída de la pobreza en la primera mitad de la década pasada habría respondido a factores estructurales y, de manera especial, los programas de corte social habrían incidido en este efecto. En este mismo sentido, Esquivel et al. (2010) documentan una caída del coeficiente de Gini de 0.543 a 0.498 entre 1996 y el 2006, cuya reducción coincidió con cambios en las políticas económica y social en México.
Si tomamos en cuenta los efectos del crecimiento, el número de pobres (medidos por el índice H) tendría que haber sido mayor que el observado en el 2008 y 2010 (barras verdes en la gráfica 6), pero no así en el 2012; es decir, la desaceleración y crisis de la economía mexicana (entre el 2008 y 2009) por sí solas habrían recrudecido sus efectos sobre la pobreza vía una reducción absoluta del ingreso corriente monetario per cápita en los hogares; no obstante, la tesis del empobrecimiento por equidad puede ser una explicación de que esto no haya sido así.
Por otra parte, la recuperación de la economía mexicana habría tenido un efecto sobre la reducción de la pobreza por efecto del crecimiento de 39.9 a 23.3% entre el 2010 y 2012; sin embargo, la variación positiva del ingreso corriente monetario per cápita de 95.4 pesos (ver gráfica 3) en este periodo no habría sido suficiente para compensar la pérdida del ingreso per cápita a raíz de la crisis, de modo que el número observado de pobres por carencia alimentaria alcanzó 29.1% de la población en el 2012.
En la tabla 4 se presenta el número de pobres observado y sus efectos por crecimiento y distribución con base en la LBM ponderada actualizados con los datos más recientes al 2012.22 El número de pobres por carencia alimentaria a nivel nacional se redujo de manera importante (7 593 249 habitantes) entre 1998 y el 2000. Esta caída de tipo coyuntural coincidió con un incremento sustancial del ingreso corriente monetario per cápita por un monto de 222.7 pesos entre estos dos años.
El número de pobres que había en México en el 2000 era de 28 786 610. Ahora bien, si sólo se hubiera considerado el efecto crecimiento (que en este caso incrementó el ingreso medio de las familias en 222.7 pesos entre 1998 y el 2000 como ya se mencionó), el número de pobres habría caído a 13 275 376 personas; esto es, la variación en el número de pobres debido al efecto del crecimiento positivo respecto a 1998 habría correspondido a una reducción de -23 104 483.
Por su parte, el efecto distribución por sí sólo habría causado un aumento de 15 511 234 pobres; es decir, si nada más se tomara en cuenta este efecto, el número de pobres habría sido de 51 891 093 personas en el 2000. Por lo tanto, la combinación de las variaciones tanto por crecimiento como por distribución confluyó en el número de pobres observado del siguiente año; es decir, la reducción fue de 7 593 249 pobres entre estos años.
Conviene señalar que la variación (positiva) en el aumento de la pobreza por el efecto distribución (columna 5, tabla 4) contrarrestó la variación (negativa) o reducción de la pobreza por efecto del crecimiento (columna 3, tabla 4) entre el 2000 y 2006. Esta relación se invirtió en el 2008 y 2010 (periodos pre y postcrisis), donde la variación (negativa) del número de pobres por efecto de la distribución compensó la variación (positiva) del aumento de la pobreza por una caída del ingreso.
El número de pobres a nivel nacional ascendió a 34 047 341 en el 2012; no obstante, si sólo se hubiera tomado en cuenta el efecto del crecimiento (que coincide con un aumento medio del ingreso corriente monetario per cápita de 95.4 pesos), el número de pobres habría disminuido a 27 213 007; es decir, la variación en la pobreza debido al efecto del crecimiento positivo respecto al 2010 habría correspondido a una disminución de -3 283 525.
En contraparte, el efecto distribución por sí sólo (sin considerar el del ingreso) habría provocado un aumento de 6 834 334 pobres; esto es, por causa de la distribución habría 37 330 866 pobres en el 2012. La combinación de las variaciones por efectos del crecimiento y distribución resultan en el número de pobres observado en el siguiente año. El aumento en los dos años más recientes (2010-2012) fue de 3 550 809 pobres (equivalente a 3% de la población total).
A partir de una inspección visual de las curvas de distribución del ingreso monetario real per cápita, se observan los siguientes cambios en los niveles de pobreza (ver gráfica 7):
• La reducción del número de pobres por efecto del crecimiento habría estado representada a través de un desplazamiento hacia la derecha de la curva punteada a una nueva curva dibujada con una línea sólida. De este modo, un mayor número de personas tendrían un ingreso corriente monetario mensual per cápita superior a la LBM ponderada de 6.30 pesos (grupos de ingreso en escala logarítmica en el eje horizontal del panel 7.1).
• El mismo desplazamiento de la curva hacia la derecha se habría observado en el 2000, debido a una reducción de la pobreza por efectos del crecimiento, con una LBM de 6.25 pesos (panel 7.2).
• El desplazamiento de la curva de distribución del ingreso por efectos del crecimiento habría sido mínimo en el 2008 y, en este caso, el efecto distribución habría contribuido a contener un aumento significativo de la pobreza, con una LBM ponderada de 6.33 pesos (panel 7.3).
• La curva de distribución del ingreso registra un ligero desplazamiento por efectos del crecimiento en el 2012, lo que de algún modo está asociado a la recuperación del ingreso corriente monetario promedio entre el 2010 y 2012 y, en este caso, la LBM ponderada fue de 6.41 pesos (panel 7.4).
b. ¿Qué hacer ante los cambios de coyuntura de la pobreza?
En cinco de los siete periodos analizados entre 1998 y el 2012, el efecto distribución no favoreció la reducción de la pobreza en México (columna 5, tabla 4). En este sentido, conviene preguntar: ¿cuál ha sido la función de gasto público de carácter redistributivo y dirigido hacia la población en pobreza extrema en México? De manera especial, PROGRESA/Oportunidades es, quizá, el programa social de corte más progresivo y que se ha traducido en una efectiva redistribución del ingreso en México (o bien que ha incidido directamente en las familias de zonas rurales con mayor carencia alimentaria en parte mediante transferencias en especie de subsidios alimentarios).
Asimismo, y en el marco de los resultados más recientes sobre el estado de la pobreza en México presentados por el CONEVAL, las coberturas básicas con transferencias monetarias por parte del Seguro Popular y Piso Firme habrían compensado, en parte (mediante la vía redistributiva), el aumento de la población con ingresos precarios en el 2012.
Los cambios en los niveles de pobreza y beneficios derivados de los efectos redistributivos a partir del programa PROGRESA/Oportunidades (transferencias de efectivo para los más pobres de carácter condicional) han sido ampliamente analizados por Esquivel et al. (2010). De acuerdo con estimaciones de estos autores, el coeficiente de Gini habría caído de 0.502 a 0.494 en el 2004 derivado de los beneficios de Oportunidades. En particular, la población asociada a este programa con ingresos por debajo de la línea de pobreza habría disminuido 9.7% en el medio rural y 2.6% en las ciudades, entre el 2002 y 2004 (Esquivel et al., 2010).
No obstante, no todos los programas sociales tienen un efecto progresivo en la práctica, y esto pone de manifiesto una ineficiencia en el diseño y resultados del gasto público respecto a su incidencia en la reducción de la pobreza. Lo que se observa es que el gasto social orientado a los pobres aumentó de manera importante a partir de la segunda mitad de la década de los 90, pero su incidencia sobre la reducción de la desigualdad en la distribución ha sido limitada; es decir, se estima que 58% del gasto del gobierno en México con fines redistributivos fue regresivo en el 2006. Dentro del gasto público redistributivo asignado en ese año, Oportunidades tuvo el efecto de mayor progresividad y, por el contrario, los programas Ingreso Objetivo (para productores agrícolas) y Procampo, entre otros, fueron los más regresivos en términos relativos (Esquivel et al., 2010).
Los resultados presentados en la tabla 4 sobre el aumento en el número de pobres por efecto de la distribución en el periodo 2000-2006 estarían explicados, en parte, por la ineficiencia o regresividad del gasto público en programas sociales. En este sentido, una mayor incidencia del gasto público social sobre la reducción de la pobreza (en particular, la extrema) necesita replantear la asignación de su gasto; asimismo, se insiste en garantizar en todo momento transparencia en la rendición de cuentas.
7. Conclusiones
Los resultados del presente análisis muestran que de 1998 al 2006 el número de pobres disminuyó de 36.4 millones a 21.4 millones de personas de acuerdo con la LBM ponderada; en 2012 hubo un repunte para elevarse de nuevo y alcanzar un nivel de 34 millones.
Mediante el índice H, que representa la proporción de personas por debajo de la LBM ponderada en relación con la población total, se observa un comportamiento similar, pues igualmente muestra que, después de la tendencia decreciente de la pobreza entre 1998 y el 2006, volvió a revertirse y llegó a representar 29.1% de pobres por carencia alimentaria en el 2012; es decir, la pobreza, según el índice H, se encuentra en niveles similares al 2000 (29.5%), de tal modo que en ese lapso no se lograron capitalizar los beneficios respecto a una mejora del nivel de vida de los habitantes de México.
Asimismo, los resultados sobre la disminución del número de pobres hasta el 2006 coincide con una tendencia decreciente de la desigualdad del ingreso documentada por Esquivel et al. (2010) después de 1994; no obstante, estos autores encuentran que una reducción de la brecha de desigualdad del ingreso (aunque no necesariamente en el número absoluto de pobres) respondió, en gran medida, a aumentos salariales de los trabajadores de los primeros deciles de la distribución, con baja calificación y poca experiencia, así como una oferta relativa de trabajadores de los deciles superiores de la distribución con alta calificación que sobrepasó la demanda.
Por otra parte, y de acuerdo con el análisis que aquí presentamos, el número de pobres por efecto del crecimiento habría sido mucho menor que el observado (real) entre 1998 y el 2006, lo cual sugiere que los efectos redistributivos, lejos de reducir la pobreza, agudizaron este problema. Esta tendencia estaría, en cierto modo, relacionada con la regresividad de un conjunto de programas sociales (como está señalado en la sección anterior).
En este sentido, PROGRESA/Oportunidades habría tenido un efecto directo sobre la distribución del ingreso cuyas transferencias habrían reducido el coeficiente de Gini de 0.502 a 0.494 (Esquivel et al., 2010), equivalente a cerca de una quinta parte de la reducción del coeficiente registrada entre 1996 y el 2006, pero la magnitud de las transferencias monetarias y subsidios de programas no focalizados (o regresivos) habría eliminado el efecto progresivo de PROGRESA/Oportunidades sobre la distribución del ingreso.
Asimismo, el componente del crecimiento abordado en nuestra investigación habría tenido un efecto mucho mayor sobre el aumento de la pobreza después del 2006 pero, dado que el número observado (real) de pobres fue menor, podemos concluir que la redistribución del ingreso tuvo un efecto favorable en la disminución de la pobreza.
Este hallazgo es relevante en el sentido de que los efectos redistributivos (a través de la ejecución de programas de corte social) habrían tenido una mayor efectividad para contener el crecimiento de la pobreza en México durante el periodo de desaceleración y crisis económica (en particular entre el 2008 y 2010).
En consecuencia, es posible caracterizar los cambios en los niveles de pobreza en dos fases: en un primer periodo (1998-2006), un crecimiento económico moderado habría favorecido la reducción en el número de pobres, pero los efectos redistributivos (en particular la regresividad de muchos programas sociales) habrían representado un contrapeso para una mayor reducción de la pobreza. En el segundo (2006-2010 y, en menor medida, 2012), tanto la desaceleración como la crisis del 2009 agudizaron el aumento de la pobreza en México; no obstante, el efecto redistributivo cobró una mayor efectividad, de tal forma que el aumento de la pobreza se contuvo o fue mucho menor que si sólo se hubiera considerado el efecto de la contracción económica, de modo que el componente redistributivo se tornó mucho más efectivo en el contexto de crisis de la economía mexicana.
Después de esta revisión acerca de los cambios en los niveles de pobreza, ¿qué lecciones podemos recoger en torno a la integración entre el crecimiento de la economía mexicana y las medidas redistributivas en el dominio de la política pública?, ¿cómo podemos referir esto en relación con el desarrollo social para un México incluyente definido en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018? Enseguida, se puntualiza un grupo de lineamientos que podrían orientar acciones en el dominio de lo público con el objetivo de combatir el problema de la pobreza en México:
• Priorizar con recursos, capacidades técnicas y de ejecución los programas sectoriales y de corte social que, en conjunto, tengan una mayor progresividad sobre la redistribución del ingreso.
• Desarrollar metodologías que evalúen, administren y ejecuten el gasto con fines sociales de acuerdo con su efectividad para incidir en la reducción de la pobreza. No se trata de evaluar a la Secretaría de Desarrollo Social sino al conjunto de programas que ejercen un gasto con la etiqueta de fines de desarrollo social; la ejecución de este gasto requiere de objetivos alineados, mayor cooperación y gobernanza entre las dependencias y actores involucrados.
• Elaborar metodologías ad hoc encaminadas a mejorar la eficiencia y alcance de los programas sociales en curso. Desde luego, la parte técnica debe ser implementada con un alto grado de liderazgo y voluntad política.
• Promover activamente la importancia de la parte de ejecución de programas, a partir de las evaluaciones del CONEVAL (que tiene una función muy bien definida respecto a sus capacidades técnicas en el tema de la pobreza). No basta con medir, sino que es prioritario pasar a la ejecución y realimentación. Estas evaluaciones deberían fomentar una mayor participación y reacción de parte de la sociedad civil mediante propuestas concretas en torno a la reducción de la pobreza.
• Privilegiar los programas e iniciativas públicas que generen una ocupación (involucramiento) de las personas con ingresos monetarios escasos a cambio de un incentivo o remuneración y no sólo recibir transferencias monetarias. Se propone un esquema de empleador público que bien podría incluirse dentro de la cruzada nacional contra el hambre y que asista, asesore y dé seguimiento (evalúe) las actividades de los grupos menos favorecidos.
• Sujetar a los programas de desarrollo social a revisiones y cambios continuos de acuerdo con su grado de progreso y efectividad para combatir la pobreza; éstos deben incidir de forma directa en la creación de nuevas fuentes de empleo e, idealmente, deberían abordar a la localidad como foco de desarrollo (el municipio como unidad de acción podría resultar un target bastante grande). Los ejecutores de la política social requieren ser muy receptivos a la prueba, error y aprendizaje.
• Revisar y actualizar continuamente a la población objetivo a la que se dirigen los programas sociales de mayor progresividad.
• Una parte de los migrantes a EE.UU. son connacionales del medio rural que son absorbidos por los sectores construcción, campo y servicios, que demandan una baja calificación en ese país.
A partir de aquí se sugiere:
– Evaluar la demanda del sector construcción en México (en la actualidad con crecimiento negativo) y estimar su potencial para absorber la mano de obra con baja calificación de medios rurales en México y, derivado de esto, evaluar la pertinencia de un programa de intervención pública.
– Delimitar las funciones del gasto público con fines de desarrollo productivo del campo mexicano (agricultura comercial a gran escala) del gasto social con fines de subsistencia para pequeños productores. Es necesario circunscribir los objetivos y el significado de la reactivación del agro mexicano. Los recursos públicos no deben otorgarse con un criterio de fondo perdido sino que debe evaluarse la efectividad de uso; asimismo, es necesario que sus beneficiarios reciban asesoría sobre cómo utilizar estos recursos.
Los criterios anteriores están pensados en un sentido de acción del dominio público y son complementarios a la generación de empleos en el sector privado. De esta manera, las políticas encaminadas a reducir la pobreza estarían directamente conectadas al fortalecimiento del mercado laboral. A su vez, se requiere el diseño y evaluación de esquemas de protección social que eviten la precarización del ingreso monetario de la clase trabajadora ante la pérdida de empleos formales en ciclos de contracción de la actividad económica en México.
Fuentes
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Apéndices
Apéndice 1
Variables transformadas
A partir del uso de los microdatos de la ENIGH se realizó una serie de iteraciones con el uso del software SPSS. Las siguientes transformaciones se hicieron con base en las variables enumeradas en la sección 4.a con periodicidad bienal para el ciclo 1998-2012:
• tot_resi_f = (tot_resi) * (f). Resulta de multiplicar el número de personas que habitan la vivienda de un hogar por su correspondiente factor de expansión.
• ingmon_f = (ingmon) * (f). Se obtiene de multiplicar el ingreso corriente monetario por su correspondiente factor de expansión.
• ingmon_pc = (ingmon_f)/(tot_resi_f). Consiste en la división del ingreso corriente monetario del hogar entre el número de personas que habitan la vivienda de su correspondiente hogar; esta variable consiste en el ingreso monetario per cápita trimestral nominal.
• ingmon_pc2 = (ingmon_pc * 100)/(3 * IP). Es la división del ingreso per cápita trimestral nominal entre su correspondiente índice de precios multiplicado por 3. El ingreso corriente monetario reportado por la ENIGH corresponde a un promedio trimestral y, así, al dividir esta variable entre 3 y un índice de precios, esta variable se transforma en el ingreso per cápita mensual real. El índice de precios usado toma como año base 2000 = 100.
• ingmon_pc3t = ingmon_pc2 + Δ(ingreso corriente monetario per cápita)t-1. Esta variable resulta de la suma del ingreso per cápita mensual en el año (t) y la variación del ingreso corriente monetario per cápita del periodo precedente (t-1). Esta variación puede ser positiva o negativa y corresponde a los valores reportados en la gráfica 3 en pesos constantes del 2000. La variable transformada corresponde al ingreso per cápita mensual real teórico por efecto del crecimiento.
• ln_ingmon = Ln(ingmon_pc2). Consiste en el logaritmo natural del ingreso per cápita mensual real.
• ln_ingmon2 = Ln(ingmon_pc3). Es el logaritmo natural del ingreso per cápita mensual real teórico por efecto del crecimiento.
Los microdatos de la ENIGH del 2008 al 2012 corresponden a la construcción tradicional de modo que las comparaciones sean consistentes con las ediciones de años anteriores.
Apéndice 2
INPC frente al índice de precios de la canasta básica
La finalidad de este ejercicio es mostrar cómo el uso del índice de precios de la canasta básica (año base 2000 = 100) habría afectado el valor de las LBM rural, urbana y ponderada respecto al uso del INPC, cuya trayectoria y de la canasta básica es muy similar entre 1998 y el 2005; sin embargo, a partir de este año, el índice de precios de la canasta básica registra saltos que lo colocan sistemáticamente por encima del INPC, y esta brecha se acentúa en los años más recientes (ver gráfica 8).
Así, por ejemplo, en el 2006, el INPC promedio fue de 131.8 frente al índice de precios de la canasta básica de 134.2 (en pesos constantes del 2000); en el 2010, el INPC fue de 157.9 frente al de la canasta básica de 164.5, mientras que, en el 2012, el INPC fue de 170.0 frente a 180.4.
De esta forma, el cálculo de la LBM ponderada con base en el índice de precios de la canasta básica habría resultado menor, por ejemplo, fue de 530.8 pesos (en precios constantes del 2000) frente a la LBM ponderada a partir del INPC de 540.4 pesos en el 2006. La LBM ponderada con el uso del índice de precios de la canasta básica y el INPC fue, respectivamente, de 561.1 y 584.3 pesos en el 2010, mientras que en el 2012 fue, en ese orden, de 575.4 y 610.4 pesos.
De este modo, el número calculado de pobres habría sido ligeramente menor en el caso del uso de una LBM ponderada mediante el uso del índice de precios de la canasta básica; no obstante, como se menciona en el análisis de esta investigación, decidimos usar el INPC para mantener consistencia entre las comparaciones del ingreso corriente monetario per cápita y las LBM.
Apéndice 3
Casos 1 y 2 de las LBM
1 Hernández Laos (2000) hace un recuento de los principales cambios introducidos a mitad de la década de los 80 en respuesta a la crisis económica mexicana. Entre éstos se cuentan: apertura de la economía (gradual remoción de las restricciones cuantitativas al comercio y aranceles a las importaciones), crecimiento orientado a las exportaciones; intensificación del proceso de privatización a la par de un desmantelamiento de la mayor parte de las empresas estatales, cambios a las reglas existentes para permitir la inversión extranjera directa y desregulación de sectores clave de la economía que permitió un rol más activo del sector privado. Este proceso retoma su continuidad con la segunda generación de reformas estructurales (por ejemplo, la laboral y la educativa, aprobadas en noviembre y diciembre del 2012, respectivamente) y aquéllas en proceso de aprobación.
2 El producto interno bruto (PIB) per cápita de México fue de 64 848 (~6 858.2 dólares corrientes) y 70 092 pesos (~10 247.2 dólares corrientes) en el 2000 y 2012, respectivamente, a precios constantes año base 2000).
3 El documento se elabora a partir de las aportaciones sobre la medición de la pobreza en México a nivel regional de Luis Foncerrada Pascal (2010), ver nota al inicio del artículo.
4 Un análisis muy detallado de la pobreza en México y sus condicionantes macroeconómicas se encuentran en Boltvinik y Hernández Laos (1999).
5 Cálculos del CEESP con base en un índice del salario mínimo real; enero 1969 = 100.
6 Este enfoque comprende las siguientes ocho dimensiones para la medición de la pobreza: ingreso, rezago educativo, acceso a la salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación y grado de cohesión social (CONEVAL, 2012).
7 A partir del 2008 se amplió el tamaño de la muestra de la ENIGH para tener representatividad estadística de las siguientes entidades: Distrito Federal, México, Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Sonora y Yucatán. Asimismo, se tenía representatividad estadística para Tlaxcala y el área metropolitana de la ciudad de México en 1992 y otras entidades en ediciones subsecuentes. No obstante, ésta no es uniforme en los distintos periodos y tampoco incluye a todos los estados, ver ENIGH, 2008. INEGI. Conociendo la base de datos.
8 Para una descripción de las variables de cada una de estas categorías y sus correspondientes clasificaciones, ver Temas, categorías y variables de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares 2010 (INEGI).
9 Las cifras reportadas en los tabulados básicos de la ENIGH corresponden a promedios trimestrales, de modo que las estimaciones mensuales resultan de dividir las cifras reportadas entre 3.
10 Se refiere a las percepciones en efectivo que recibieron los miembros del hogar durante el periodo de referencia a cambio de la venta de su fuerza de trabajo a una empresa, institución o patrón, o bien, el ingreso en efectivo y/o en especie de un negocio agropecuario o no agropecuario propiedad de algún miembro del hogar; también, se incluyeron el alquiler, intereses, dividendos y regalías derivados de la posesión de activos físicos y no físicos, los rendimientos derivados de cooperativas, las transferencias recabadas que no constituyen un pago por su trabajo y otros ingresos corrientes adquiridos, así como el valor estimado por los miembros del hogar a precios de consumo final de los productos y/o servicios de consumo final y privado obtenidos por autoconsumo, pago en especie, regalos y estimación del alquiler de la vivienda. Glosario de la ENIGH 2008.
11 Misma observación que en la nota al pie número 9.
12 Los resultados de la ENIGH 2012 se publicaron el 16 de julio de 2013 (Boletín de prensa núm. 278/13, INEGI). Los resultados de esta edición comprenden una actualización del ingreso corriente monetario por hogar (promedio trimestral) respecto a la ENIGH 2010 y que incluye las cifras correspondientes al 2006, 2008 y 2010. Estos ajustes modifican ligeramente el ingreso corriente monetario per cápita, así como sus variaciones de las estimaciones originales con base en los resultados de la ENIGH 2010.
13 Para un desarrollo formal y aplicación de la metodología descrita, ver Bourguignon (2003, p. 10).
14 Ver CONEVAL. Análisis y medición de la pobreza. Líneas de bienestar y contenido y valor de la canasta alimentaria. Consultado en bit.ly/3yjTLkG
15 Esta información puede consultarse en el sitio del INEGI en internet (bit.ly/3Y2XKfZ), en Estadística/Economía/Precios-inflación, apartado Índices de precios al consumidor.
16 El promedio anual del tipo de cambio FIX fue de 13.17 pesos por dólar en el 2012.
17 US Department of Labor. Wage and Hour Division (WHD). Minimum Wage Laws in the States. January 1, 2013.
18 Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Comisión Nacional de Salarios Mínimos. Salario mínimo general promedio de los Estados Unidos Mexicanos, 1964-2013.
19 Estimaciones del CEESP; este índice toma como base enero de 1979 = 100.
20 CONAPO. Proyecciones de la población nacional 2010-2050.
21 La diferencia entre nuestra estimación de pobreza alimentaria en el 2006 (19.7%) y la del CONEVAL para el mismo año (13.8%) se debe a que en nuestro caso usamos el ingreso corriente monetario mientras que las estimaciones del Consejo toman en cuenta el ingreso corriente total (la suma del ingreso monetario y no monetario) y, por lo tanto, su criterio para la medición de la pobreza es más flexible.
22 Por motivos de espacio, el número de pobres según las LBM rural y urbana y los correspondientes a los efectos del crecimiento y distribución se presentan en las tablas 5 y 6 del apéndice 3.