Indicadores subjetivos de bienestar y progreso social

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Hay una necesidad entre los países de desarrollar metodologías y estadísticas apropiadas que midan la calidad de vida de la población más allá de los indicadores tradicionales. Esto abre la posibilidad de recabar información sobre la percepción de la población sobre su nivel de vida. Sin embargo, la opinión de la población sobre su bienestar puede diferir si su nivel de vida se analiza con base en indicadores duros. Por ello, es importante entender bajo qué contexto se deben recabar y cómo interpretar las estadísticas subjetivas de un país con el objetivo de definir los criterios por adoptar entre las naciones. Este artículo muestra, para el caso de México, algunas divergencias que pueden existir en la interpretación sobre el nivel de vida de la población de comparar indicadores subjetivos con los tradicionales.

Palabras clave: calidad de vida, estadísticas de percepción, indicadores objetivos.

There is the need among countries to develop appropriate methodologies and statistics able to measure the population´s quality of life beyond traditional indicators. This opens the possibility of incorporating statistics that reflect the people´s opinion on their wellbeing. Nevertheless, the population´s perception on the quality of life may differ if the analysis is based on hard indicators. As a result, it is important to understand under which context should be gathered and interpreted subjective statistics of a country, in order to define the guidelines that nations should adopt on this matter. This paper shows, for the case of Mexico, some divergences that one can encounter in interpreting the wellbeing of the population from looking at subjective data as opposed to traditional indicators.

 

Key words: Quality of life, statistics collection, objective indicators.

Crecimiento económico vs. progreso social

 

Tradicionalmente, el concepto de bienestar social se ha identificado con el de crecimiento económico y, en muchas ocasiones, éste se ha utilizado como sinónimo de desarrollo humano o progreso social; no obstante, esta acepción es más amplia, pues incorpora al porvenir económico la capacidad del ser humano de transformar y mejorar su condición de vida de acuerdo con sus costumbres, con una visión de sustentabilidad de largo plazo en cuanto a su entorno social, económico, político y del medioambiente.

En la actualidad, hay un importante consenso respecto a que crecimiento económico no es igual a progreso social y humano. Por lo tanto, existe el asentimiento sobre la importancia de desarrollar metodologías y estadísticas apropiadas que permitan medir el progreso de la población más allá de las estadísticas tradicionales, las cuales centran su ámbito de registro en indicadores económicos.

Sin embargo, el reto es establecer un acuerdo común sobre los métodos y el inventario de información estadística que debe formar parte de la concepción respecto a cómo entendemos, medimos y analizamos el progreso social y desarrollo humano.

¿Cuál debe ser el criterio que regule el inventario de estadísticas e indicadores que den cuenta del progreso social y económico?, ¿cuál debe ser el marco conceptual que defina y norme la interpretación de las diferentes dimensiones de medición social y económica?, ¿cuál es la métrica adecuada en cuanto a tiempo y espacio que debe utilizarse en cada dimensión de medición del bienestar? Éstas y otras preguntas siguen abiertas y sujetas a debate debido a la complejidad del tema.

El informe Stiglitz-Sen-Fitoussi

 

Las oficinas nacionales de estadística alrededor del mundo han enfrentado, históricamente, el reto de generar información relevante para el diagnóstico y la toma de decisiones en materia de políticas públicas que sustenten un mayor desarrollo social. No obstante, el desafío por adoptar una metodología que abarque indicadores más allá de los económicos y permita el análisis sobre el estado y la dinámica del progreso entre diferentes sociedades y países sigue presente.

El informe de la Comisión Stiglitz-Sen-Fitoussi (Comisión Internacional sobre Medición de Desempeño Económico y el Progreso Social) da cuenta de la necesidad de incorporar nuevas mediciones a las estadísticas nacionales para mejorar el seguimiento del desarrollo económico y social de los países. En particular, sugiere tres objetivos específicos que las oficinas nacionales de estadística alrededor del mundo deben realizar para alcanzar este propósito:

1. Revisar si los indicadores que en la actualidad se utilizan para reportar el progreso social realmente reflejan sus aspectos más relevantes.

2. Discutir y definir los aciertos y las limitaciones de la medición empírica sobre las alternativas de evaluación del progreso social.

3. Explorar las diversas vías que pueden utilizarse con el fin de hacer llegar, de manera eficaz, la información que resulte de las evaluaciones del progreso social a sus destinatarios para que, en realidad, tenga un impacto en la toma de decisiones públicas y privadas.


Información subjetiva como estadística del bienestar social

 

La simple idea acerca de la necesidad de medir la calidad de vida de la población con indicadores de bienestar, más allá de los tradicionales, abre la posibilidad de considerar la eventualidad de recabar información estadística que refleje la percepción de la población sobre su calidad de vida en diferentes puntos en el tiempo y de diferentes dimensiones del bienestar que pudieran ser de interés para la conducción de políticas públicas.

En México existen importantes esfuerzos para obtener información subjetiva de la población sobre su bienestar a nivel nacional, por ejemplo: las encuestas de nutrición y salud que dirige el Instituto Nacional de Salud Pública captan una amplia batería de preguntas que permite medir la percepción de la población sobre su estado de salud. Asimismo, dependencias del gobierno federal, como la Secretaría de Desarrollo Social, han levantado encuestas respecto a la percepción de los beneficiarios de sus programas que intentan medir qué tan felices se consideran.

Otro caso es la Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares (ENNVIH)1, de representatividad nacional, multidimensional y de diseño longitudinal, que sigue a la población a lo largo del tiempo, independientemente de sus decisiones laborales, cohabitación o migración y cuyo objetivo es recabar información acerca del bienestar de los mexicanos en un solo instrumento mediante indicadores amplios sobre aspectos demográficos, económicos y de salud de la población durante las diferentes etapas del ciclo de vida de las personas.

En su esfuerzo por obtener información del bienestar de los mexicanos, la ENNVIH busca datos sobre la percepción de los ciudadanos en cuanto a su estado de salud en general, de ánimo o salud mental, la apreciación del problema de inseguridad e indicadores que permiten analizar la idea que los mexicanos tienen de sus expectativas económicas en el futuro, entre otros indicadores.

Incorporar indicadores de percepción en encuestas dirigidas a la población abierta y en las estadísticas nacionales de cada país permite recoger la visión que tienen los ciudadanos sobre su bienestar, es decir, sobre el nivel de satisfacción, conocimiento e insatisfacción de los problemas que les aquejan.

Las estadísticas basadas en información subjetiva de la población permiten analizar la percepción de los ciudadanos sobre diferentes aspectos de su bienestar.

Por ejemplo: la gráfica 1 presenta la apreciación de los mexicanos de 15 años de edad o más acerca de la posición económica en la que se encuentran en relación con la de los demás, definiendo su posición en términos de seis escalones o estados económicos posibles, siendo el primero el de la situación de los más pobres y el sexto, el de los mexicanos con mayor riqueza.

De acuerdo con este ejercicio (y con datos de la ENNVIH), 24% de la población adulta percibe encontrarse en una situación de desventaja económica en relación con el resto de los mexicanos; 35% cree que su estatus los sitúa apenas en el segundo escalón de seis niveles de bienestar y sólo 1% considera que su situación económica los ubica entre los más ricos.


Percepción de bienestar y consistencia de indicadores subjetivos

 

En algunas ocasiones, la opinión ciudadana sobre su situación en una dimensión de bienestar puede diferir respecto a la apreciación de su bienestar en un contexto diferente. Para ejemplificar este hecho, pasemos al análisis de la idea que los mexicanos tienen en relación con su estado de su salud en general. Como se puede apreciar en la gráfica 2, la mayoría de los mexicanos considera que es buena. La percepción de tener buena salud aparentemente es mayor que la de bienestar económico si comparamos la gráfica 1 con la 2. A pesar de ello, la 2 muestra una clara correlación positiva entre quienes consideran tener buena salud y el nivel de escolaridad que poseen. Esto puede deberse a que las personas con mayor educación cuentan con mayores recursos económicos para el cuidado de su salud, o bien, porque el conjunto de información que han adquirido para calificar su salud es diferente a las personas de menor escolaridad.

La información subjetiva también permite analizar la evolución de la percepción de la población sobre su bienestar actual en relación con la apreciación de su estado en el pasado, o incluso la expectativa de su bienestar hacia el futuro.

Por ejemplo: la gráfica 3 muestra que las personas con mayor escolaridad perciben que su salud en general ha mejorado al momento de la entrevista respecto a cómo se sentían un año atrás; no así para las personas con menor instrucción, quienes creen que su salud ha empeorado con el tiempo.

En términos de expectativas, la gráfica 3 presenta la misma tendencia: entre la población adulta de México, el optimismo de tener mejor salud en el futuro está asociado con un mayor grado de escolaridad.

Como percibimos los mexicanos nuestra salud pereciera ser consistente con lo que uno esperaría fuera la evolución del estado de salud de la población en la medida que las personas envejecen: los adultos jóvenes sienten que gozan de una buena salud, en comparación con la apreciación que tienen los adultos en edad de plenitud y éstos en relación con las personas de la tercera edad, cuya percepción es que su salud se encuentra deteriorada.

Sin embargo, si realizamos este mismo ejercicio y comparamos la percepción del estado de salud en general entre la población indígena y no indígena, se observa que esta última se considera con buena salud, incluso con un porcentaje más alto de indígenas con la idea de buena salud por arriba de la población no indígena (ver gráfica 4).

Desafortunadamente, al analizar los datos duros del sistema de salud, la población indígena presenta indicadores de salud más deficiente que la población no indígena. Lo anterior alerta sobre lo que implícitamente se sabe y que debe tenerse presente al momento de estudiar la evolución del bienestar social a través del uso de estadísticas subjetivas: los indicadores de percepción son eso, percepción y, en circunstancias particulares, pudieran desviarse de los datos duros.

El que la percepción de la población se desvíe en ocasiones de la medición con base en datos duros de la realidad es natural y, por lo tanto, nuestra posición en este sentido es que no por ello debemos dejar de analizarla ni de recabar estos indicadores pues, como hemos mencionado, la percepción de la población refleja, de alguna manera, el estado de ánimo que guardamos respecto a nosotros mismos, nuestras preocupaciones, los problemas que nos importan y, por ende, forma parte de nuestro nivel de bienestar o felicidad.


Indicadores subjetivos como métrica del bienestar ante circunstancias de interés general

Hoy en día, existen instrumentos de medición que permiten estudiar el estado de ánimo o de salud mental de la población abierta a través de un conjunto de reactivos que ayudan a caracterizar la situación emocional de la persona y distinguir si está en un estado normal, con algún nivel de ansiedad y estrés o si se encuentra en un nivel de posible depresión; por ejemplo: la gráfica 5 muestra un porcentaje importante de mexicanos que mencionan haberse sentido tristes, con ganas de llorar y con dificultad para dormir en las últimas cuatro semanas. 2 El mismo análisis da cuenta de que el estado de salud mental entre las mujeres (medido por los mismos indicadores de percepción) es de mayor fragilidad que el de los hombres.

Los indicadores subjetivos también sirven para analizar la relación del bienestar de la población ante ciertos eventos o circunstancias de interés general; por ejemplo: los mismos indicadores de salud mental pueden estudiarse bajo el entorno del problema de inseguridad y proveer información de cómo este flagelo afecta el bienestar de la población más allá de los aspectos económicos tradicionales asociados con ser víctima de un crimen.

De acuerdo con la gráfica 6, ser víctima de algún asalto o robo incrementa en 15% —y de manera significativa— la propensión de sentirse triste entre la población masculina adulta de México.

La gráfica 7 muestra el mismo ejercicio entre la población femenina, el cual da cuenta que la inseguridad en México genera un muy elevado nivel de estrés. Ser víctima de un robo o asalto provoca en las mujeres gran estrés y ansiedad, reflejándose en un estado de ánimo de tristeza, ganas de llorar, problemas para dormir, dificultad para concentrarse, disminución del apetito, ser obsesiva, con angustia y miedo y la sensación de sentirse sola.

Es importante mencionar que el análisis anterior sobre el estado de salud mental de la población —debido a que se encuentra en función de indicadores autorreportados— no permite analizar si la diferencia que muestran las gráficas sobre el estado de ánimo entre la población masculina y femenina es producto sólo del hecho de que las mujeres se sienten en mayor confianza de expresar sus sentimientos al momento de la entrevista en relación con el caso de los hombres o si, por el contrario, obedece al hecho de que ellas enfrentan con mayor severidad el flagelo de la inseguridad y el crimen.

Independientemente de las limitaciones del análisis, los indicadores sobre el estado de ánimo de la población ante la experiencia de un asalto o robo reflejan, sin objeción, que la inseguridad representa una disminución importante en el estado de bienestar de la población.

La gráfica 8 confirma lo anterior: entre 20 y 30% de la población siente miedo de poder ser víctima del crimen, aun cuando no lo ha sido, y se incrementa entre la población con mayor ingreso económico y entre la adulta joven de 15 a 25 años de edad.

Indicadores subjetivos: realidad o apreciación

Recabar indicadores subjetivos de la población ayuda a entender mejor la percepción del estado de bienestar de la población y, por ende, de la evolución del desarrollo o progreso social de los países. Con todo, la información subjetiva, por definición, se basa en indicadores de apreciación de quien responde y, por lo tanto, siempre serán sujetos de la percepción que la persona tenga de la realidad, su estado de ánimo al momento de la entrevista, así como por el conjunto de información y entendimiento que el individuo tenga, en un momento en el tiempo, de lo que le rodea. Por ello, es necesario enfatizar la importancia de complementar la información proveniente de indicadores subjetivos con estadísticas resultantes de indicadores duros. Así, ambas fuentes se ayudan a describir mejor la calidad de vida de la población.

Enseguida se exponen tres ejemplos de cómo los indicadores duros se complementan con la información subjetiva para enriquecer el análisis sobre el bienestar de la población.

La gráfica 9 replica el análisis sobre la percepción de los mexicanos en cuanto a su posición económica en relación con el resto de la población (ver gráfica 1). Como se puede observar, la percepción de la población es diferente respecto al lugar que tomarían si se ordenara a los respondientes por su nivel de ingreso. Al hacer este ejercicio, vemos que la población con menores ingresos económicos tiende a considerar que su posición económica, frente al resto de la población, es mejor que si ordenáramos a la población de acuerdo con la distribución tradicional del ingreso. Por el contrario, los mexicanos con recursos económicos que los sitúa en los últimos deciles de ingreso de la población tienden a reportar que su situación económica relativa es menor a la realidad.

Acompañar el análisis de la información subjetiva con estadísticas duras permite ponderar la interpretación de una y otra fuente de información, cuando analizamos el bienestar de la población. Asimismo, complementar el análisis de información subjetiva con información objetiva puede servir para orientar, de mejor manera, las políticas públicas dirigidas a incrementar el desarrollo social de la ciudadanía; por ejemplo: en términos de salud pública, conocer la percepción sobre el padecimiento de ciertas enfermedades crónicas y su situación médica permite ayudar a reorientar los servicios para que la población no sólo reciba un buen diagnóstico y su tratamiento, sino también obtenga la información adecuada y oportuna para prevenir o enfrentar ciertos padecimientos médicos.

Para desarrollar este punto, recurrimos a la ENNVIH, donde se pregunta directamente a los entrevistados si han sido diagnosticados por algún tipo de enfermedad crónica. Posteriormente, la persona participa en un examen médico para conocer su estado de salud. El análisis de la percepción y los indicadores objetivos de salud permiten entender el grado de conocimiento que la ciudadanía tiene sobre su estado de salud y, por lo tanto, ayuda a implementar políticas públicas oportunas encaminadas a mejorar la salud pública.

La gráfica 10 combina la percepción que el entrevistado reporta sobre si ha sido diagnosticado con algún tipo de enfermedad crónica y la prevalencia de sufrir de diabetes o hipertensión arterial, proveniente de los indicadores biomédicos realizados a su persona al momento de la entrevista.

Con el ejercicio se puede observar que un porcentaje importante de las personas diagnosticadas en campo con el problema de diabetes desconoce que le aqueja este mal: únicamente, la mitad de la población que la padece dice conocer su estado. Por otro lado, a diferencia de los diabéticos, poco menos de la mitad de las personas encuestadas cree padecer hipertensión arterial cuando en realidad no la padecen.

Es importante comentar que los indicadores subjetivos, al ser de percepción, pueden variar en función de la información que cada individuo tenga, sus características demográficas y su nivel de ingreso, entre otros factores.

La gráfica 11 muestra que la desviación entre lo que la población percibe en cuanto a su estado de salud y lo que marca el indicador biomédico aplicado durante la entrevista no se distribuye de manera uniforme; por el contrario, el sesgo en el reporte del indicador subjetivo se encuentra muy relacionado con las características demográficas y económicas del encuestado, como su edad y nivel de ingreso.

En términos del padecimiento de diabetes, el grupo que presenta un mayor desconocimiento de su situación se concentra entre los mexicanos menores de 35 años. Por su parte, las personas mayores de 50 años tienden a reportar que padecen diabetes cuando sus niveles de glucosa son normales. Lo anterior puede deberse a que este cohorte de edad se caracteriza por una mayor proporción de pacientes diabéticos en tratamiento y, por ende, con los niveles de glucosa controlados. Alternativamente, pudiera obedecer a que las personas con mayor edad tienen mayor dificultad en conocer y entender su situación de salud.

Por último, la gráfica 11 muestra que las personas de menores ingresos tienden, con una mayor probabilidad, a desconocer que presentan niveles altos de glucosa alterada en relación con la población de mayores recursos económicos.

En términos de hipertensión arterial, el análisis que se describe en la gráfica 12 registra que entre más joven es la persona, más alto es el porcentaje que reporta no padecer hipertensión cuando sí presenta este padecimiento. Igual que en el caso de la diabetes, los individuos mayores tienden a responder que padecen hipertensión arterial cuando la medición biomédica aplicada en campo indica que se encuentran en niveles normales.


Conclusiones

A lo largo de esta exposición hemos comentado el consenso que existe, a nivel internacional, sobre la importancia de desarrollar metodologías y métricas que permitan dar cuenta del desarrollo social y económico de la población más allá de las estadísticas tradicionales. Sin embargo, el debate sobre qué incluir, cómo medirlo e interpretarlo continúa abierto debido a la complejidad del tema.

Con el objetivo de enriquecer esta discusión, en este artículo hemos querido resaltar la importancia que el uso de indicadores subjetivos de percepción pudiera aportar a las estadísticas de medición del desarrollo social en cuanto a la perspectiva que la sociedad expresa y siente sobre su propio bienestar.

En la controversia sobre el papel que deben guardar la incorporación de indicadores subjetivos, es importante tener presente que las estadísticas basadas en información autorreportada reflejan la apreciación que guarda la sociedad sobre su bienestar en un momento en el tiempo y en un contexto determinado y, por ende —como toda apreciación—, es subjetiva por definición.

De ahí la importancia de acompañar los indicadores subjetivos con los duros, ya que los primeros son complementos de los segundos y viceversa.

La generación de estadísticas nacionales con información de indicadores duros y subjetivos permite mejorar el entendimiento del bienestar social y contribuir a generar mejores políticas públicas para el desarrollo de nuestros pueblos.

Referencias

Stiglitz, Joseph E., Amartya Sen, Jean-Paul Fitoussi. “Report by the Commission on the Measurement of Economic Performance and Social Progress”, CMEPSP, September, 14, 2009, bit.ly/4ffFO8b.

Rubalcava, Luis y Graciela Teruel (2006). “Guía de usuario de la Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares primera ronda”.

_______ (2008), “Guía de usuario de la Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares segunda ronda”.

1 Proyecto conjunto de la Universidad Iberoamericana y el Centro de Investigación y Docencia Económica.

2 Análisis basado en datos recabados por la Encuesta Nacional de Niveles de Vida de los Hogares.

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