Uso de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) en el estudio de la desigualdad en la distribución del ingreso en México

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En este artículo se muestra la relación entre los avances en el estudio de la desigualdad en la distribución del ingreso en México y su cambio, por una parte, y la disponibilidad de información, por otra. Se sintetiza casi un cuarto de siglo de investigación en esta materia, remontándose a los últimos años de la década de los 80 y los inicios de la de los 90, a partir de la cual el INEGI abrió la posibilidad de que los investigadores trabajásemos las bases de datos (que antes sólo se podía mediante publicaciones impresas oficiales), proceso que ha continuado bajo las distintas administraciones de la institución, al punto que hoy se pueden consultar en línea vía Internet.

El análisis de la serie de ingreso corriente monetario que cubre de 1977 al 2010 y la del ingreso corriente total que se extiende de 1992 al 2010 ha permitido sostener que la desigualdad disminuye después de cada crisis, es decir, en épocas de expansión ésta tiende a recuperar los niveles previos a la crisis.

Los microdatos son la base para sustentar la hipótesis de que en crisis económicas —épocas en las que los ingresos de las familias disminuyen— los hogares pobres autoexplotan su fuerza de trabajo; por otro lado, hicieron posible poner rostros a los deciles, de los que destaca el décimo, compuesto no por los más ricos sino por aquéllos en los que predominan profesionistas, trabajadores de la educación y artistas, funcionarios públicos o privados, oficinistas, comerciantes, vendedores y agentes de ventas.

Palabras clave: desigualdad en la distribución del ingreso, desigualdad social, pobreza, política social.

This article shows the relationship between the improvements on the study of income distribution inequality in Mexico and its evolution, and the availability of information. It is a synthesis of almost half a century of research in this subject, starting from the late eighties, when INEGI made its data bases available for researchers. Before that time it was only possible to work with official printed documents. This has been a continuous process under the successive administrations of the Institute, until nowadays when it is possible to have access to this data through the internet.

Analysis of 'monetary income' series covering data from 1977 to 2010, and 'total current income' ranging from 1992 until 2010 have let us to prove that inequality decreases after each crisis. In other words, in times of stability, inequality tends to increase.

Microdata support the hypothesis that in times of financial crisis —when household income decreases— poor families began exploiting their own working force. Microdata also made possible to discover the profile of each income decile, of which the tenth stood out because it does not include the wealthiest but households of professionals, artists, educators, public servants, private employees, traders, salesmen, and sales agents.

Key words: income inequality, social inequality, poverty, social policy.

A manera de introducción

En este trabajo se abordan las relaciones entre investigación, producción de datos y contexto institucional a partir de la experiencia de 25 años de investigación sobre desigualdad en la distribución del ingreso empleando la información generada por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) desde 1977 hasta el 2010. Aunque no ha sido el único tema investigado ni tampoco se ha circunscrito el uso de la ENIGH (varios años) al análisis de la desigualdad, fue necesario seleccionar algunas ideas centrales para hilar la exposición con el fin de mantenerse dentro de los límites de espacio propios de un artículo. Los primeros trabajos fueron realizados en la década de los 80 y se extienden hasta el presente. Es conveniente señalar que el lector no encontrará referencias bibliográficas que apoyen las ideas que se exponen a lo largo de este texto pues de haberlo hecho habría incurrido en el mal gusto de la autocita excesiva, pero tenga la seguridad de que lo afirmado en este trabajo se basa en años de estudio sobre la desigualdad que se remontan al pasado más allá del momento en que se empezó la explotación de los datos de la ENIGH.

La era de papel

En la década de los 80 del siglo pasado, la Sociología y la Sociodemografía desarrolladas en México plantearon y elaboraron la idea de que una serie de decisiones aparentemente individuales se tomaban en el seno del hogar; entre ellas se puede señalar: quiénes de sus miembros salían a vender su fuerza de trabajo en el mercado y quiénes debían dedicarse al trabajo doméstico, al cuidado de los menores y de los ancianos; regular las prácticas sexuales de sus miembros y su reproducción; así como las pautas de adquisición de activos del hogar.

En 1982 se abatió sobre el país una crisis generada por la súbita caída en los precios internacionales del petróleo. De la noche a la mañana, la población se empobreció, se desató un violento proceso inflacionario y surgieron diversas expresiones del crecimiento del sector informal tanto en el comercio como en los servicios.

La situación social convocaba al estudio de las repercusiones de la crisis sobre las condiciones de vida de la población, en especial de los sectores sociales con recursos económicos limitados; sin embargo, la información disponible era relativamente escasa. En los años posteriores a la crisis, el Instituto Nacional del Consumidor (INCO) levantó una encuesta en algunas ciudades del país; hubo académicos que diseñaron y aplicaron otras por iniciativa propia, mientras que los antropólogos enfocaban su trabajo en las zonas populares urbanas.

Durante 1984, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) había levantado la ENIGH 1984, la cual tuvo algunas peculiaridades: es la única (de las aplicadas hasta hoy) que cubrió los cuatro trimestres; además, se hizo una prueba en el cuarto trimestre de 1983, cuyos resultados también se dieron a conocer en medios impresos; captó y publicó el ingreso corriente total definido como la suma de los componentes monetarios y no monetarios. Su antecedente inmediato fue la ENIGH 1977, que estuvo a cargo de la extinta Secretaría de Programación y Presupuesto; si bien su cuestionario contenía preguntas sobre el ingreso no monetario, los resultados correspondientes nunca se publicaron ni están incluidos en su base de datos, de modo que, para todo propósito práctico, la ENIGH 1977 sólo da cuenta del ingreso monetario.

Con los resultados de ambas encuestas se podría haber emprendido la tarea de estudiar las consecuencias de la crisis de 1982 acerca de las condiciones de vida de la población y generar conocimiento para informar sobre acciones de política paliativas; sin embargo, se debe tomar en cuenta que, en el mejor de los casos, la información habría estado disponible en 1985, ya que la Encuesta se levantó dos años después del estallamiento de la crisis. De hecho, los resultados de la ENIGH 1984 tuvieron valor histórico y analítico, ya que fueron publicados en cinco cuadernillos entre 1989 y 1990, es decir, después de cinco o seis años de su levantamiento y a siete u ocho del estallamiento de la crisis.

En todo caso, la publicación de la ENIGH 1984 permitió, en 1990, llevar a cabo una investigación de cobertura nacional sobre los cambios en la distribución del ingreso con respecto a 1977. El estudio se llevó a cabo analizando los datos estadísticos de los cuadernillos, en especial el cuadro 10, que muestra la distribución del ingreso según deciles y fuentes de ingreso. Las restricciones impuestas por los datos limitaron el alcance del estudio, ya que debió restringirse al ingreso monetario.

De los temas abordados en dicha investigación, hay dos que continuaron desarrollándose a lo largo de las décadas siguientes: una estratificación social basada en los deciles de hogares y la identificación de procesos sociales y demográficos que subyacen a la disminución de la desigualdad.
Como se sabe, los deciles utilizados en el ámbito de la desigualdad en la distribución del ingreso son un recurso estadístico que permite controlar el efecto del tamaño de los grupos sobre el total de ingresos.

Resulta obvio señalar que no están diseñados para dar cuenta de lo que ha ocurrido con el ingreso de grupos sociales pero, a pesar de ello, muchos analistas caen en la tentación de identificar a las clases medias como los deciles centrales de la distribución de ingresos. La investigación realizada aplicó análisis de conglomerados a la distribución del ingreso según fuentes y deciles de la ENIGH 1977 y ENIGH 1984, generando una estratificación y, con base en ella y la información disponible, fue posible formarse una idea de los actores sociales que estaban enmascarados por los deciles. Sobre la base de los resultados que arrojó el análisis de conglomerados, se llegó a la conclusión de que el estrato más bajo estaba formado por hogares predominantemente agrícolas y trabajadores en otros sectores del medio rural, así como por hogares de trabajadores marginales urbanos (en su mayoría por cuenta propia) que se desempeñaban en la manufactura y en los servicios menores. En el otro extremo de la estratificación se encontraban hogares de empleadores, gerentes, profesionales y técnicos de alto nivel, ya sean independientes o dependientes.

La disminución en la desigualdad de la distribución del ingreso entre 1977 y 1984 (crisis de 1982 mediante) fue una sorpresa en la medida en que predominaba la idea de que la desigualdad y la pobreza tendrían que haber experimentado un crecimiento acentuado; sin embargo, este resultado era coherente en su totalidad con los hallazgos de la investigación social que, al estudiar la crisis, había identificado el papel que jugaron las estrategias que siguieron los hogares pobres para enfrentarla.

Varias investigaciones, realizadas en distintas partes del país, habían concluido que los hogares pobres enfrentaban la disminución de sus ingresos autoexplotando su único recurso económico relativamente abundante: su fuerza de trabajo. Ante el aumento en los precios de los bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana y la caída en los ingresos por falta de empleo, intensificaron el uso de la fuerza de trabajo: la de niños, mujeres y ancianos que, en condiciones sociales más favorables, se dedicarían a otras actividades. Como consecuencia, los ingresos de los sectores sociales de la base de la pirámide no cayeron tanto como podrían haberlo hecho.

El otro proceso que incidió en este resultado fue que la política de estabilización y ajuste disminuyó los ingresos de los hogares del estrato alto (los del décimo decil) formados por empleadores, empleados del sector público y privado, gerentes y técnicos quienes, a diferencia de los sectores más pobres de la sociedad, siguieron la estrategia de utilizar el consumo o sus ahorros como variables de ajuste. Antes de continuar, es necesario señalar que en estos estudios se decidió utilizar el número de perceptores en lugar de los ocupados para dar cuenta de la autoexplotación de la fuerza de trabajo del hogar; la ocupación deja fuera a la población económicamente inactiva por lo que no hace visible justamente lo que se quería resaltar: los ingresos provenientes del trabajo infantil, de las actividades complementarias desarrolladas por las amas de casa y de las transferencias monetarias de otros hogares, ya sean del exterior o del país, así como de los apoyos de las políticas estatales en favor de los sectores con recursos escasos. El número de perceptores y su variación en el tiempo se consideró una variable proxy que da cuenta de las estrategias de supervivencia de los sectores populares; es un indicador proxy y no directo, ya que también varía con la tendencia al aumento en la participación laboral de las mujeres que, a su vez, se relaciona con el proceso de modernización del país y con la transición demográfica; sin embargo, si bien dichas tendencias están presentes en el cambio en el número de perceptores, en el corto plazo tienen un efecto débil, de manera que los movimientos observados entre encuestas consecutivas (en especial en momentos de crisis económicas) reflejan sobre todo las estrategias de los hogares.

El comportamiento de los hogares del estrato bajo en defensa de sus condiciones de vida llevó a una caída de sus ingresos menos pronunciada que la esperable como consecuencia de la crisis y, por otra parte, la reducción de los ingresos de los hogares del estrato alto (quienes usaron como estrategia ajustar el ahorro, el volumen y composición de su consumo) acercó los extremos de la distribución y, por lo tanto, la desigualdad en la distribución del ingreso entre 1977 y 1984 se redujo.

La era de los disquetes y el inicio de la apertura en el acceso a las bases de datos

El INEGI, El Colegio de México y el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IISUNAM) patrocinaron el proyecto Monografías Censales de México (MOCEMEX), conducido por Raúl Benítez Zenteno. Este proyecto tuvo como propósito explotar una muestra de 10% asociada al Censo General de Población y Vivienda 1990. Para llevarlo a cabo, se invitó a un conjunto de investigadores de acuerdo con los distintos temas que debían desarrollarse: uno de ellos, el análisis de la distribución del ingreso.

La monografía censal sobre la materia tuvo como objetivo realizar un análisis comparativo de la ENIGH 1989 correspondiente al tercer trimestre de ese año y del censo levantado en febrero de 1990. Para la realización de este trabajo se contó, por primera vez, con las bases de datos de la ENIGH, además de los microdatos de la muestra del levantamiento censal. Éste fue un indicio claro del proceso de apertura que empezaba a experimentar el INEGI bajo la presidencia de Carlos Jarque. La política de permitir el acceso a la información original, así como preocuparse por la difusión oportuna de los resultados ha sido continuada y profundizada por los siguientes presidentes del Instituto.

El archivo de la ENIGH 1989 —que estaba estructurado para ser trabajado en máquina grande, con un registro por hogar cuya longitud variaba según el número de perceptores de ingreso y los temas por los cuales habían percibido (cuando los paquetes estadísticos leían archivos de 80 columnas) que incluía información sobre los diferentes miembros del hogar— fue procesado en una PDP1170, catalogada en su época como una computadora midi. Los variados errores de los investigadores en escribir el formato correcto, las limitaciones y lentitud de procesamiento de la computadora, las restringidas capacidades de los equipos periféricos, las prolongadas caídas en el suministro eléctrico y las frecuentes clavadas de la máquina hicieron que la lectura de la información de la base tomara mucho más tiempo que el presupuestado. Este trabajo dejó una enseñanza que perdura hasta la actualidad: no se debe iniciar ningún análisis sin que previamente se reproduzca la distribución del ingreso por fuentes y deciles de hogares publicada por el INEGI (cuadro número 10 en las primeras publicaciones y número 13 en las más recientes).

Con el propósito de llevar a cabo el análisis comparativo de la muestra del Censo 1990 con la ENIGH 1989, fue necesario construir en ésta la variable equivalente a la recabada en el Censo y ajustar los valores monetarios tomando en cuenta la variación de precios entre agosto de 1989 y febrero de 1990. Tal vez, el resultado más significativo de este estudio fue que la ENIGH presentó claros indicios de estar truncada en ambas colas.

Ya en 1995, fecha de la publicación de la monografía, quedó claro que la ENIGH difícilmente podría representar los ingresos de las grandes fortunas del país, no sólo porque la probabilidad de selección es muy baja —cuestión que en principio se podría abordar vía un diseño de muestreo apropiado— sino también —tal vez el factor de mayor importancia para explicar el sesgo— por dificultades para recabar la información pertinente en el operativo de campo. A la fecha, la bibliografía especializada reconoce a nivel mundial el truncamiento por el extremo derecho de las distribuciones generadas por las encuestas que recaban los ingresos y los gastos.

El acceso a las bases de datos abrió la oportunidad de construir deciles de hogares basados en el ingreso per cápita, además de los de ingreso total. El análisis de la información (tanto con los datos censales como con los de la ENIGH) mostró que había un número no despreciable de hogares que se ubicaban en los deciles superiores, no porque dispusiesen de ingresos elevados, sino porque tenían un número apreciable de perceptores que formaban parte de núcleos domésticos numerosos; para contrarrestar el efecto tamaño en la construcción de los deciles, se decidió ordenar los hogares por el ingreso per cápita y luego construir los deciles de hogares. El efecto de controlar por el tamaño del hogar se presentó en una matriz donde se cruzaron los deciles construidos por ambas variables observándose que los cambios, en general, eran más marcados en los hogares que habían sido clasificados en los deciles más elevados según su ingreso total.

Era del disco compacto y la apertura en el acceso a la información

La ENIGH 1992 representa un parteaguas en varios sentidos:

• Restructuración de la base de datos. En lugar de organizar el archivo en un único registro largo (forma apropiada para el manejo de la información en los mainframe), por primera vez se acomodó en archivos separados, lo que facilitó la lectura y el manejo de los datos en las microcomputadoras. En 1992, fueron organizados en seis archivos: gasto, hogares, ingreso, no monetario, población y un concentrado; a partir de 1994 y hasta el 2006 se agregó el archivo de erogaciones. En el 2008 y 2010, el número de archivos subió en seis y ocho, respectivamente.

• Oportunidad en la publicación de los datos. También, a partir de 1992, se redujo de forma notable el tiempo que media entre la finalización del levantamiento y la publicación (recuérdese que este lapso fue de entre cinco y seis años para la ENIGH 1984); en la década de los 90, la publicación se presentaba en el año siguiente y en los últimos tiempos se da a conocer según un calendario previamente establecido pero, en general, el tiempo es menor al año, la mayoría de las veces alrededor de ocho meses después de haber finalizado el trabajo de campo.

• Disponibilidad de la información. Desde el levantamiento de la ENIGH 1992, los investigadores académicos accedíamos a los microdatos por solicitud, donde se informaba el uso que se le daría a las bases de datos. Años después, éstas se podían adquirir en los puntos de venta del INEGI, al mismo tiempo que se compraba la documentación y el libro con los resultados; así, la información brincó sobre los especialistas y quedó a disposición de quien quisiera y tuviera los conocimientos básicos para trabajarla. En la actualidad, el Instituto pone los resultados en su sitio de Internet por lo cual queda a disposición de la ciudadanía. En todo este proceso se aprecia un avance en transparencia y rendición de cuentas.

• Aumento en el tamaño de la muestra. En la década de los 90, el tamaño de las muestras de la ENIGH tuvo un piso cercano a los 10 mil hogares, número que podía aumentarse según el interés de las entidades federativas en financiar casos adicionales para que la muestra fuese representativa en ese estado.

• Cambio en la clasificación geográfica. La ENIGH de 1984 y la de 1989 dividían el territorio en municipios de alta y baja densidad. A partir de 1992, la clasificación distinguió entre localidades rurales y urbanas, según número de habitantes. En la medida que no ha sido posible establecer las equivalencias entre ambas variables, las series cuyo cálculo a nivel nacional requieren de dicha distinción (como los de pobreza) no pueden retroceder más allá de 1992.

La disponibilidad de información oportuna, el acceso expedito a microdatos organizados de manera que faciliten su explotación empleando computadoras personales cada vez más poderosas, así como la profunda crisis que azotó al país en diciembre de 1994 fueron los ingredientes que se combinaron para impulsar una nueva serie de investigaciones sociológicas y sociodemográficas en la década de los 90.

Hacer un recuento pormenorizado de los estudios desarrollados en ese periodo queda fuera de los alcances de este escrito, cuyo propósito central es mostrar cómo se logró profundizar el conocimiento que se había obtenido con la ENIGH al analizar los efectos de la crisis de 1982 sobre las condiciones de vida de los hogares.

El acceso a los microdatos permitió refinar la identificación de los grupos sociales enmascarados por los deciles, grupos que se habían identificado sobre la base de los deciles de ingreso monetario y, por algunas variables adicionales presentes en los cuadros publicados por la ENIGH 1977 y ENIGH 1984. Para llevar a cabo esta labor, se utilizaron los deciles de ingreso corriente total per cápita en lugar de los de ingreso monetario, y en la caracterización se empleó el ingreso monetario medio, el tamaño del hogar, la relación autoconsumo a ingreso monetario, además de la posición en la ocupación y la ocupación. En el caso de las dos variables de ocupación no se siguió el camino habitual de clasificar los hogares según la inserción laboral del jefe declarado, sino que se construyó un índice con las inserciones de todos los miembros del hogar. Los resultados permitieron precisar e identificar con mayor nitidez la imagen de los grupos sociales incluidos en los deciles.

La investigación realizada con datos de 1992 mostró que en la escala más baja de la pirámide social (tres primeros deciles de ingreso per cápita) predominan los hogares diseminados por el campo y por los pequeños poblados del país. A pesar de que, en promedio, están formados por casi seis personas, cuentan con cantidades muy pequeñas de dinero para enfrentar los gastos cotidianos (entre poco menos de 0.5 y 1.5 salarios mínimos1), que completan con producción doméstica para el autoconsumo. En un mismo hogar es probable encontrar personas que se dediquen a labores agrícolas en calidad de jornaleros, a la producción artesanal, a las actividades comerciales, a la venta de servicios menores y al servicio doméstico.

Los hogares clasificados del cuarto al séptimo deciles se encontraban ubicados, preferentemente, en localidades de más de 2 500 habitantes y, en promedio, están formados por cinco personas. Con un magro ingreso (que en el mejor de los casos apenas supera 2.5 salarios mínimos) y que no tiene un complemento significativo en la producción para autoconsumo, deben adquirir en el mercado todos los bienes necesarios para garantizar la reproducción biológica y social: alimentación, vivienda, vestuario, salud, educación, etcétera. La fuerza de trabajo de los hogares de estos grupos encuentra empleo en calidad de asalariados no agropecuarios, en especial como trabajadores industriales, en los servicios personales y públicos (en los puestos más bajos de la organización estatal), como empleados domésticos, operadores de equipos de transportes, en las fuerzas armadas y como personal de protección y vigilancia, o bien, como cuenta propia en el comercio establecido o vendiendo bienes y servicios en calidad de ambulantes.

Los hogares del octavo y noveno deciles habitan preferentemente en zonas urbanas, sus ingresos ascienden a una suma respetable, en comparación con el primero y segundo estratos (hasta 4.5 salarios mínimos) y su tamaño está por debajo de la media nacional (sólo cuatro personas por hogar). Los miembros de estos grupos domésticos se ganan la vida realizando actividades por cuenta propia y como asalariados no agrícolas. En este estrato destacan los trabajos de cuello blanco, como: oficinistas, comerciantes, vendedores y agentes de ventas, personal de control en las actividades fabriles y artesanales, servicios personales y públicos, así como profesionistas y técnicos. También, hay algunos trabajadores de cuello azul, relativamente bien remunerados, que laboran como operadores de equipo de transportes y trabajadores industriales; es probable que éstos sean obreros especializados, o bien, personas que han prestado sus servicios durante muchos años, de modo que tienen primas de antigüedad hasta cierto punto jugosas; aquí se incluyen los miembros de las fuerzas armadas.

Los hogares del último decil son de tamaño reducido (3.5 personas en promedio) y un ingreso medio de casi 11 salarios mínimos. El ingreso es la retribución que perciben por su desempeño como empresarios y como asalariados no agropecuarios. En este estrato se encuentran profesionistas (ya sea que trabajen por cuenta propia o como asalariados), técnicos, trabajadores de la educación y artistas, funcionarios públicos o privados, oficinistas y comerciantes, vendedores y agentes de ventas. Considerando en conjunto las características de este decil resulta evidente que los profesionistas que están en él son los que han alcanzado suficiente prestigio en su actividad independiente, o bien, altos puestos en las organizaciones en que prestan sus servicios; los funcionarios son los que desempeñan los niveles más elevados; los comerciantes son los establecidos, que operan o laboran en empresas con volúmenes significativos de capital; los vendedores y agentes de ventas es probable que sean los asociados a las grandes firmas.

Los efectos sobre el ingreso (y el gasto) de la crisis generada por el error de diciembre de 1994 quedaron registrados en la ENIGH 1996. Al igual que la medición de 1984, realizada a dos años de la convulsión económica originada en la caída en el precio internacional del petróleo, la desigualdad en la distribución del ingreso disminuyó en 1996 con respecto a 1994, siguiendo las mismas pautas que redujeron la desigualdad a raíz de la crisis de la década de los 80: la participación relativa del décimo decil experimentó una reducción y la de los inferiores tuvieron un alza leve, aunque con ingresos medios claramente reducidos.

Sobre la base del análisis de los datos publicados en la ENIGH 1984, se argumentó que la estrategia de los hogares para encarar un contexto recesivo será más o menos exitosa dependiendo de los recursos de que dispongan y de las condiciones de mercado. Los hogares con menos recursos (aquellos que forman parte de la base de la pirámide social) recurren a autoexplotar su fuerza de trabajo, lo que se refleja en un aumento en sus ingresos, o bien, en una caída pero en una proporción menor a la reducción en el ingreso de las personas, mientras que en el resto de la sociedad se transforma la estructura del consumo o se emplean los ahorros, estrategia que no se expresa en el ingreso sino en el gasto. La combinación de las distintas tácticas que siguen los diferentes estratos provocaría que, después de cada crisis, la distribución del ingreso tendiera a desplazarse hacia la izquierda (en dirección al origen) y la dispersión a disminuir debido a que se recogen las dos colas. A este fenómeno ya se le había identificado al analizar la crisis de la década de los 80 y se le había denominado autoexplotación forzada y equidad por empobrecimiento.

Medir el efecto de estas estrategias microsociales sobre la distribución del ingreso no es una tarea trivial. El análisis realizado con los datos publicados de la ENIGH 1977 y ENIGH 1984 sólo permitió elaborar una explicación al fenómeno, sin embargo, dada la información disponible, no fue posible ofrecer una medición. Ahora bien, el trabajo con los microdatos permite identificar qué parte del cambio, entre dos puntos del tiempo, en la participación en el ingreso de los deciles se debe a la retribución por perceptor, cuál al número de perceptores por hogar y cuál a la cantidad de hogares. Sobre la base de esta descomposición es posible cuantificar cuál sería la distribución del ingreso si sólo hubiese cambiado el ingreso por perceptor, es decir, manteniendo constantes las variables de corte demográfico como el número de hogares y el de perceptores por hogar. Esta medición supone que las tendencias seculares del aumento en el trabajo femenino tienen escasa incidencia ya que se comparan los ingresos a dos años de distancia. El resultado de este análisis mostró que, en épocas de crisis, las variables demográficas tienen un efecto sustantivo sobre el índice de Gini y tiende a anularse en los años normales.

Además, la disponibilidad de información hogar por hogar a partir de 1992 hizo posible saber, por primera vez, que los principales determinantes del índice de Gini, así como de su cambio a través del tiempo, son las remuneraciones al trabajo y el ingreso por la explotación de negocios propios (o renta empresarial).

La era del Internet, los cambios institucionales y las transformaciones de la ENIGH

En la primera década del siglo XXI se produjeron cambios institucionales que influirán sobre la ENIGH. El Comité Técnico para la Medición de la Pobreza (CTMP), instalado en el 2001, generó una medida de pobreza monetaria basada en la información de la ENIGH y en la línea de pobreza construida por INEGI/CEPAL en 1992. El Comité decidió, además —de acuerdo con las normas académicas y con la transparencia—, hacer públicos los programas de cómputo con los que se realizaba el cálculo de la pobreza. A más de 10 años que el INEGI inició el proceso de apertura, el acceso a las bases de datos ya era de dominio público y sencillo de operar sobre ellas con recursos de cómputo personales. La combinación de la disponibilidad de los programas con los que se calculaba la pobreza, por una parte, y el acceso a los datos, por otra, hizo posible el control social del proceso oficial de producción de las cifras en este tema.

El CTMP también advirtió que era necesario no sólo proporcionar las estimaciones puntuales de la pobreza sino, también, que se debía entregar la información necesaria para estimar intervalos y hacer las correspondientes pruebas de hipótesis. La ENIGH es una muestra independiente que se levanta cada dos años (en los pares, con excepción del 2005) y, por lo tanto, sus estimaciones punto están sujetas a errores de muestreo que se deben considerar para concluir si la pobreza ha experimentado cambios estadísticamente significativos. El cálculo de los errores estándar en muestras cuyo diseño es complejo requiere de disponer de las unidades primarias de muestreo (UPM); en caso contrario, los paquetes suponen que se empleó uno de tipo aleatorio simple y, por lo tanto, los resultados que arrojan subestiman los errores de muestreo.

Para construir la serie de pobreza con sus correspondientes errores estándar es necesario tomar en cuenta que la metodología para calcular la estrechez monetaria separa las zonas rurales de las urbanas por lo que la serie no se puede remontar de forma válida más atrás de 1992 (recuérdese que hubo un cambio de definiciones: se pasó de municipios de alta y baja densidad a localidades rurales y urbanas entre la ENIGH 1989 y ENIGH 1992).

El otro cambio institucional de importancia fue el surgimiento del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), organismo creado por la Ley General de Desarrollo Social en el 2004, encargado de calcular la pobreza oficial y de evaluar la política de desarrollo social. Empezó a funcionar en el 2006 y, en diciembre del 2009, dio a conocer la medición de la pobreza multidimensional para el 2008, de acuerdo con las pautas marcadas en la propia ley del 2004.

Se advierte una clara correlación entre estos cambios institucionales y el aumento en el tamaño de muestra de las ENIGH levantadas en la primera década del siglo XXI. EL CTMP diseñó su método de cálculo de la pobreza y lo aplicó a la ENIGH 2000; ésta fue la última cuyo tamaño osciló alrededor de los 10 mil hogares. A partir del 2002 y hasta el 2008, el tamaño de la muestra fue de alrededor de 20 mil hogares. En el 2008 se calculó por primera vez la pobreza multidimensional; en ese año y en el 2010, la ENIGH aumentó su tamaño a poco menos de 30 mil hogares.
Por otro lado, debido a que la ENIGH no registraba una serie de variables necesarias para el cálculo de la nueva medición de pobreza, el INEGI y el CONEVAL unieron esfuerzos para diseñar un módulo adicional de la ENIGH (el de Condiciones Socioeconómicas o MCS) a partir del 2008, que agregó poco más de 30 mil casos, lo que elevó el número de hogares en muestra a más de 60 mil.

Retomando el hilo de lo acontecido con la desigualdad en el ingreso debe recordarse que a inicios del siglo XXI México experimentó una contracción económica no muy pronunciada y una fuerte recesión entre el 2008 y 2009. Después de ambos eventos se observó, de nuevo, que los datos de la ENIGH 2002 y la ENIGH 2010 marcaron una disminución en la desigualdad, la cual fue mucho más pronunciada en el año en que se registró la crisis más profunda. Desde la década de los 80 cada vez que el país sufre una contracción económica se presenta el fenómeno de equidad por empobrecimiento.

El mecanismo vuelve a repetirse una y otra vez; las clases populares reaccionan a los malos tiempos económicos empleando su fuerza de trabajo y las restantes sufren el efecto de los recortes presupuestales —que se viven como reducción de la planta de personal, recorte de salarios reales y contracción de compras en bienes y servicios— y se adecuan a las nuevas condiciones del medioambiente económico reestructurando sus patrones de consumo o echando mano de sus ahorros, en caso de que tengan.

En los últimos años se ha ido imponiendo en el ámbito internacional y poco a poco la idea de que la desigualdad en la distribución del ingreso en América Latina ha iniciado una tendencia decreciente entre el 2000 y 2006. El origen de esta idea se encuentra en un estudio que analiza la distribución del ingreso en Argentina, Brasil, México y Perú. En el caso particular de nuestro país se indica que el cambio de tendencia se debe a la reducción en el premio que recibe la población más instruida, al aumento en la demanda de fuerza de trabajo de bajo nivel de calificación originada en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y a las transferencias de los programas sociales, en especial de Oportunidades.

La explicación que se ha ofrecido en este texto a las fluctuaciones de la desigualdad en México enfatiza los cambios de corto plazo por lo que, en principio, ambas interpretaciones podrían no ser contradictorias: una enfatiza un comportamiento tendencial, de largo plazo; la otra, las variaciones coyunturales en el entorno de los años de crisis. La diferencia podría radicar en que la interpretación que se apoya en la evolución de la desigualdad desde fines de la década de los 70 en adelante registra que en las épocas de expansión la desigualdad tiende a recuperar los niveles previos a la crisis, mientras que la idea de la caída tendencial se reduce a seis años.

Lo interesante para las ideas desarrolladas en este escrito es que las diferencias de interpretación pueden radicar en el tratamiento de los datos. La siguiente gráfica muestra la evolución del ingreso corriente total y monetario de los hogares; nótese que en el eje de las ordenadas se emplea la escala completa de 0 a 1.

El cuadro muestra los coeficientes de Gini representados en la gráfica —de las variables ingreso corriente total e ingreso corriente monetario— y sus correspondientes niveles de significación,2 en las columnas están los valores del estadístico Z y el correspondiente nivel de significación; en los renglones se presentan los años que se comparan.Como se puede apreciar, las pruebas de hipótesis muestran que los cambios no han sido significativos, incluido el ocurrido entre el 2000 y 2006. La única caída significativa se observa entre el 2000 y 2010. Los errores estándar utilizados para calcular los coeficientes Z tomaron en cuenta que el diseño de muestreo de las ENIGH es complejo y dista mucho de aproximarse al muestreo aleatorio simple. En todo caso, no hay que descartar la posibilidad de que el tamaño de muestra sea insuficiente para que la prueba tenga la potencia necesaria para detectar efectos significativos, pero pequeños.

Éste es un muy buen ejemplo de la relevancia del dato y, por lo tanto, de lo importante que es la transparencia de la labor del INEGI para aproximarse a delinear las tendencias de los hechos y derivar propuestas de políticas, así como para confrontar las discrepancias que surgen cuando la misma información se analiza con marcos conceptuales diferentes.

Bibliografía

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Rubalcava, Rosa María y Fernando Cortés. Autoexplotación forzada y equidad por empobrecimiento: la distribución del ingreso familiar en México, 1977-1984. México, DF, El Colegio de México, 1991, 185 p.
_______ El ingreso de los hogares. Vol. VII. Aguascalientes, Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 1994, 66 p.

1 En todos los casos se trata de 1989.
2 La carencia de la información relativa a las UPM en las encuestas previas a 1992 hace imposible calcular los errores estándar de los coeficientes de Gini para esos años.

Fernando Cortés Cáceres

Autor

Es economista por la Universidad de Chile y doctor en Ciencias Sociales por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Occidente. Es profesor emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) e investigador nacional emérito del Sistema Nacional de Investigadores de México. Hoy en día, es profesor investigador de El Colegio de México (COLMEX) e investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM. También, ha sido profesor en distintas instituciones, entre otras: FLACSO en sus sedes de Santiago de Chile, Buenos Aires, Río de Janeiro, Quito, San José de Costa Rica y México; Universidad de Chicago y Universidad Nacional de Montevideo, en Uruguay. Ha publicado ocho libros como autor único o en coautoría, y ha coordinado siete; además, ha escrito más de 150 artículos que han sido publicados en revistas científicas o en libros.


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