Los NiNis en México: una aproximación crítica a su medición

El término NiNi (ni estudia ni trabaja), acuñado para caracterizar a un segmento joven de la población en esa situación, ha circulado con gran éxito en los medios de comunicación y en la opinión pública tanto en México como en otros países. Sin embargo, pese a su atractivo mediático, estamos ante una etiqueta a la que le queda todavía por delante un largo recorrido antes de convertirse en un concepto sólido de donde se desprenda una estadística rigurosa. Esto es así porque el término es más problemático de lo que parece a simple vista. Tomado de forma literal, pareciera sugerir que, más allá del mercado laboral y del proceso de preparación educativa para insertarse en él, no existe otro ámbito de actividad que valiera la pena ser considerado. Esto descartaría la posibilidad de que, al menos en ciertos casos, la no participación en la esfera de la economía del mercado fuese en realidad una decisión optimizadora tomada por los hogares. De manera adicional, el acrónimo conjunta un grupo de edad en diferentes fases del ciclo de vida y por último pareciera suponer que la situación NiNi fuese una condición estable o estacionaria. Por todo ello, es que vale la pena hacer uso en profundidad del aparato conceptual detrás de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) —que es el sondeo de la fuerza laboral de México— para tener una mejor comprensión de qué se está abordando y medir de una manera más cauta de cara a una política pública.

Palabras clave: NiNis, OIT, ONU, OCDE, población joven, desempleados, disponibilidad y no disponibilidad para trabajar, trabajo doméstico, asistencia escolar, encuestas de ocupación y empleo, bienestar subjetivo, política pública.

NEET stands for Not in Employment of Training. (NiNi in Spanish.) It is a term coined to describe a situation that many youths are living in. It has been a success amongst media, and public opinion in Mexico as well as other countries. Yet, as fashionable as it is, NEETs has a long way to go in order to become a statistical concept from which sensible data can be drawn. This is so because the term is trickier than it seems at first glance. Literally taken it suggests that besides the labor market or the academic preparation process to participate in it there is no other activity realm worth to take into consideration. It also rules out the possibility that the non participation in the sphere of the market economy may not only result from exclusion but in some cases from optimal decisions taken in the households. Additionally, NEETS puts together people in age groups that are in very different phases of their life cycles and last but not least is also assumed as if it were a quasi permanent condition. For all these reasons, it is worthwhile to make great use of the conceptual apparatus behind ENOE, Mexico´s Labor Force Survey, in order to better understand what we are dealing with, and cautiously gauge its real implications for public policy.

Key words: NEET, ILO, UN, OECD, young population, unemployed, availability, not availability to work, household chores, school attendance, labor force surveys, subjective well being, public policy.


Nota: para realizar este artículo, los autores agradecen la colaboración de Lilia Guadalupe Luna y Benito Durán Romo, así como al equipo que encabeza la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE): Tomás Ramírez, Mario Moreno y Efraín Muñoz.

Introducción

Acrónimo pegajoso, como pocos, el de los NiNis (o jóvenes que ni estudian ni trabajan) es un término que se ha posicionado con éxito notable en la prensa y medios de comunicación. A su vez, los acontecimientos de la primavera árabe y los motines de Londres en agosto del 2011 lo han mostrado como un fenómeno global de vastos alcances, mucho más allá de México.

Las primeras declaraciones al respecto lo situaron en alrededor de 7 millones-7.5 millones de jóvenes.1 Se asume (o se supone) que para la población joven sólo tiene sentido trabajar o estudiar, es decir, estar en la economía de mercado —el ámbito de interacción donde se ofrecen y adquieren servicios laborales— o estar preparándose para ello; de no ser así, tal pareciera que se tratara, en primer término, de recursos humanos desperdiciados.

El dato de 7 millones es casi tan nemotécnico como el acrónimo. En nuestro país (como seguro ocurre en otros), la cifra más grande o acorde con una noción de lo catastrófico es la que normalmente se posiciona y se sitúa más allá de todo abordaje crítico. A esto se suma que para el tipo de discurso que predomina en México —sea en éste u otros temas— lo que importa no es tanto el rigor conceptual sino, más bien, visibilizar un problema; por ello, la cifra de los 7 millones cumple bien con alertar sobre algo real y urgente, pero que dista mucho de tener alguna precisión. Así, una cosa es entender el mérito que tiene el detonar un debate y otra quedarse sólo con aquello que tiene shock value, sin pasar a una fase de análisis.

Para que el término pase de una etiqueta orientada a visibilizar un problema a un concepto estadístico que realmente permita medirlo, se debe transitar por un proceso de discusión, comenzando por tener una idea de los puntos problemáticos que supone el hacer una identificación correcta de este segmento poblacional.

La precisión en la forma de construir un dato sólido no es para satisfacer una manía puntillosa; tarde o temprano, una cifra pasa de ser una bandera a la base sobre la cual se calculan montos y presupuestos de programas.2

Conforme a estas consideraciones, el presente artículo se divide en cinco secciones: la primera se dedica a la génesis del término y cuál es su situación actual en el contexto de las estadísticas oficiales; la segunda llama la atención sobre los puntos problemáticos en torno a la noción de NiNi; la tercera muestra cómo se puede obtener la cifra de 7 millones en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), pero con el plus del marco conceptual que dicha encuesta aporta para ir analizando, capa por capa (cual si fuera una cebolla), el agregado de 7 millones y contribuir a una mejor comprensión de lo que amerita ser conservado en la cuenta y aquello a lo que es injustificado seguirle poniendo la etiqueta NiNi; la cuarta ilustra, también con datos de la ENOE, lo que representaría una problemática adicional no abordada en la segunda sección y que, formulada a manera de preguntas, sería: ¿cuánto tiempo en estado NiNi se necesita para ser considerado como tal?, ¿debe ser ésta una condición estable para ameritar la etiqueta? Por último, el quinto apartado ofrece una visión alternativa sobre la cuantificación de la población joven que merecería una intervención de política pública usando criterios diferenciados por edad y argumentando por qué el término, en realidad, sólo debiera aplicarse en México al grupo de jóvenes adultos y sin descartar la posibilidad de un comportamiento de preferencias reveladas por parte del segmento que prioriza los quehaceres domésticos.

I. Orígenes del término NiNi

Es una traducción de la voz NEET o Neet (Not in Employment Education or Training) utilizado por primera vez en 1999 en un informe de la Social Exclusion Unit, que es una oficina de apoyo al gabinete del primer ministro de la Gran Bretaña. El término reemplazó a partir de ese momento a Status Zer0 empleado en los reportes previos de esa oficina y que, en realidad, tenía la misma connotación.3

En el país donde nació el término no ha estado exento de críticas. Un comentarista de la BBC no ha titubeado de calificarlo de buzzword o concepto aparatoso acuñado para deslumbrar y designar simplemente a los jóvenes rechazados o desertores del sistema escolar.4 Otras más ponen el acento en la parte laboral y consideran que el vocablo llegó para desplazar la discusión específica centrada en el desempleo juvenil;5 sin embargo, hay opiniones que han tratado de conectar la insuficiencia conceptual del término con la inadecuación de las políticas públicas que puedan desprenderse de él.6 Este último tipo de crítica subraya el problema de definir a un segmento de población no por lo que hace sino por lo que no hace, infiriéndose de ahí, erróneamente, que no hace nada, siendo un punto central que será abordado en el artículo y se verá que, para clarificarlo, es esencial hacerlo con el aparato conceptual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual rige a las encuestas de fuerza laboral en el mundo; en el caso de México, la ENOE.

El asunto aquí es que se puede llegar en nuestro país a un primer universo de 7 millones por más de una encuesta o instrumento de captación, siempre y cuando su diseño de muestra sea el adecuado para representar robusta e insesgadamente a un segmento de población; sin embargo, sólo con un repertorio conceptual muy bien desarrollado se pueden hacer las distinciones al interior de esta cifra que permitan identificar qué parte de esa primera aproximación corresponde a la preocupación subyacente tras el término NiNi y, así, servir de orientación a las políticas públicas. Es lamentable que en México no todas las encuestas adopten esos marcos conceptuales de referencia y, por ende, no ofrezcan elementos para fundamentar la sospecha de que el trabajo estadístico requerido para abordar el tema sea uno que debe decantarse a través de aproximaciones sucesivas.

El hecho es que el término NiNi no ha sido, como tal, discutido de forma multilateral como otros conceptos estadísticos; hasta ahora, no ha figurado como tema de ninguna Conferencia Internacional de

Estadísticos del Trabajo (CIET) que la OIT convoca en Ginebra, Suiza, para definir qué es y qué no es trabajo, así como las distintas categorías que clasifican a la población por condición de actividad.

Tampoco se ha discutido en otros foros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Así, lo que ha sucedido en este mundo hiperconectado es que el término ha prosperado más bien por contagio: países como Japón y Corea lo han hecho suyo, organizaciones no gubernamentales en España hacen eco del mismo y tal parece que desde ahí cruzó el Atlántico hacia México. También ha llegado a organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que, a su vez, lo refuerzan: el término Neet ha venido apareciendo en distintos artículos elaborados por analistas de dicho organismo por lo menos desde el 2006 y de ahí ha brincado a documentos de trascendencia, como Education at Glance 2010 y los de equidad de género;7 sin embargo, es de resaltar que la voz Neet no es rastreable en el banco de datos de la organización ni aparece en el glosario de términos.8 De este modo, Neet se ha vuelto una estadística no oficial que, no obstante, circula como si lo fuera y, probablemente, ese mismo hecho refuerce tanto su atractivo como la confusión que le acompaña.

II. Entendiendo la problemática de un término que aún no es un concepto

El primer error que se puede abordar al hablar de NiNis es subestimar cuán problemático puede ser el término. De entrada, lo es de dos formas distintas aunque a la larga están íntimamente relacionadas. Primero, resulta conflictivo en lo que se refiere al concepto trabajar; en segundo lugar, lo es con respecto a que da por hecho que las personas no saben tomar decisiones; no les concede lo que en el debate filosófico sobre cuestiones éticas en lengua inglesa se conoce como moral agency: ser no sólo un objeto sobre el que actúa una miríada de factores sino, también, un sujeto que conduce su propia vida. Así, tal pareciera que el NiNi no sabe lo que hace o, más bien dicho, lo que no hace: no interactúa con su circunstancia, es básicamente víctima de ella9 o, en el mejor de los casos, si decide, lo hace de forma irracional o contra sus propios intereses. Éste es un supuesto muy poderoso detrás del término NiNi y aquí el problema no es tener supuestos sino no estar conscientes de cuáles son. Veamos ambas problemáticas por separado.

El ni trabajan que se le cuelga a los 7 millones-7.5 millones de jóvenes en México quiere decir, en realidad, que no están realizando la actividad propia de quien tiene un empleo, pero ello no significa necesariamente que estén haciendo nada, así como tampoco implica que quieran un empleo o que lo estén buscando. Como bien lo saben quienes a ello se dedican, el trabajo doméstico es un complejo de tareas tan demandante como lo puede ser el trabajo con el que se consigue el sustento y tan decisivo como éste en el proceso de reproducción social.

Para la OIT, las tareas domésticas que realizan los miembros de los hogares orientadas a atender las necesidades propias son, sin duda, trabajo, si bien no uno que esté contenido en la frontera de producción de la contabilidad nacional o trabajo económico. Ciertamente, el trabajo doméstico suministrado al propio hogar o el que se presta para apoyar de manera eventual a los hogares de amigos o familiares (trabajo voluntario) no es un empleo, porque todo lo que se denomine como tal necesariamente debe ser trabajo económico,10 pero ello desde luego no quiere decir que quien no se desempeña en un empleo carece en automático de una actividad o rol que le defina.

Aunque el trabajo doméstico para beneficio del hogar propio o en apoyo al de terceros no se considera ocupación o empleo y, como tal, no abona al producto interno bruto (PIB), para visibilizar el significado que tiene en la reproducción social, se han desarrollado las denominadas cuentas satélite que, en el caso del trabajo doméstico, permiten contestar a la pregunta de qué pasaría si a las tareas del hogar se les diera un valor de mercado aproximado con base en lo que cobra, por ejemplo, el servicio remunerado que contratan algunos hogares o si los servicios que se generan en los hogares para su propio consumo fuesen adquiridos en el mercado. ¿A cuánto equivaldría del PIB este contrafactual?

Otra manera de verlo es: ¿de qué magnitud del PIB son las transacciones de mercado que le ahorra el trabajo doméstico a los hogares? La cuenta satélite del trabajo para México11 arroja un resultado sorprendente (ver gráfica 1).

El valor de mercado que tienen las tareas domésticas equivale a 22.6% del PIB, magnitud que supera hoy por hoy la contribución de actividades como las manufacturas, el comercio, la construcción o la agricultura. Esta magnitud macro ilustra mejor la importancia estratégica, aun en términos económicos, que puede tener el trabajo doméstico en la escala micro y cómo realmente en México puede haber un acusado trade-off entre el trabajo de mercado y no de mercado, en particular entre quienes, de insertarse en este último, no alcanzarían a compensar por la vía de ingresos lo que de otro modo es autosuministrado en el hogar; en otras palabras, no muchos se plantean que, para ciertos segmentos de población, existe la posibilidad de que la manera como disponen de su tiempo de mercado y no de mercado sea eficiente, lo cual no deja de ser un factor que explica el comportamiento de dichos segmentos frente al mercado laboral.12

Se podrá cuestionar que la parte de trabajo fuera del mercado recaiga de manera desproporcionada en la población femenina, pero no hay que confundir esto con el hecho de que cierta división del trabajo entre no mercado y mercado sea del todo aberrante o irracional. Es por ello que no se puede pasar por alto o hacer caso omiso de una distinción que se realiza con las encuestas de fuerza de trabajo entre la población disponible para insertarse en el mercado de trabajo y la no disponible para hacerlo, aspecto que se ilustrará con números en la siguiente sección y nos orienta en cuanto a qué grupos de población hay que mantener dentro de la cuenta NiNi y cuáles no o, en todo caso, hacerlo siempre y cuando se detecten otras condiciones adicionales que no se deben dar, de entrada, por sentadas.
Esto nos lleva al segundo punto problemático o el de agencia moral, si se traduce de forma literal el término del inglés. Hay que señalar que, hasta ahora, en las estadísticas oficiales no sólo en México sino en el mundo entero13 hay poca información de cómo toman decisiones las personas o qué tan libremente lo hacen para desempeñar un rol y no otro en la vida; hasta qué grado son preferencias y hasta qué punto no. Permanece, entonces, aún una vasta zona de ignorancia que obliga a tener prudencia al respecto. Otras aproximaciones alternativas, como las de bienestar subjetivo,14 apenas se están impulsando, siguiendo un enfoque más hedónico al buscar captar las declaraciones de las personas de satisfacción o insatisfacción asociadas ya sea a sus tareas15 o a distintos aspectos de su vida.16 De consolidarse, ésta será una fuente de información invaluable para el tema que nos ocupa porque la satisfacción/frustración con la situación que se tiene al interior del grupo de estudio dejará de ser un tema especulativo. Por lo pronto, y mientras así lo sea, acotamientos como el tramo de edad a cuyo interior se buscará detectar NiNis deben manejarse también con sumo cuidado para no llevar demasiado lejos lo que aún son suposiciones.

En suma, saldar una discusión en torno a los NiNis así como no puede eludir la cuestión de la existencia o inexistencia de oportunidades tampoco puede evadir si las decisiones que toman los jóvenes sobre qué hacer en este momento con su vida son legítimas o no y el hecho de que en la misma sociedad (e, incluso, en sus grupos más conscientes y vocales) hay visiones contradictorias sobre el significado de otros roles en la reproducción social que no pasan por el mercado: si deben ser vindicados o, por el contrario, reducidos a un mínimo en la vida de las personas. Este artículo no pretende tener una respuesta definitiva respecto a ninguno de los dos puntos y no por nada toda la tendencia de la estadística actual es que primero pase por un proceso de discusión antes de generarla y difundirla. Por ello, aquí se llama la atención sobre la ausencia de este proceso en lo que al tema concierne y se subrayan aspectos que deben ser abordados en una agenda de discusión hasta ahora ausente.

A lo anterior se añade la heterogeneidad de situaciones que puede haber al interior de un universo de NiNis, porque se suman, sin distinguir de forma debida, por un lado jóvenes —en especial mujeres— que juegan un papel crucial en el funcionamiento de sus hogares y, por el otro, un segmento con roles marginales o realmente sin alguno identificable; sin embargo, parece ser este último subuniverso el que se tiene en mente tras la noción de NiNi. Se corre el riesgo, entonces, de que una parte —una minoritaria, como se verá más adelante— domine al todo no sólo en el plano conceptual, sino incluso en el de diseño o concepción de las políticas públicas que aspiran a modificar un fenómeno, de entrada, mal o insuficientemente caracterizado. Desde el punto de vista del enfoque de género, por ejemplo, sería inaceptable que la problemática de los jóvenes que ni estudian ni trabajan (sin rol identificable) termine siendo la que defina la agenda, distrayendo la atención de la situación de mujeres que no han podido concluir sus estudios o explorar otras oportunidades por su desventaja en la división del trabajo en todo lo que concierne a la reproducción de la vida familiar.

III. Pelando la cebolla de los 7 millones

En este apartado se muestra cómo se llega a una cifra de 7 millones para la población de 14 a 29 años de edad, haciendo para ello uso de información de la ENOE, y cómo se encuadra en el marco conceptual de dicha encuesta que clasifica por condición de actividad. A esta aproximación inicial se le llamará NiNis en un sentido literal o no analítico en cuanto a que es una primera delimitación de los que no están estudiando y tampoco desempeñándose en una actividad en el mercado de trabajo. Se procederá después a entender mejor lo que hay al interior de esa cifra y qué otros criterios se introducen para depurarla. Por su cobertura, historia, periodicidad, diseño de su cuestionario y su esquema de levantamiento de panel rotativo, la ENOE es la fuente de información que se considera más adecuada para hacerlo; conviene primero tener en cuenta sus características operativas:

• Encuesta continua en hogares.

• Muestra trimestral de 120 mil viviendas.

• Seguimiento a las viviendas que caen en la muestra durante cinco trimestres (panel rotativo).

• Representatividad nacional urbano-rural.

• Representatividad por entidades federativas y para la ciudad más importante de ellas.

• Producción trimestral de datos absolutos apegados a un calendario de difusión.

• Amplia experiencia de los operativos de campo.

• Vasta documentación de todo el proyecto estadístico.

Ahora bien, en el plano conceptual, la ENOE importa pues no es sólo la encuesta que capta la información secuenciada requerida en la identificación de la fuerza laboral del país o población económicamente activa (PEA), para generar tanto datos de ocupación como desocupación abierta, sino que también contiene las preguntas exploratorias que identifican y segmentan a la población no económicamente activa (PNEA), donde se ubica la enorme mayoría de casos que corresponde a una noción literal de NiNis (ver figura 1).

III.1 Distinción de poblaciones

Llegados a este punto, es importante entender la diferencia entre un desocupado abierto por una parte y PNEA disponible y no disponible por la otra:

• Los desocupados abiertos están en un proceso de búsqueda de empleo, razón por la que ejercen una presencia y presión en el mercado laboral.

• Los disponibles no están presionando activamente el mercado laboral, ya sea porque se autodescalifican para competir en él o porque no ven posibilidades de inserción.

• Los no disponibles consideran que no les corresponde dedicarse al mercado laboral en este momento de sus vidas o que, de plano, el participar en él está fuera de su esfera de interés.

Disponibles y no disponibles comparten el rasgo común de no estar ejerciendo presión ni presencia alguna en el mercado laboral en el momento de la medición.

Una vez en este marco, ubiquemos primero a la población en edad de trabajar (14 años y más) en estos compartimentos (ver figura 2).

Ahora, hagamos lo propio específicamente con el grupo de población de 14 a 29 (ver figura 3).

A partir de ahí, se desemboca en los universos de interés (bloques inferiores) (ver figura 4).

Tomando como referencia a la población de 14 a 29 años en el segundo trimestre del 2011 y haciendo un ajuste final que sustraiga del grupo de edad al segmento con una discapacidad profunda que le impide estudiar y trabajar, se llega a esta cifra bajo una noción literal de los que serían NiNis (ver gráfica 2).

III.2 Problemas con la aproximación literal

El primer problema que se tiene resalta de inmediato al ver la pirámide de edad resultante: en conjunto, hay 3.6 mujeres (78.4% del total cuantificado) por cada hombre en esta aproximación, de tal manera que, en números absolutos, pareciera que 5.5 millones de mujeres no están haciendo nada relevante ni para sí mismas ni para los demás o, de forma alternativa, que están al margen de las oportunidades. Lo primero es algo claramente absurdo, lo segundo, una interpretación precipitada si no se sabe algo más de los motivos de las personas y de su contexto (ver gráfica 3).

III.3 Una distinción que importa: disponibles y no disponibles

Estas categorías en la ENOE —que tienen su origen en recomendaciones de la OIT para establecer distinciones al interior de los no económicamente activos— son relevantes porque los disponibles no descartan la opción laboral, mientras que los segundos sí, ya sea porque tienen otras responsabilidades, identifican otras prioridades o sólo porque la alternativa laboral queda por el momento fuera de su esfera de interés.

El sopesar o no la opción laboral como una posibilidad tiene, sin duda, un correlato o una relación no accidental con la estructura demográfica de uno y otro grupo.

La categoría de disponibles que no estudian no resulta en particular problemática de incluir en una cuenta de NiNis; es un grupo comparativamente más joven con una proporción significativa de personas que no se hacen cargo de terceros. Se entiende, entonces, que pese a su actitud pasiva frente a la inserción laboral no la descarten de presentarse una oportunidad y se puede inferir, asimismo, que cuando participan en las labores del hogar lo hacen bajo un rol más auxiliar que central.

Es pues la inclusión de los no disponibles (un universo considerablemente mayor al de los disponibles), donde la discusión se torna, con mucho, más compleja, lo que requiere establecer a su interior nuevas distinciones (ver tabla 1).

III.4 Distinciones al interior de los no disponibles que no asisten a la escuela
La primera que se debe establecer al interior de este grupo es analizar por separado al segmento de los que se dedican a quehaceres del hogar del resto de los no disponibles que no desempeñan rol alguno y que, por el momento, designaremos como otros. La tabla 2 muestra el peso de ambos segmentos.

Tenemos entonces que el segmento de quienes se dedican a quehaceres domésticos asciende a 4.1 millones de personas, representando 87.24% del total de la población no disponible que no asiste a la escuela y 95.81% de la población femenina en esa condición.

Una vez aislado este grupo, la discusión se centra en qué medida los quehaceres domésticos hablan de un relegamiento o de un obstáculo para el ejercicio de las capacidades de las personas y hasta qué punto el desempeñar este rol es una decisión o una motivación tan comprensible y justificada como el decidir trabajar en el mercado laboral o estudiar.

III.5 Pertinencia de un enfoque de derechos

Un criterio aparentemente claro que puede ayudar a identificar a los no disponibles susceptibles de sumarse a la cuenta de NiNis es un enfoque de derechos, por ejemplo, cuando las leyes establecen un mínimo por cumplir o una instancia legislativa ha llegado a un acuerdo al respecto. Es así que puede tomarse como referencia el mínimo de años de escolaridad obligatoria y decidir que las personas en la población no disponible dedicadas a quehaceres domésticos que no lo cumplen se sumen a los disponibles en la cuenta NiNi.

Población no disponible que se dedica a quehaceres domésticos:

• De 14-15 años, desde los que no tienen escolaridad alguna hasta los que todavía no han cursado un solo año de secundaria.

• De 16 años, desde los que no tienen escolaridad alguna hasta los que no alcanzaron a completar la secundaria.

• De 17-18 años, desde los que no tienen escolaridad alguna hasta los que no alcanzan a tener un solo año cursado de bachillerato.

• De 19-29 años, desde los que no tienen escolaridad alguna hasta los que no tienen el bachillerato completo.17

Estamos hablando de 3.2 millones de personas, quienes representan 79.7% de la población total no disponible en quehaceres domésticos (los 4.1 millones ya mencionados).

De este modo, se incorporan los 3.2 millones a una cuenta NiNi que acumula 6.2 millones. En términos porcentuales, menos de una quinta parte (19.5%) estaría constituido por jóvenes que han dejado la escuela, pero que se encuentran buscando trabajo (desocupados o desempleados abiertos); en una magnitud ligeramente menor (18.6%) se tendría a quienes no descartan la opción laboral aunque no se encuentran buscando trabajo (disponibles que no asisten a la escuela), mientras que el resto se trata de población no disponible que no asiste a la escuela, aportando 52.3% aquéllos centrados en las tareas del hogar que no tienen el nivel escolar que su edad supone, en tanto que el resto (9.6%) corresponde al remanente de no disponibles al que no se le identifica que desempeñe rol alguno al interior del hogar (más adelante se profundizará respecto a estos últimos). Siendo así para la población total, no dejan de resaltar las enormes diferencias de peso que estos componentes tienen en mujeres y hombres respectivamente (ver gráfica 4).

Formado de esta manera, las características demográficas de este conjunto de personas serían como se aprecia en la gráfica 5.

Este enfoque tiene la ventaja de que es sencillo de comprender a la hora de tratar, en especial con la población no disponible en quehaceres domésticos; sin embargo, no debe pasarse por alto que 65.5% ó 2.1 millones de casos en este segmento o componente de 3.2 millones no sólo hace quehaceres domésticos, sino que declara estar directamente involucrado en el cuidado de niños, ancianos o enfermos. No por nada son no disponibles; nos están diciendo que descartan el mercado de trabajo porque sus prioridades son otras y por los mismos motivos pudieron haber rechazado la opción educativa (ver gráfica 6).18

III.6 Problemática de los que son responsables de terceros

En el diseño de políticas públicas, esto importa; significa que el segmento no responderá a oportunidades laborales o educativas a menos que se creara de forma previa una infraestructura social (guarderías, asilos y, eventualmente, una mejor atención médica), pero aquí cabe entonces preguntar —suponiendo que esto se diera— si, por ejemplo, con enviar a un anciano a un asilo se maximiza el bienestar no sólo de quien lo manda sino de él mismo; ¿se debe adoptar un individualismo metodológico a ultranza y dejar de preguntarnos por la función de bienestar del hogar?, ¿el bienestar del hogar y el de la persona que lo atiende se pueden y deben desligar?

¿Hasta qué punto estas decisiones son tomadas libremente por quien ha decidido que ésa es su misión y propósito en esta etapa de su vida?, ¿hasta qué punto es algo que recae en ciertas personas por los usos y costumbres de la división sexual del trabajo y la inequidad de género? No lo sabemos, pero cuando al etiquetársele como NiNi decretamos que una mujer casada, mayor de 25 años, que tiene un hogar con niños, debería estar trabajando o estudiando el bachillerato, presupone que nosotros sabemos mejor que ella qué es lo que le conviene y a su familia. No debemos olvidar que lo de NiNis no sólo está describiendo una situación, también dice cómo debieran ser las cosas.

Visto así, el enfoque de derechos tiene más sentido si se le acota a un grupo de edad de 15 a 24 años en conformidad a la definición de población joven que ha establecido la ONU; al ubicarnos en un terreno menos especulativo precisando mejor el grupo de edad, se tendría bajo el enfoque de derechos una cifra de 4 millones y no una de 6.2 millones.19

Para ver estos 4 millones de NiNis bajo un enfoque de derechos, pero en el marco de la población total de 15 a 24 años que asciende a 21.1 millones, segmentada por la condición de actividad conforme a los conceptos de la ENOE, en los anexos se presentan los mismos bloques que más arriba se mostraron para la población de 14 a 29 años.

Por otra parte, es cierto que mientras más joven sea una persona no disponible que no estudia y en quehaceres del hogar la decisión de incluirla como NiNi será menos controversial, pero aun así estaríamos pasando por alto la diferencia que puede haber con una persona de sus mismas características que sí se declara disponible para trabajar; es decir, estamos pasando por alto lo que las personas deciden o, en todo caso, las responsabilidades prioritarias que identifican.

Es verdad, asimismo, que una cosa son las responsabilidades y otra muy distinta lo que uno quiere hacer con su vida: lo primero puede ser un obstáculo para perseguir lo segundo, pero aun así hay una diferencia muy grande entre tener o asumir una responsabilidad y no tener o no asumir alguna, que es la siguiente situación que se analizará, depurando la cifra de 4 millones para la población de 15 a 24 años.

Hay otro sentido en el que esta ulterior distinción o filtrado de lo que fue el universo de punto de partida es muy importante: la connotación psicológica o la imagen que viene a la mente cuando se habla de NiNis queda asociada a este caso extremo que en el siguiente apartado se contabiliza y donde se identifica a un segmento de jóvenes quienes nada están abonando para su futuro al tiempo que no desempeñan rol alguno en el hogar, jóvenes que, hasta donde la Encuesta nos permite profundizar, no están siendo útiles ni para sí mismos ni para los demás. Dicho segmento está muy lejos de una cifra de millones y, sin embargo, se ha vuelto la insignia o el rostro del acrónimo en las señales de alarma que se han encendido en los medios y en el debate político que se escenifica en ellos. Es un caso más en el que sin percatarse entre quienes abordan el tema, la parte define al todo y, además, establece el tono y la estridencia para hablar del asunto.

III.7 NiNis que no desempeñan un rol identificable en población de 15 a 24 años

Todo lo que concierne a la magnitud de NiNis a la que se ha llegado hasta ahora es debatible aun cuando un tanto menos que lo que se identificaba como punto de partida. Por lo pronto, se pudieron separar los casos por debajo de un criterio normativo o legal. Lo interesante ahora es que la ENOE puede identificar todavía a un grupo o segmento que se declara no disponible para trabajar y que no desempeña labores del hogar: son los otros al final de toda una larga lista de filtros (ver gráfica 7).

1. Ni están trabajando (no están ocupados).

2. Ni buscan trabajo (no son desocupados abiertos).

3. Ni están disponibles para trabajar y no asisten a la escuela.

4. Ni realizan quehaceres del hogar o no se identifican en ese rol.

Nos estamos aproximando aquí a un grupo de 428 mil individuos con una composición demográfica enteramente distinta a la del punto de partida, así como con respecto a lo ajustado bajo un enfoque de derechos (ver gráfica 8).

De lo anterior no resaltan menos las diferencias con respecto al porcentaje de solteros y de mujeres sin hijos entre las aproximaciones que hasta este momento se han explorado (ver tabla 3).

Las propiedades de este grupo de NiNis (los otros) que no asumen o desempeñan rol alguno son también interesantes; por ejemplo, contra lo que pudiera suponerse, la mayor proporción se da en áreas rurales donde se concentra más de una tercera parte de los casos, cuando en términos de población total de 15 a 24 años de edad lo que aportan estas áreas es menos de 23 por ciento.

En cuanto a los estratos socioeconómicos de muestra, la tercera parte se concentra en el bajo —que es predominantemente rural— en tanto que más de la mitad lo hace en el medio-bajo. Es posible que los NiNis sin rol identificable de las localidades rurales lo sean —al menos en parte— por la naturaleza intermitente de las actividades agrícolas; pero no se descarta que no declaren ni como trabajo económico ni tampoco como doméstico actividades cotidianas, por ejemplo las relacionadas con la agricultura y ganadería de traspatio, en la medida en que consideren que esas actividades no los definen. Es difícil pensar que, literalmente, hagan nada, sino que más bien sucede que la actividad periférica o intermitente que realizan no alcanza para darles una identidad ante sus propios ojos (ver gráfica 9).

IV. Perspectiva longitudinal

Algo que no se puede perder de vista en este grupo es que resulta, en su conjunto, muy inestable. Dado el seguimiento que le da la ENOE a los mismos hogares durante un año y tres meses, se observa que, al cabo de la quinta visita trimestral, del total de NiNis que no desempeñaban rol alguno en el segundo trimestre del 2010, siguen incidiendo en esa condición sólo 13.5% un año después (57 820 casos).20 Este núcleo duro quizá merezca una atención aparte, pero es un hecho que la mayoría de los NiNis así tipificados cambian de estatus a lo largo de los trimestres (ver gráfica 10).

En el seguimiento ENOE de entre quienes cambiaron de estatus, 39% se ocupa de alguna forma mientras que 6.8% intenta activamente entrar al mercado de trabajo, es decir, en promedio algo más de 45% se convierte en PEA; otro 18.1% retorna a los estudios y 18.8% termina participando en quehaceres del hogar o brindando atención a otros, mientras que a 17.3%, es decir, unos 74 mil, se les pierde la pista en este procedimiento debido a que ya no residen en el mismo hogar o la familia se mudó a otra vivienda. Es difícil aventurar si estos últimos casos guardan más en común con los 57 820 que permanecen como NiNis sin rol alguno en los hogares observados o si su estatus es tan transitorio como el resto (ver gráfica 11).

Sobra decir que hay un efecto compensatorio de entradas a la condición de NiNis sin rol alguno con respecto a las salidas de modo que, visto en un corte transversal en vez de uno longitudinal, no se desploma la cifra, orbitando alrededor de los 428 mil ya mencionados; todo dato trimestral que se obtenga de la ENOE en realidad es un saldo neto de movimientos de entrada y de salida con respecto a tal o cual condición; pero el punto a discutir que introduce esta perspectiva longitudinal es: ¿cuál es la referencia temporal que se requiere para determinar que un NiNi efectivamente lo sea? Y es que el término parece hablarnos de una condición que define a las personas y no de un simple estado transitorio.

De cualquier forma, esto ilustra las dificultades del literalismo cuando se quiere hablar de NiNis. El absurdo de la aproximación literal es que lo mismo puede quedar en los dos extremos de la exposición que se han abordado hasta ahora: en los más de 7 millones, si se considera que las labores domésticas no son trabajo a tomar en cuenta, o quedando todo en un residual si se toman en cuenta, lo que redirige la atención a quienes de manera continua no desempeñan rol identificable alguno en la reproducción social del hogar. Es por ello que se requiere de un análisis riguroso e introducir criterios significativos para encontrarle un cabal sentido al término NiNi.

V. Mirando más allá del término NiNi: hacia un indicador útil para las políticas públicas orientadas a la población joven

Llegado hasta este punto del artículo, si bien se ha criticado todo lo que falta precisar con respecto al término NiNi, en general nos hemos mantenido en el supuesto de que, una vez afinado y depurado, sería una brújula aceptable para orientar la política pública con respecto a la población joven. ¿Es así?, veámoslo de este modo: ¿trabajar o estudiar son opciones equivalentes entre quienes son menores de edad?, ¿lo son cuando ya hay un mandato constitucional de por medio que establece la educación media superior como un mínimo de escolaridad? Por otra parte, retomemos el asunto de las mujeres adultas que libremente deciden priorizar en su vida los cuidados del hogar: siguen en riesgo de ser contabilizadas como NiNis pese a su rol decisivo. De este modo, si un adolescente de entre 15 y 17 años ha desertado del sistema escolar, pero trabaja, no sería un problema para el esquema mental NiNi mientras que sí lo sería la mujer (o varón) joven y mayor de edad que decidió centrarse en su familia (un no disponible en quehaceres del hogar, para utilizar la terminología de la ENOE). Es como si el término NiNi —aun y moderándole en sus absurdos— invitara a cometer en un solo lance tanto el error estadístico tipo 1 como el tipo 2 que, llevado a término, desemboca en una situación del tipo no están todos los que son ni son todos los que están. Dicho de otra forma, quedan fuera casos que debieran preocupar al tiempo que se asumen como preocupantes otros que no tienen por qué serlo.

Una vez más, aunque nos hemos ceñido al criterio de población joven de la ONU dejando fuera al segmento de 25-29 años, tenemos que percatarnos de la enorme heterogeneidad que aún subyace al interior del grupo de 15 a 24 años con su mezcla de menores de edad y adultos ¿Debieran abordarse con los mismos criterios? En el apartado III se mencionó la tensión que hay entre un criterio de derechos y uno de agencia moral, ¿podrían manejarse de manera complementaria? La manera más simple de hacerlo es dejar que uno de estos criterios gobierne sobre todo al grupo de edad que normativamente no es libre todavía para tomar decisiones, mientras que el otro tenga mucho mayor cabida en el segmento adulto, de modo que se equilibren ambos criterios al quedar enfocados cada uno según el segmento poblacional para el que son más pertinentes.

Si el criterio de derechos se vuelve uno absoluto para el grupo de menores de edad (15-17 años), en realidad se deja atrás el concepto de NiNis. Es el desertar del sistema escolar lo que realmente importa aquí. En cambio, el concepto NiNi es salvable para el grupo adulto, concediendo más libertad a las decisiones del segmento poblacional de 18 a 24 años, haciendo para ello uso de una distinción que permite la ENOE aún al interior del componente de los no disponibles en quehaceres del hogar, la cual da indicios si la razón por la que las personas priorizan el hogar es por circunstancias impuestas o no. Más adelante se abundará en esto. Lo importante es que se puede construir una población objetivo o de interés con ambos grupos sin que necesariamente el concepto NiNi domine en ambos; así, el término se vuelve una herramienta, pero no un fin en sí mismo. Lo que importa es una correcta identificación de la población joven que requiere de una intervención exprofeso de la política pública. Ya que esto tiene dos componentes según el grupo de edad, examinemos por separado las magnitudes que conforman cada uno de ellos.

V.1 Población de 15 a 17 años que ha dejado de asistir a la escuela

Al segundo trimestre del 2011, la población total en el grupo de edad de 15 a 17 años alcanzaba los 6.8 millones, de los cuales 1.93 millones (28.3%) habían dejado de asistir a la escuela21 (0.99 millones de varones y 0.94 millones de mujeres). La gráfica 12 muestra su distribución por condición de actividad, de los cuales 920 mil (47.7%) son ocupados.

Por su parte, la gráfica 13 ilustra qué tanto se va más allá de este segmento NiNi al que se había llegado en el apartado III; llama la atención que la brecha entre la población de 15 a 17 años que simplemente no asiste a la escuela y los NiNis que no han consolidado los niveles educativos que corresponden a su edad se acorta entre el 2005 y el 2011, sin todavía dejar de ser muy grande (ver gráfica 13).

Ello es así porque ha disminuido la no asistencia escolar del grupo poblacional entre esos años, pasando de 31.1% de la población total de entre 15 y 17 años en el 2005 a 28.4% seis años después, si bien la población femenina en particular acusa algún repunte después de haber alcanzado el porcentaje más bajo de no asistencia en el 2009 (ver gráfica 14).

V.2 NiNis de 18 a 24 años excluyendo el componente al que se le concede libre decisión para priorizar el hogar

En el apartado III se señaló que en el armado de NiNis un componente en particular problemático es la población no disponible que identifica su rol en el hogar.22 Una manera de tratar de resolverlo era incluyendo en la cuenta a quienes no habían concluido el nivel escolar al que por ley tienen derecho. Este enfoque cobra fuerza con el tramo de población más joven, pudiéndose tornar uno absoluto como lo hemos visto en la sección anterior, pero conforme se avanza en edad es un criterio que tiene que relativizarse porque ya está de por medio una decisión adulta de cuáles son las prioridades en la vida.

En este punto cobra importancia un matiz conceptual adicional que introduce la ENOE al distinguir entre la población no disponible que declara tener impedimentos para integrarse al mercado de trabajo de aquella otra que no considera esa opción por quedar fuera de su esfera de interés.23 Entre los impedimentos que capta la ENOE destaca el no poder encargar a nadie más el cuidado de niños, ancianos o enfermos; no tener estudios suficientes para solicitar un trabajo o, incluso, la oposición de la pareja para poder integrarse al mercado laboral (ver tabla 4). De manera razonable se pudiera pensar que, al menos alguno de estos mismos impedimentos se ha atravesado en el camino de la persona para poder culminar hasta el nivel educativo al que tiene derecho.24

Así, de la cuenta total de NiNis bajo enfoque de derechos que correspondería al tramo adulto de la población joven (18-24 años), y que asciende en el 2011 a 3.1 millones, deja de incluirse el componente que no declara este tipo de impedimentos al priorizar el rol en el hogar, concediendo un margen de libre decisión o de preferencia revelada al hacerlo, salvo que el analista considere que sabe mejor qué es lo que más le importa y conviene a la persona en cuestión.25 Este monto de no disponibles que priorizan el hogar sin acusar impedimentos o restricciones y que cabría interpretar como de libre decisión son 1.3 millones, de modo que la cuenta NiNi a la que se llega, una vez que se dejan fuera, queda en 1.8 millones para el grupo de edad (0.75 millones de hombres y 1.1 millones de mujeres). Por lo demás, no deja de ser muy interesante observar que la distribución por sexo de esta categoría de NiNis de 18 a 24 años —en la que, del componente de no disponibles dedicados al hogar sólo permanecen quienes declaran impedimentos para hacer otra cosa— tiende más al equilibrio en el periodo que comienza a cubrir la ENOE a partir del 2005 (ver gráfica 15).

Antes de continuar, conviene hacer un alto, de modo que se tenga presente la composición de las dos categorías de NiNis que se están comparando para clarificar cómo se construyen desde el cuestionario temático de la ENOE y en qué bloque estriba la diferencia (ver tabla 4).

Un aspecto de contraste a destacar de esta forma alternativa de identificar NiNis en el grupo de edad con respecto al de enfoque de derechos, es que muestra cierta sensibilidad con respecto al shock económico del 2009, de modo que mientras entre el 2005-2008 significaba 10 u 11% de la población total de 18 a 24 años, en el 2009 se aproximaba a 13% y en el 2011, a 12.7% de dicha población. Cierto que es una magnitud inferior a la cuenta de NiNis bajo enfoque de derechos a la que se había llegado en el apartado III.5 (con respecto a la cual todo es igual salvo en el manejo de los no disponibles en quehaceres del hogar) y que para el grupo de edad en el 2011 se aproximaba a 22%, pero aquí lo importante no es que baje la proporción con respecto al grupo de edad, sino que una vez que el factor electivo entra en juego, se evidencia más el vínculo con el ciclo económico o la reacción frente a él se torna más palpable (ver gráfica 16).

Dicho de otra forma, esta diferencia de sensibilidad frente a la problemática laboral parece ser en sí misma indicativa que el segmento excluido en esta nueva propuesta no tiene preferencia por el mercado de trabajo y que, mientras estaba presente no permitía visibilizar del todo bien la reacción frente a la coyuntura económica del resto de casos que no asiste a la escuela (desocupados, disponibles, no disponibles que priorizan el hogar bajo el peso de impedimentos y no disponibles sin rol alguno). El uso aquí pues del término preferencia no es en modo alguno arbitrario, y sólo separando el grupo de jóvenes adultos de los no adultos puede realmente introducirse en la discusión.

V.3 Integración final: hacia una contabilización que tenga sentido de la población joven que cabría retener en el sistema educativo o incorporar al ámbito del trabajo de mercado

En el desarrollo de este apartado V se ha adoptado un enfoque donde se separan los grupos de edad jóvenes no adultos (15-17 años) de los adultos jóvenes (18-24 años) para abordar a cada uno con el criterio más pertinente según estén o no facultados para tomar decisiones. Ahora, cabría visualizar qué se obtiene al conjuntar ambos. La suma nos da 3.8 millones y lo que aporta cada grupo de edad según el criterio que aplica en cada uno son magnitudes aproximadamente similares (1.93 millones de jóvenes que han dejado el sistema educativo y 1.83 millones de NiNis de 18 a 24 años bajo un enfoque que distingue, entre los no disponibles que priorizan el hogar, si hay o no preferencia o libre elección) (ver gráfica 17).

Desde el punto de vista de la composición por sexo si bien siguen predominando las mujeres (2 millones frente a 1.7 millones de hombres) se alcanza el mayor equilibrio que en cualquier otra aproximación por efectos compensatorios de lo que se identifica en uno y otro grupo de edad (ver gráfica 18).

Visto el conjunto bajo una perspectiva intertemporal 2005-2011, también se dan efectos compensatorios: mientras el porcentaje de población de 15 a 17 años que ha abandonado el sistema escolar desciende, la población de NiNis de 18 a 24 años (donde se excluye de los no disponibles a quienes ejercen una preferencia o libre decisión al priorizar el hogar) sufre un envión a raíz del shock del 2009. El resultado es que la población de interés que va desde los 15 hasta los 24 años se mantiene ligeramente por debajo de 18% de todo el grupo de edad entre el 2005 y el 2011: 17.6 y 17.8%, respectivamente, diferencias que, es probable, no sean siquiera estadísticamente significativas (ver gráfica 19).26

Es claro, por lo demás, que aunque se les vea de una manera agregada, las políticas públicas y sus énfasis serán necesariamente diferentes para los dos subgrupos de edad que aquí se están identificando: retención en el sistema escolar de los jóvenes de 15 a 17 años (tomando en cuenta el costo de oportunidad de regresar a las aulas de aquellos que ya están trabajando) y una política de mayor énfasis en lo laboral respecto al grupo de 18 a 24 años acompañado con más infraestructura social (guarderías y atención a adultos mayores, por ejemplo) para permitir la inserción en el mercado de trabajo, en especial de mujeres jóvenes con esa carga o que, al menos, aumenten su margen de libertad a la hora de identificar sus prioridades en la vida. La moraleja de esto es que bien pudiéramos estar hablando de dos indicadores y no de uno solo que, en tándem, resultarían mejores guías de la política pública: algo que al menos en un plano psicológico rema contra la corriente, dada la tendencia a esperar que un solo concepto lo resuelva y diga todo en el debate mediático en México.27

Conclusiones

Tras la idea de los NiNis subyace no sólo una descripción sino, asimismo, una prescripción: pareciera que los roles sociales aceptables para la población joven en edad de trabajar son únicamente los estudios o el mercado laboral.

Quienes hacen uso del término, lo mismo que los generadores de información, tienen que entender mejor cómo toman decisiones las personas. La ENOE es un avance en este sentido y también lo son las encuestas de uso del tiempo; sin embargo, probablemente se necesita incursionar más allá, complementando con aproximaciones novedosas (como el enfoque de bienestar subjetivo) para no especular sobre la satisfacción/frustración de grupos poblacionales tanto con respecto a su inserción laboral como educativa.28

Lo que no deja de ser algo básico es que las personas no disponibles para trabajar dedicadas a los quehaceres del hogar bajo ninguna circunstancia deben ser incluidas de forma sumaria en una cuenta de NiNis, lo que de entrada descarta como dato de referencia a la cifra de 7 millones.

Un enfoque de derechos ayuda a establecer distinciones al interior de quienes priorizan su rol en el hogar, pero aun así, el tema de las responsabilidades que se tienen en cuanto a cuidados a terceros hace extremadamente controversial la clasificación como NiNis de población no disponible en el grupo de 25 a 29 años y lo siguen siendo en general para quienes ya tienen la mayoría de edad. Lo conducente, entonces, es ceñirse a la definición de población joven de la ONU, que es de 15 a 24 años. Por esta vía se llega a un máximo de 4 millones de casos que no trabajan ni tampoco han hecho efectivos sus derechos educativos. No menos crucial es cuantificar al interior de este monto al grupo que no desempeña ningún rol identificable en el hogar y que es, en su mayoría, masculino. Hay que hacerlo para que esta magnitud, que representaría algo más de 10% de esos 4 millones, deje de convertirse en el rostro emblemático del NiNi una vez que se le dimensiona.

La edad importa, y mucho, en esta discusión. Una alternativa quizá más orientada a la política pública no debe perder de vista cuándo una persona está legalmente facultada para tomar decisiones y cuándo no, entender que pueden ser más pertinentes criterios diferenciados según se haya alcanzado o no la edad adulta. Esta distinción permite darle más fuerza al enfoque de derechos sobre el grupo joven no adulto (15-17 años) que ha dejado de asistir a la escuela, en tanto que concede un mayor margen de decisión al de 18 a 24 años, en particular cuando se trata de población no disponible que prioriza las labores del hogar. A este respecto, la ENOE proporciona indicios de cuándo puede haber libre decisión y cuándo no o, si se quiere, cuándo a un individuo se le impone su contexto y cuándo tiene un margen de decisión frente a él. Combinando criterios diferenciados, si bien se llega a una cifra similar (3.8 millones) a la aproximación por enfoque de derechos aplicado a todo el grupo de 15 a 24 años (4 millones), tanto la composición por sexo como la sensibilidad con respecto a los shocks económicos resultan distintas. Los autores nos inclinamos por la aproximación diferenciada según la edad y consideramos, en realidad, no sólo irrelevante sino como un distractor el que el término como tal de NiNis se aplique al grupo de 15 a 17, ya que el abandono del sistema educativo es una prioridad por arriba de si jóvenes no adultos se encuentran trabajando o no. En el límite, lo que importa es identificar a los grupos de población joven que requieren intervención de la política pública y si ello precisa de más de un concepto que no se agote en el de NiNi, que así sea, pues éste debe ser una herramienta para resolver ciertos problemas y no convertirse en un lecho de Procusto. Hay que tener en claro tanto su alcance como sus limitaciones.

Por último, en la definición de NiNis (cualquiera que se adopte) no hay que perder de vista la problemática de permanencia frente al de transitoriedad: ¿cuál es el periodo de observación que confirma que alguien que parece NiNi efectivamente lo es?

Así, y mientras no se hayan tomado en cuenta todo este tipo de consideraciones, los datos que se quieran proporcionar sólo competirán por posicionarse en los medios con base en su cruda magnitud, sin tener Ni consistencia Ni sentido.

Referencias

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1 Sin duda, la discusión sobre los NiNis la posicionó en México el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, en sus declaraciones con motivo de la celebración en México del Día Internacional de la Juventud. Se recoge aquí lo que consignó el periódico El Universal, el 12 de agosto de 2010 bajo el encabezado "Narro pide centrar políticas en jóvenes" del que resalta el siguiente extracto: "El rector de la UNAM calificó de una vergüenza que 7.5 millones de jóvenes mexicanos no estudien ni trabajen porque no hay oportunidades para ellos". La declaración causó, a su vez, una reacción por parte de las secretarías de Educación Pública y Gobernación a la que le sucedió una enérgica contrarréplica del Rector que los medios, desde luego, no dejaron pasar: "Existen siete millones de ninis en México, insiste Narro Robles" (Milenio, 23 de agosto de 2010). La nota consigna sus palabras: "Las cifras que quisieron enmendar no son las correctas, desafortunadamente no puedo venirles a decir que cometí un error…"; prosigue la nota: "…con las cifras en la mano [Narro] explicó que la Encuesta Nacional de la Juventud 2005, que es la más reciente, revela que 22 por ciento de los jóvenes de 12 a 29 años no estudia ni trabaja, es decir, poco más de 7 millones de jóvenes".
2 La sensación causada por el término NiNi y la cifra asociada de 7 millones siguen retumbando de forma vigorosa en la prensa nacional; a casi un año de las declaraciones del rector Narro, El Universal del 24 de julio de 2011 consigna: "Exige el arzobispado opciones para ninis" y también: "Sólo cinco estados con programas para ninis"; en ambas notas se alude a la cifra arriba mencionada.
3 La estadística que se genera en el Reino Unido al respecto la publica el Ministerio de Educación para la población de 16 a 24 años, con criterios diferenciados para el subgrupo de 16-18 años. Datos para el 2007 ubicaban a casi una quinta parte del grupo de edad en la condición Neets, lo que significaría una cifra en absolutos próxima al millón de personas. La estadística, de entrada, presenta el problema de que tiende a incrementarse en los terceros trimestres del año por las vacaciones de verano.
4 Cox, Simon. "A Neet solution", en: BBC News, 24 de agosto de 2011.
5 Robson, Karen. "The Afterlife of NEETs", en: Attewell, Paul; Katherine S. Newman (eds.). Growing Gaps: Educational Inequality Around the World. Oxford University Press, 2010, p. 181.
6 Yates, Scott y Malcolm Payne. "Not so NEET? A Critique of the Use of 'NEET' in setting targets for interventions with Young People", en: Journal of Youth Studies. UK, July 2006, pp. 329-344.
7 OCDE. "Gender Equality: Education-Employment-Entrepreneurship", en: Genderintiative. APEC, 2011. En el gráfico comparativo de países que figura en la página 10 no deja de llamar la atención que se señala que México es el único que aplica el término Neet a un grupo de población de 14 a 29 años; a su vez, el gráfico cita como fuente Education at Glance 2010, donde se proporcionan datos de la población pero de 20 a 24 años que no tiene empleo remunerado y no estudia. Ver www.oecd.org/document/52/0,3746,en_2649_39263238_45897844_1_1_1_1,00.html
8 Ver OECD. StatExtracts, en: http://stats.oecd.org/Index.aspx. El término tampoco aparece definido en el glosario del portal estadístico de la Organización (Statistics from A to Z). Ver www.oecd.org/document/39/0,3746,en_2649_201185_46462759_1_1_1_1,00.html
9 El rector universitario precisó (…) que la mayor parte de los jóvenes ninis está en esa condición no por una decisión autónoma sino por una realidad impuesta…", ver Milenio, 23 de agosto de 2010.
10 Una síntesis del marco de la actividad humana y qué delimita los sistemas de contabilidad nacional y qué no, puede encontrarse en Negrete, R. "El concepto de informalidad y su integración bajo el esquema del Grupo de Delhi", en: Realidad, Datos y Espacio. Revista Internacional de Estadística y Geografía. Vol. 2, núm. 3, septiembre-diciembre 2011, p. 81.
11 Ver INEGI. Sistema de Cuentas Nacionales de México. Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares de México 2003-2009. A su vez, en la elaboración de estas cuentas es insumo fundamental la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), ya que permite contabilizar la masa de horas invertidas en las distintas tareas domésticas, así como en el cuidado de niños, ancianos y enfermos. De otras fuentes como la ENOE, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) y los Censos Económicos se toma el valor de mercado de quienes se dedican a proveer servicios similares, pero como una actividad económica.
12 Para una exposición sobre la relación entre la desutilidad marginal del trabajo de mercado y las bajas tasas de participación femeninas para ciertos segmentos de población ver Negrete, R. "El indicador de la polémica recurrente: la tasa de desocupación y el mercado laboral en México", en: Realidad, Datos y Espacio. Revista Internacional de Estadística y Geografía. Vol. 2, núm. 1, enero-abril 2011, pp. 156 y 157.
13 El único proyecto estadístico global que se ha planteado abordar estadísticamente cómo toman decisiones las personas es uno emprendido fuera del cauce de las estadísticas oficiales e internacionales por las encuestas Gallup inspiradas, en parte, en los trabajos de investigación de Daniel Kahneman y Ed Diener, así como el denominado behavioral economics, ver Clifton, J. The Coming Jobs War. NY, Gallup Press, 2011.
14 Ver OECD. Measuring Subjective Well-Being: Concept and Validity. Documento de discusión (draft paper 1). París, febrero del 2012. Es una iniciativa que el organismo está impulsando para que las oficinas de estadística de los países miembros emprendan encuestas o incorporen preguntas en las ya existentes sobre "...the various evaluations, positive and negative, that people make of their lives and the affective reactions of people to their experiences…", p. 8.
15 La OCDE contempla que es importante que todas las encuestas de uso del tiempo incorporen preguntas sobre la satisfacción/insatisfacción que le reporta al informante el realizar las distintas tareas y responsabilidades del trabajo doméstico. El INEGI tiene pendiente la tarea de incorporar indicadores de bienestar subjetivo en la ENUT, para conocer los estados de ánimo asociados a las diferentes actividades realizadas por cada integrante del hogar, en especial en lo que toca a la distinción entre hombres y mujeres. Adicionalmente, es necesario mantener presentes las causas profundas detrás de la división sexual del trabajo, tal como han sido expuestas por Brígida García y Orlandina de Oliveira (1994 y 2007) y por María Ángeles Durán Hera et al. (2001).
16 Con respecto a la satisfacción ya no en relación con actividades específicas sino con distintos aspectos de la vida (incluyendo el grado de autonomía y libertad personal), el INEGI se encuentra experimentando con el Módulo de Bienestar Auto Reportado (BIARE), que incorpora además de los lineamientos básicos de la OCDE, otros contenidos valorativos sobre la calidad de vida así como eventos en la biografía de las personas que pueden incidir en su bienestar actual. Es un módulo que acompaña en el primer trimestre del 2012 a la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGASTO).
17 El decreto presidencial que eleva a rango constitucional la educación media superior fue firmado el 8 de febrero de 2012. Los autores estamos conscientes que pudiera ser controversial el aplicar este criterio retroactivamente al segmento adulto de la población joven, pero preferimos ser criticados por hacerlo a por no hacerlo.
18 Sin duda, sería ideal que la ENOE manejara explícitamente preguntas sobre la dupla disponibilidad/no disponibilidad para asistir a la escuela con la misma destreza que hace lo propio con respecto al mercado laboral. Así, si bien tiene una ventaja sobre cualquier otro instrumento de captación, tiene que llevar más lejos este enfoque. Por su parte, las encuestas que a ningún nivel manejan esta dupla, pero pretenden dar cifras de NiNis, son susceptibles de aportar más confusión que otra cosa al debate.
19 El referente de 15 a 24 años para delimitar la población joven fue adoptado por la ONU a partir del 2000, ver United Nations Economic and Social Council (ECOSOC). The World Programme of Action for Youth to the Year 2000 and Beyond: Strengthening United Nations commitment to youth. NY, UN, 2000 (www.un.org/events/youth98/backinfo/ywpa2000.htm). A su vez, con esta precisión de edad de lo que es la población joven, la división de política social de la ONU ha venido publicando, año con año (desde el 2003), su reporte mundial sobre la juventud (World Youth Report, en: http://social.un.org/index/WorldYouthReport/2003.aspx).
20 Este análisis de permanencia bajo la condición de NiNi sin rol identificable para ver qué porcentaje de ellos queda se hace tomando un panel total de viviendas de la ENOE desde que entran a la muestra hasta que salen; cada panel por separado representa 20% de la muestra total. Para obtener la cifra en absolutos que permanecen al cabo de los cinco trimestres, se aplica 13.51% de permanencia observado en el panel, al monto expandido que da la muestra completa de la ENOE de Ninis sin rol identificable (los otros) de 428 mil individuos (cifra redondeada).
21 De acuerdo con el Manual del entrevistador de la ENOE, se determina que alguien ha dejado de asistir a la escuela cuando ya no está inscrito en ninguna del sistema educativo formal, ver www.inegi.org.mx/sistemas/biblioteca/detalle.aspx?c=10814&upc=702825006554&s=est&tg=0&f=2&pf=EncH
22 Se debe recordar que los componentes de una cuenta NiNi son: 1) Desocupados que no estudian, 2) Disponibles para trabajar que no estudian (la primera una categoría de mercado de trabajo y la segunda una relativamente cercana al mismo), 3) La población no disponible que no asiste a la escuela centrada en quehaceres del hogar y 4) Población no disponible sin rol identificable alguno (los otros). En el presente apartado se centra la atención en una distinción específica que la ENOE permite al interior del punto 3 antes de sumarse a los restantes componentes y que será, por ende, el factor que marque la diferencia con respecto al agregado del enfoque de derechos.
23 Esta terminología la puede ver el usuario de los datos trimestrales de la ENOE en la salida denominada indicadores estratégicos (IE), en el desglose que ahí se hace de la población no económicamente activa (segmento 8). Ver sitio www.inegi.org.mx/sistemas/tabuladosbasicos/tabtema.aspx?s=est&c=28822; debe advertirse que los conceptos en los IE aplican a toda la población mayor de 14 años y no a un tramo de edad específico y que, además, no asiste a la escuela, como el que aquí se está discutiendo.
24Cfr. nota 18.
25 Podría aducirse la objeción de que, sobre todo la población femenina que se estaría dejando fuera de la cuenta, sólo hace suyos roles de subordinación aunque no reconozca de manera consciente impedimentos propiamente dichos. Ésta se vuelve una tesis infalsable en el sentido popperiano porque, sencillamente, no deja margen alguno para concebir bajo qué condiciones sería refutable: al situarse más allá de lo que pudiera clarificar la evidencia empírica, ésta no deja de ser una posición doctrinal. Fuera de ella pudiera optarse por default la perspectiva de preferencia revelada: en ausencia de impedimentos declarados no está fuera de lugar el pensar que la gente termina haciendo lo que maximiza su función de utilidad, aun cuando a ésta no la podamos medir de forma directa. La alternativa entre un enfoque feminista radical y uno de preferencia revelada sería adoptar, como ya se mencionó en el apartado II, la perspectiva del bienestar subjetivo que, a diferencia de la mencionada, concibe que lo que termina eligiendo la gente (utilidad esperada) termina por no coincidir con la utilidad experimentada (Frey, 2008) y que la mejor manera para saberlo es preguntarle directamente a los individuos por su satisfacción actual con la vida y/o con las tareas que desempeña. Las estrategias de captación estadística en las que se centra esta aproximación son prometedoras, pero aún tentativas (OCDE, 2012), y cabe reiterar que el INEGI ya las ha iniciado de manera experimental (cfr. nota 16). Por todo ello, se adopta aquí la posición por default de que un individuo adulto, cuando prioriza el hogar sin ninguna otra restricción o impedimento manifiesto, sabe lo que está haciendo, con un margen de libertad en su decisión. En la ENOE, a través de la pregunta 2e (¿Es usted…?) se detecta cuando la persona define su identidad en términos de quehaceres del hogar; en la 2f (Actualmente ¿tiene necesidad de trabajar?) si el trabajo de mercado se encuentra o no dentro de su esfera de interés y en la 2g (¿Hay alguna otra razón por la que no esté buscando trabajo?), donde se identifica en concreto si hay impedimentos que pesan sobre la persona para integrarse al mercado laboral (ver tabla 4).
26 No hay que perder de vista que los datos de la ENOE provienen de una encuesta probabilística de modo que, cuando se comparan datos en dos momentos distintos, la diferencia entre ellos no necesariamente implica que son diferencias del dato poblacional que se está estimando, sino que también pueden obedecer a que dos muestras (una en el periodo t y la otra en el t+n) difieren entre sí por razones aleatorias que se ven reflejadas en sus respectivas estimaciones. Cuando las diferencias son muy pequeñas, lo más factible es que provengan de esta aleatoriedad y no del fenómeno en sí que se está midiendo; se dice entonces que éstas no son estadísticamente significativas.
27 La obsesión por cargarle a un solo indicador todo el significado de lo que sucede ha sido en particular nociva en México (por ejemplo, en el debate sobre los mercados laborales), llegando al punto de que ha impedido una cabal comprensión de lo que sucede en ellos, cuáles han sido sus mecanismos de ajuste y los fenómenos que de ahí derivan. Para quien quiera adentrarse en este otro ejemplo de cómo dicha obsesión es un paradigma con el que hay que romper, ver Negrete, R., cfr. nota 12.
28 Aun con todas sus ventajas, es importante reconocer que la ENOE no resuelve todas las preguntas necesarias para encuadrar de manera exhaustiva los problemas de exclusión voluntaria o involuntaria de las actividades educativas o laborales que inciden sobre los distintos grupos de población joven. Así, por ejemplo, no nos permite distinguir si la no participación en actividades educativas de personas entre 25 y 30 años es o no una decisión tomada de forma libre a partir de las preferencias de los individuos. Sin embargo, como se ha mostrado a lo largo de este documento, una aproximación al tema de los NiNis en México que tenga sentido deberá tomar en consideración la información ofrecida por la ENOE.

Anexos

 

 

Gerardo Leyva Parra

Autor

De nacionalidad mexicana. Es licenciado en Economía por la UAA, tiene una maestría en la misma disciplina por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y otra en Ciencia Regional por la Cornell University, donde también obtuvo el Doctorado con Especialización en Crecimiento y Desarrollo Económicos; además, cuenta con el Diplomado en Psicología Positiva por la Universidad Iberoamericana. En el ámbito laboral, ha impartido cursos de Teoría Económica en varias universidades y tiene 22 años de experiencia profesional en el INEGI, donde ha sido analista, asesor de tres presidentes, director de Censos Económicos, director general adjunto de Estadísticas Económicas y, a partir del 2009, director general adjunto de Investigación. Fue integrante del Grupo de Expertos en Medición de la Pobreza de la ONU (conocido como Grupo de Río) y del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es miembro de los comités de Estudios Económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), del indicador IMEF del Entorno Económico Empresarial y del de Coyuntura de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), así como del Consejo Asesor Técnico del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP). Participa en los consejos editoriales de las revistas Políticas Públicas de la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública (EGAP), Coyuntura Demográfica de la Sociedad Mexicana de Demografía (SOMEDE) e Investigación Económica de la UNAM, y es editor técnico de Realidad, Datos y Espacio Revista Internacional de Estadística y Geografía del INEGI.


Rodrigo Negrete Prieto

Autor

De nacionalidad mexicana. Es licenciado en Economía por la UNAM. Se desempeñó en el INEGI como director de Encuestas en Hogares; en la actualidad, ocupa una plaza de investigador. Ha sido miembro de diversos grupos de expertos internacionales (OIT, UNECE, OCDE) con el fin de actualizar los marcos conceptuales para la medición estadística de la fuerza laboral, la informalidad y la calidad en el empleo. Asimismo, ha publicado una docena de artículos sobre temas de estadística laboral en revistas arbitradas, además de autor invitado en la compilación The Informal Economy Revisited, así como en La situación laboral en México.


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