Propuesta conceptual para una medición integral de los bienestares económico y social en México

 

Conceptual Proposal for a Comprehensive Measurement
of Economic and Social Well-being in Mexico

 

José Alejandro Ruiz Sánchez,* Alfonso Miranda Caso Luengo,** Amado Esquer Martínez,* Lorenzo Cecilio Fernández* y Fernando Marín Marín*
* Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), jose.ruizs@inegi.org.mx, amado.esquer@inegi.org.mx, lorenzo.cecilio@inegi.org.mx y fernando.marinm@inegi.org.mx, respectivamente.
** Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), alfonso.miranda@cide.edu.

Vol. 14, Núm. 2 - Epub                                                              Propuesta conceptual... - Epub

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En este documento conceptualizamos una encuesta en hogares que mida conjuntamente el bienestar económico (ingresos, gasto y riqueza) y diversas dimensiones del bienestar social captadas en distintos momentos del tiempo a través de un diseño longitudinal que provea de respuestas no solo sobre la recurrencia de problemas sociales sino, a la vez, acerca de las relaciones y causalidades que estas guardan con sus condiciones materiales. Para ello, hacemos una recopilación de experiencias e insumos generados por la comunidad estadística internacional que pueden ser útiles para la medición conjunta del bienestar económico. Posteriormente, revisamos las principales conceptualizaciones teóricas sobre el bienestar social con el fin de avanzar en la identificación y construcción operativa de sus constructos.

Palabras clave: bienestar económico; bienestar social; ENIGH; encuestas sociales; oficinas nacionales de estadística.

 

 

 

In this paper, we conceptualize a household survey that jointly measures economic well-being (income, expenditure and wealth) and various dimensions of social well-being captured at different points in time, via a longitudinal design that provides answers not only about the recurrence of social problems, but at the same time, about the relationships and causalities that these have with their material conditions. To this end, we compile experiences and inputs generated by the international statistical community that may be useful for the joint measurement of economic welfare. Subsequently, we review the main theoretical conceptualizations of social welfare in order to advance in the identification and operational construction of its constructs.

Key words: economic well-being; social well-being; ENIGH; social surveys; national statistical offices.

 

Recibido: 5 de noviembre de 2021.
Aceptado: 25 de enero de 2023.

 

Introducción

La producción de información estadística acerca del bienestar de las personas tiende a realizarse sobre dominios particulares captados en encuestas cuyos diseños independientes, tanto temáticos como temporales, hacen prácticamente imposible obtener datos para un mismo conjunto de hogares respecto a distintos temas que pudieran estar fuertemente interrelacionados, como aquellos que dan cuenta de las condiciones de vida materiales y no materiales de la gente. Uno de los riesgos de esta disociación es que puede encauzar análisis parciales, induciendo conclusiones limitadas que, a la postre, terminen en la adopción de políticas públicas ineficientes o ineficaces.

La inclinación por encuestas con un diseño independiente obedece a las ventajas que proveen: mayor flexibilidad, mayor oportunidad para ahondar en la temática en turno y menores costos en su levantamiento. Sin embargo, esta misma independencia conlleva limitaciones importantes, como la dificultad para identificar relaciones de causa-efecto o para conocer y medir las (des)conexiones entre dos o más fenómenos.

La recopilación, producción y generación de información económica y social son instrumentos indispensables para comprender y evaluar nuestro progreso individual y conjunto. No obstante, las complejidades conceptuales y operativas para la obtención de información sobre estos ámbitos han inducido la condensación en algunos pocos indicadores —siendo el Producto Interno Bruto (PIB) el más representativo— cuyas limitaciones han sido señaladas por diversos autores (Deaton y Schreyer, 2021). La unidimensionalidad de estos indicadores incentiva su uso como guías para la toma de decisiones y para atisbar el avance o retroceso en la medición de fenómenos de naturaleza multidimensional, como el bienestar de la población.

Esta abstracción ha generado críticas crecientes por parte de expertos, quienes argumentan la necesidad de tener información que dé cuenta de los aspectos fundamentales en la vida de las personas y las interrelaciones que guardan entre sí (Stiglitz et al., 2009). Esta crítica es, en especial, relevante para países no desarrollados, como México, donde la producción de información sobre el bienestar de la gente se obtiene, principalmente, a través de encuestas independientes, lo que induce el estudio y conocimiento sobre este tema a partir del ensamble de datos y análisis aislados.

Así, por una parte, tenemos mediciones sobre el bienestar económico de los hogares (ingreso, gasto o consumo y riqueza, o alguna combinación de estos) y, por otra, de algunos componentes del bienestar social, entendido este como la satisfacción de necesidades del bienestar del individuo que son comunes, compartidas o experimentadas de manera conjunta por los diversos miembros de una sociedad (Moix, 1986).

La mayor demanda de información crea nuevos retos para las instituciones encargadas de su provisión, los cuales no son menores y van desde el apartado conceptual hasta el operativo. A nivel internacional, diversos organismos, oficinas nacionales de estadística (ONE) y el sector académico han realizado importantes contribuciones que intentan responder a los diversos desafíos para lograr un mejor y mayor entendimiento de la fundamentación y evolución del bienestar material y no material de las personas. Estudios contemporáneos, como los de Amartya Sen (1982, 1985, 1993) y Martha Nussbaum (1992, 1993, 2011), han avanzado en la conceptualización de los componentes nucleares de la calidad de vida de la gente. Otros trabajos han hecho contribuciones sobre la materialización de su medición, que implica el establecer relaciones entre estos elementos centrales y una serie de constructos y dominios más tangibles (Somarriba, 2008) y, por lo tanto, cuantificables a través del diseño de ítems (The Canberra Group, 2001; OIT, 2003a; OECD, 2013b) y de la construcción de indicadores (Pena-Trapero, 2009; Zarzosa y Somarriba, 2013; Decancq et al., 2015a; Decancq y Neumann, 2016; Martínez-Martínez et al., 2016).

En México, el mayor referente para la recolección de información sobre las condiciones de bienestar económico de la población es la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Respecto a las mediciones de la riqueza de los hogares, recientemente el Instituto y el Banco de México realizaron la Encuesta Nacional sobre las Finanzas de los Hogares (ENFIH) 2019, que obtuvo información tanto de activos y pasivos como de ciertos rubros de los ingresos de las personas. De esta forma, tenemos dos instrumentos estadísticos independientes que han recolectado datos acerca de los patrones de ingreso, gasto y riqueza de los hogares: la ENIGH lo hace de manera bienal para los ingresos y gastos, mientras que para la ENFIH tenemos un levantamiento en el 2019 para la medición de la riqueza e ingresos.

Respecto a la captación de información para la medición del bienestar social en México, el INEGI ha realizado una cantidad importante de programas sobre temáticas específicas, por ejemplo, del bienestar subjetivo, la salud, la educación, el uso del tiempo, la dinámica dentro de los hogares, entre otras. Adicional a las encuestas del Instituto, en el país se han llevado a cabo otras, como la Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares (ENNVIH),[1] de carácter longitudinal, aunque sin periodicidad establecida, que recolecta datos acerca de temas como el ingreso, la toma de decisiones, el estado de salud, la educación, la migración, entre otros.

Así, considerando que: i) en México existen encuestas especializadas e independientes sobre distintas dimensiones del bienestar que forman parte de su capital conceptual y metodológico, ii) no contamos con una regular que provea de elementos para nuestro entendimiento de las causas e interrelaciones de los bienestares económico y social e iii) estas siguen siendo el principal mecanismo para generar información para responder a las cada vez más complejas problemáticas, y que, por lo tanto, es necesario innovar para mejorar y hacer más eficientes los instrumentos de recolección, en este documento proponemos el diseño de una nueva encuesta longitudinal de tipo panel rotatorio que mida conjuntamente el bienestar económico, como eje principal, y diversas dimensiones del bienestar social captadas en distintos momentos del tiempo para un mismo conjunto de hogares.

Un instrumento con estas características proveería de insumos adecuados para estudiar y entender de forma integral la dinámica de fenómenos que afectan el bienestar de las personas en México —incluyendo temas fundamentales como pobreza, salud y educación— y, al mismo tiempo, explorar las relaciones que el bienestar no material guarda con fenómenos económicos más amplios, como el crecimiento económico, la inflación, la política tributaria y la política de subsidios sociales.

Para ello, en la Capítulo 1 revisamos las principales conceptualizaciones del bienestar social, así como algunas propuestas de organismos internacionales para conformar el conjunto de dominios y subdominios que den cuenta de su medición. En el Capítulo 2 hacemos una recopilación de proyectos desarrollados por la comunidad internacional estadística para la captación bajo un mismo marco conceptual de las tres dimensiones que integran el bienestar económico (ingreso, gasto o consumo y riqueza), y también comentamos algunos de los retos que habría que afrontar. En el Capítulo 3 desarrollamos nuestro concepto de encuesta para la generación de información de los bienestares económico y social bajo un mismo instrumento de recolección. En la última sección concluimos.

 

Capítulo 1. Bienestar social

La medición del progreso de una sociedad a través de indicadores como el PIB ha sido fuertemente cuestionada por diversos expertos (Stiglitz et al., 2009; Deaton y Schreyer, 2021); sin embargo, la conveniencia del seguimiento de un solo indicador y los retos metodológicos que conlleva la medición del bienestar en un sentido más amplio facilitaron la adopción de métricas unidimensionales y centradas en el ingreso monetario como guías del progreso.

El paso hacia la conceptualización y medición del bienestar que vaya más allá de la adición monetaria de distintos rubros ha generado la aparición y evolución de distintos enfoques que responden a algunas de las críticas realizadas a sus antecesores, al mismo tiempo que diseñan nuevas visiones, o visiones más amplias, sobre el significado y medición del bienestar de las personas (Pena-Trapero, 2009; Decancq et al., 2015a).

Estos avances necesitan ser analizados y considerados por los institutos encargados de la provisión de información, pues los datos recolectados determinarán, en gran medida, el alcance de las respuestas que se pueden dar en el marco de alguno de los enfoques (Di Pasquale, 2008; Decancq y Neumann, 2016).

 

1.1 Enfoques para la medición del bienestar

Uno de los enfoques que ha ganado mayor relevancia, y que ha sido impulsado por grupos de expertos, como la Comisión Stiglitz-Sen-Fitoussi, es el del bienestar subjetivo. Bajo esta conceptualización de la medición del bienestar, los individuos realizan valoraciones sobre distintas dimensiones de su vida y son capaces de mapearlas hacia una escala, por lo general numérica, que posibilita la integración de información proveniente de distintos individuos. Las respuestas, entonces, están basadas en evaluaciones cognitivas y afectivas contextualizadas por el entorno de la persona (Diener, 2000; Tay y Diener, 2011); las segundas están relacionadas más con emociones o estados de ánimo, mientras que las primeras, con una evaluación integral sobre la condición del individuo.

Dentro de las principales críticas a este enfoque están las siguientes: 1) el supuesto de existencia de una función para cada persona, la cual mapea las evaluaciones del individuo hacia una misma escala y 2) el orden en las preferencias para un conjunto de escenarios no necesariamente se mantendrá en las evaluaciones que el individuo realice sobre estos mismos (Decancq et al., 2015b).

Esta problemática fue englobada por Amartya Sen en su concepto de negación de la condición física (1985) —a partir del cual critica el uso de medidas subjetivas— que plantea la posibilidad de que los individuos no consideren sus condiciones físicas al responder preguntas de bienestar subjetivo debido a que tienden a adaptarse a su situación actual, no siempre favorable. En ese proceso de adaptación subjetivo a su realidad objetiva, las personas ven con un sesgo positivo la vida como un mecanismo de autoconservación y pueden emitir valoraciones subjetivas muy positivas sobre sus condiciones de existencia actuales, sin que ello necesariamente implique que exista una preferencia por estas.

Un segundo enfoque relevante en la medición del bienestar es el de capacidades, que recibe tal nombre por los trabajos realizados por Amartya Sen (1985 y 1993). Bajo este enfoque, lo que en realidad importa en la evaluación del bienestar de las personas es lo que son y lo que hacen. El bienestar debe considerarse desde una óptica de las libertades que un individuo tiene para elegir. Uno de los ejemplos ilustrativos es el de dos personas mal nutridas, una porque así lo decide y la otra no tiene opción (Decancq et al., 2015b). En este caso, aunque las dos carecen de lo mismo, no es sino hasta que consideramos las libertades en sus elecciones que podemos compararlas. Entonces, las capacidades son aquellos elementos que un individuo valora y que conforman un conjunto de posibilidades sobre las cuales puede realmente elegir.

Una de las críticas iniciales a este enfoque es que puede llegar a ser punitivo, o generar demasiada responsabilidad para una persona en situaciones donde sus elecciones están determinadas por factores fuera de su alcance. Como respuesta, Sen propone el concepto de funcionalidades refinadas para incluir el contexto en el que se da la elección de alguna alternativa. Otra de las críticas al enfoque es la dificultad para operacionalizarlo, ya que es necesario definir las dimensiones importantes sobre las cuales realizar las evaluaciones. Y aunque han existido distintas propuestas con menor o mayor grado de complejidad (Decancq et al., 2015b), el tema está lejos de ser definitivo.

Un tercer enfoque que aproxima la medición del bienestar desde su multidimensionalidad es el del Tablero de Indicadores. Una vez definidas las dimensiones relevantes, el planteamiento consiste en generar mediciones de estas a través de un conjunto de reactivos numéricos o categóricos. La presentación de los resultados puede realizarse por cada una de las dimensiones, o bien, a través de un solo indicador sintetizador de todas ellas. La principal limitación de este enfoque es la forma de agregación, o falta de ella. Cuando se genera el indicador, por lo general se recurre a metodologías estadísticas o matemáticas, por lo que nace con propiedades dictadas por la aplicación de una determinada metodología (Somarriba, 2008; Pena-Trapero, 2009).

Sin embargo, a pesar de las diferencias en la conceptualización del bienestar, distintas líneas de pensamiento parecen coincidir en el conjunto de macrodimensiones no monetarias que lo fundamentan (Pena-Trapero, 2009). Trabajos como los de Martha Nussbaum han contribuido a la identificación y concepción de estos elementos centrales, independientes de la cultura o la sociedad a la que pertenecemos. Nussbaum (1992) los llama capacidades funcionales humanas básicas, es decir, ser capaz de:

  1. Vivir hasta el final de una vida humana completa, tanto como sea posible; no morir prematuramente o antes de que la vida de uno sea reducida a una que no valga la pena vivir.

  2. Tener una buena salud; estar nutrido adecuadamente; tener un refugio adecuado; tener oportunidades para la satisfacción sexual; poder moverse de un lugar a otro.

  3. Evadir sufrimiento innecesario y sin beneficio, y tener experiencias placenteras.

  4. Usar los cinco sentidos; e imaginar, pensar y razonar.

  5. Tener apegos a cosas y personas fuera de nosotros mismos; amar a quienes nos aman y se preocupan por nosotros, afligirse por su ausencia, en general, amar, afligirse, sentir añoranza y gratitud.

  6. Formar una concepción de lo bueno y participar en una reflexión crítica acerca de la planeación de la vida de uno mismo.

  7. Vivir para y con otros, de reconocer y mostrar preocupación por otros seres humanos, de participar en varias formas de interacciones sociales y familiares.

  8. Vivir con preocupación en relación y por los animales, plantas y el mundo de la naturaleza.

  9. Reír, de jugar, de gozar actividades recreacionales.

  10. Vivir la vida de uno y de nadie más; poder vivirla en su propio contexto y entorno.

Las capacidades básicas pueden ser operacionalizadas para un ámbito geográfico específico, en cuyo caso, sus marcos institucional y normativo son determinantes para el diseño de constructos y la especificación de sus respectivos umbrales, así como para la delimitación de las posibilidades en la recolección de la información necesaria. Por ahora, no existe un consenso sobre la especificación de estos constructos o de las metodologías para su materialización, por lo que observamos una importante diversidad en la concretización de las mediciones del bienestar no monetario de las personas.

A nivel de dimensiones, y por ser el más cercano al de las capacidades básicas mencionadas previamente, existe un mayor grado de coincidencia entre las distintas propuestas. Alkire (2008) enlista siete dimensiones comunes y da ejemplos de sus respectivos constructos:

  1. Salud y seguridad: salud, sobrevivencia, seguridad, descanso, salud reproductiva.

  2. Entendimiento: conocimiento, entendimiento, información y comunicación.

  3. Logros: trabajo y juego significativo dentro y fuera de casa, creatividad.

  4. Participación: práctica democrática, voz, empoderamiento, autodeterminación.

  5. Relaciones: ausencia de pena/humillación, amor, relación, afiliación.

  6. Satisfacción: autointegración, bienestar emocional, felicidad, paz interior.

  7. Armonía: cultura y espiritualidad, arte, ambiente.

 

Como ya lo hemos mencionado, el proceso de especificación es dependiente de la sociedad en cuestión y del énfasis que se le da a determinadas macrodimensiones. Así, para la Unión Europea, Somarriba (2008) hace una recopilación de dimensiones, dominios y subdominios incorporados en dos iniciativas para la medición del bienestar: una de ellas es la Red Europea para Indicadores de Calidad Social (ENIQ, por sus siglas en inglés) (ver cuadro 1) y la segunda, el Sistema Europeo de Indicadores Sociales (ver cuadro 2).

 

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Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) elaboró un marco conceptual que se ha empleado para dar seguimiento a diversas dimensiones del bienestar de las personas de sus países miembros; actualmente, se tienen mediciones para cinco años: 2011, 2013, 2015, 2017 y 2020. Esta iniciativa, llamada How’s life, provee información sobre 11 dimensiones acerca de las condiciones materiales y no materiales, además de cuatro adicionales sobre igual número de tipos de capital relacionados con el bienestar futuro (ver cuadro 3). Cada una de estas dimensiones ha sido operacionalizada a través de un conjunto de indicadores (OECD, 2020).

 

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Finalmente, cada una de las dimensiones, a través de sus dominios y subdominios, debe ser mapeada hacia un conjunto de ítems e indicadores que reflejen, lo más fiel posible, el objetivo y la naturaleza de la dimensión del bienestar respectiva. En México, el INEGI cuenta con una amplia experiencia tanto en el diseño conceptual como en la recopilación de información para una buena parte de estas, por lo cual consideramos que puede ser aprovechada en propuestas de nuevas encuestas, como la que hacemos en el Capítulo 3.

 

Capítulo 2. Encuestas de ingreso, gasto o consumo y riqueza

La comunidad estadística internacional ha jugado un rol fundamental para avanzar en la conceptualización y operacionalización de las mediciones del bienestar económico. Estos trabajos han sido adoptados por las ONE y adaptados a las necesidades y posibilidades de su respectivo país.

El primer intento del que tenemos conocimiento por establecer un marco de referencia para la generación de estadísticas de ingreso, consumo y acumulación (riqueza) fue desarrollado por la Oficina de Estadísticas de las Naciones Unidas (1977).

Años más tarde, la Oficina Australiana de Estadísticas (ABS, por sus siglas en inglés), basada en este y otros trabajos —como el de Sistema de Cuentas Nacionales de 1993 (ONU et al., 1993) y los de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)— publicó Household Income, Consumption, Saving and Wealth, A Provisional Framework (ABS, 1995).

En 1996 se creó un equipo de expertos en mediciones sobre ingreso de los hogares, conocido como El Grupo de Canberra, integrado por oficinas de estadística de distintas partes del mundo, así como por organismos internacionales. Después de cuatro años de trabajo, publicó Expert Group on Household Income Statistics. The Canberra Group: Final Report and Recommendations (2001). Este documento, junto con los surgidos en la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET) del 2003, han posibilitado contar con una metodología para la generación de estadísticas de ingreso alineadas conceptual y metodológicamente, que consideran problemas prácticos para su implementación, reconociendo sus limitaciones.

En la actualidad, la mayoría de las ONE, incluido el INEGI, basan sus mediciones de ingreso o gasto en estos trabajos; en el caso de México, a través de la ENIGH.

 

2.1 Contexto nacional

En México, el INEGI levanta desde 1984 la ENIGH, uno de los programas estadísticos más relevantes para la medición de las condiciones económicas de los hogares y único en su tipo. También, capta algunos componentes no monetarios del bienestar, como aquellos relacionados con la educación, la alimentación o la salud, aunque lo hace de forma tangencial. La ENIGH es una encuesta bienal y transversal que ha sido empleada, entre otros casos, para el cálculo de ponderadores del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC),[2] y es el insumo principal para las mediciones de pobreza multidimensional que realiza el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) desde el 2008,[3] por lo que sus distintos levantamientos deben guardar consistencia que permita seguir en el tiempo la trayectoria de estas. Una de las implicaciones de esto último es la dificultad de incorporar cambios o modificaciones sustanciales en la ENIGH.

Respecto a la medición de la riqueza, el INEGI y el Banco de México realizaron la ENFIH 2019, que genera información sobre los activos y pasivos de los hogares, tanto en forma de flujos como de acervos y, adicionalmente, capta diversos rubros de sus ingresos. Aunque esta encuesta complementa a la ENIGH, al ser independiente de ella no es posible obtener datos acerca de la distribución conjunta de la triada ingreso, gasto y riqueza, lo que limita el análisis y el conocimiento de las interrelaciones de las dimensiones del bienestar económico.

Así, por una parte, el INEGI cuenta con un marco conceptual para la captación de información del binomio ingreso y gasto, y, por otra, para el de riqueza e ingreso. Sin embargo, consideramos imperativo avanzar hacia la integración de las tres dimensiones bajo un mismo marco conceptual e instrumento de recolección.

A tenor de lo anterior, a continuación, retomamos algunas experiencias internacionales útiles para la provisión de un marco para la medición del bienestar económico en sus tres dimensiones.

 

2.2 Diseño conceptual para la captación conjunta del ingreso, el consumo y la riqueza

Uno de los primeros pasos para obtener información integrada sobre el ingreso, el consumo y la riqueza es el diseño de un marco conceptual común. En el 2013, la OCDE publicó el documento OECD Framework for Statistics on the Distribution of Household Income, Consumption and Wealth (2013b) con el objetivo de avanzar en la integración de información acerca del bienestar económico de los hogares. La propuesta incluye la relación entre variables flujo y variables stock, y se esquematiza en el diagrama 1.

 

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Estas tres dimensiones del bienestar económico pueden ser integradas en dos momentos: uno de ellos es de manera simultánea bajo un mismo instrumento de recolección de información y el otro es mediante distintos instrumentos recolectados de forma independiente, pero con posibilidad de ser integrados. Sobre este último, la OCDE identifica las siguientes posibilidades: 1) Record linkage directo cuando se cuenta con el mismo identificador único en todas las fuentes de datos y 2) Record linkage probabilístico cuando no se tiene un identificador único, pero se cuenta con información sobre el mismo conjunto de rasgos o características de personas u hogares que permiten una vinculación a través de métodos estadísticos y computacionales sujetos a un margen de error.

En el plano operativo, la captación del ingreso se realiza de manera homogénea entre las distintas ONE. Respecto al gasto, observamos que, por ejemplo, la de Reino Unido, a través de la Living Costs and Food Survey, recolecta esta información con preguntas seccionadas por rubros, las cuales tienden a ser más detalladas no solo sobre patrones, sino también acerca del comportamiento de las personas en relación con las erogaciones (ver cuadro 4). Este tipo de diseño puede facilitar y mejorar las mediciones del bienestar social al captar datos para evaluar la dinámica dentro de los hogares: ¿quién hace la erogación?, ¿quién aprovecha el bien o servicio consumido?, ¿de quién es la propiedad del bien?, ¿existen diferencias según sexo y por tipo de gasto?

 

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Lo anterior es importante en términos del diseño y estructura actuales de las encuestas sobre gasto y consumo (como la ENIGH), ya que puede no estar siendo óptimo para mediciones de bienestar. Históricamente, estas herramientas de captación han sido empleadas para los cálculos de los índices de precios, pero no resulta evidente que la actual estructura de los instrumentos de recolección sea la idónea para mediciones del bienestar.

Respecto a la captación de la riqueza, no existe un marco universal, y cada instituto u ONE determina los conceptos y las desagregaciones que desea incorporar, aunque en el agregado son similares, como podemos ver en el cuadro 5.

 

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Otra iniciativa relevante para la medición y comparación de riqueza en hogares, que engloba a varios países, es el Luxembourg Wealth Study (LWS) realizado por el Centro de Datos en Luxemburgo (LIS, por sus siglas en inglés, 2019b), el cual provee un marco conceptual para la medición de riqueza en términos de activos y pasivos (ver cuadro 6), además de incluir variables contingentes, activos adquiridos en el pasado y variables de comportamiento.

 

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Si bien no existen trabajos definitivos para la integración de las mediciones del ingreso, el consumo y la riqueza, los esfuerzos recientes, como los de la OCDE y el LWS, tienen muchos elementos en común y proveen de un marco conceptual para su implementación; aunado a ello, se pueden aprovechar experiencias de otras ONE para lograr una medición conjunta de las tres dimensiones que componen el bienestar económico.

A nivel internacional, observamos una importante diversidad de encuestas sobre bienestar económico que incluyen módulos o apartados para la recolección de otros componentes del bienestar de las personas (ver cuadro 7). También, es relevante resaltar que estos países cuentan con instrumentos tanto transversales como longitudinales, lo cual amplía su capacidad de análisis y toma de decisiones.

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2.3 Retos en la medición conjunta de ingresos, gasto o consumo y riqueza

Los desafíos para lograr la integración de mediciones sobre estas tres dimensiones no son menores; por ejemplo, existe una creciente tendencia internacional en el rechazo de la población a contestar encuestas relacionadas con temáticas sensibles, como el ingreso y la riqueza. Esta es una de las razones por las cuales las ONE se están apoyando crecientemente en la generación de información a partir de registros administrativos o de fuentes no tradicionales. Lo anterior ha sido facilitado por adecuaciones a los marcos normativos que les dan facultades a esos institutos para acceder a este tipo de datos.

A pesar de que existen avances importantes en la generación de acuerdos entre el INEGI y las unidades del Estado mexicano, el uso de registros administrativos para su integración con datos provenientes de encuestas no es una práctica que haya sido explorada. Una de las implicaciones de lo anterior es que si se desea medir de manera conjunta las dimensiones que conforman los bienestares económico y social, se debe hacer uso de instrumentos tradicionales, como las encuestas, las cuales presentan sus propios retos:

  1. Obtener tasas de respuesta elevadas. Actualmente, la ENIGH tiene elevadas tasas de respuesta relativas a las que reportan otras ONE. Por ejemplo, en Reino Unido, la tasa de respuesta para su encuesta de gasto fue de 46 % en el 2016, mientras que la ENIGH reportó una de 84 % en el 2018. Sin embargo, instrumentos como la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE)[4] presentan una tendencia creciente en la negativa de los hogares a contestar.

  2. Disminución del subreporte de ingresos y otras variables como riqueza. México es el país de la OCDE con el mayor diferencial en ingresos captados por encuestas en relación con lo que se reporta en la contabilidad nacional (Fesseau et al., 2013). La coyuntura de seguridad por la que atraviesa el país puede estar afectando las declaraciones que realizan los hogares sobre variables sensibles.

  3. Cobertura de la población. Las encuestas con diseño probabilístico difícilmente captan a los hogares que están en los extremos de la distribución de variables como ingresos o riqueza. En algunas herramientas de recolección se ha optado por generar una sobremuestra para determinados segmentos de la población (por ejemplo, aquellos que se sitúan en los extremos de la distribución del ingreso) con el fin de aminorar esta problemática.

  4. Inclusión de mediciones de riqueza en la misma encuesta. Además de los ingresos y gastos, la ENIGH, actualmente, recolecta información acerca de variables flujo relacionadas con la riqueza; sin embargo, no se realizan preguntas sobre stocks de las de capital (por ejemplo, cuentas de banco o número de propiedades). Una posibilidad es que preguntas del tema riqueza inhiban a los hogares a contestar variables de ingreso y/o consumo.

Algunas de las implicaciones y profundidades de estos retos pueden ser valoradas a través de métodos experimentales o cuasiexperimentales, los cuales, a su vez, pueden ser usados para evaluar estrategias de mejora en la captación de información. Para ello, será importante realizar alianzas con organismos internacionales e instituciones académicas con el fin de contar con los recursos financieros y técnicos.

Por último, enfatizamos el papel presente y futuro que tienen los registros administrativos en combinación con otras fuentes de información, cuyo aprovechamiento depende, en buena medida, de un marco normativo que lo facilite y promueva.

 

Capítulo 3. Propuesta de una encuesta para la medición conjunta de los bienestares económico y social

En México no se tiene una encuesta periódica que dé seguimiento a un mismo conjunto de hogares sobre la evolución de su bienestar material y no material; es decir, no se cuenta con una herramienta longitudinal recurrente que mida simultáneamente las dimensiones relevantes en la vida de las personas.

Por una parte, el diseño transversal de las encuestas actuales tiene ventajas importantes, como el menor costo económico o la independencia de la muestra en cada levantamiento y, por lo tanto, la flexibilidad para reemplazar unidades muestreadas. Sin embargo, ello viene con costos, no menores, como la dificultad de identificar relaciones causales.

Los instrumentos longitudinales permiten estudiar, además de correlaciones, relaciones de causalidad entre variables. Esto se debe a que, en primer lugar, un diseño longitudinal, o de curso de vida, facilita corroborar que la variable independiente preceda a la dependiente, es decir, ofrece información sobre la dirección del efecto (Pforr y Schröder, 2016). En segundo lugar, además de describir lo que sucede en un punto de tiempo determinado, les permite examinar la evolución de las unidades de análisis y las circunstancias en las que ocurre el cambio, posibilitando detectar cómo y bajo qué condiciones las variables independientes determinan la variación de la dependiente (Díaz de Rada, 2007). Por lo tanto, una de sus principales ventajas es la posibilidad de estudiar cambios brutos (individuales) y no solo netos (agregados) de un fenómeno determinado (Kalton, 1983; Lynn, 2009). Los diseños longitudinales sirven para entender las relaciones subyacentes y las dinámicas asociadas a un fenómeno social; por su naturaleza, estos brindan la posibilidad de separar las conductas y toma de decisiones individuales del contexto en el cual se originan. También, facilitan la identificación de eventos, circunstancias o periodos que cambian el curso de vida de una persona (por ejemplo, una enfermedad), así como su adaptación y etapa de resiliencia, o la falta de ella.

Por otra parte, al no ser posible conjuntar las dimensiones ingreso, gasto o consumo y riqueza bajo un mismo instrumento, desconocemos la dinámica y trayectoria de sus interrelaciones y, por lo tanto, el efecto que una dimensión tiene sobre las otras. Esto es especialmente relevante en países como México, caracterizados por una elevada concentración del ingreso y la riqueza (del Castillo Negrete, 2015; Bustos y Romo, 2022; INEGI, 2021), así como baja movilidad social e intergeneracional (Vélez y Monroy-Gómez-Franco, 2018; Campos-Vázquez et al., 2020), cuyos patrones de gasto son consecuencia de —y a la vez pueden reforzar— la dinámica del bienestar de los hogares a través de la (des)acumulación de activos y los medios de financiamiento para los distintos tipos de consumo.

En suma, tener información longitudinal no solo sería de gran utilidad para mediciones contemporáneas, sino también para análisis prospectivos (por ejemplo, acerca de la seguridad económica). Aunado a ello, la integración de distintas dimensiones sociales posibilitaría identificar el vínculo, o la independencia, que guardan respecto al bienestar económico de los hogares. Por ejemplo, dimensiones sociales, como la salud, están influidas por los recursos materiales de una persona, pero también estas pueden determinar su nivel de consumo en otros bienes (Maestad y Frithjof, 2012).

Como propuesta para aminorar parte de las limitaciones de la actual oferta de información estadística relacionada con el bienestar de las personas, en esta sección conceptualizamos una encuesta longitudinal que mida de manera conjunta los bienestares tanto económico como social. Esta se sumaría a la oferta que actualmente tenemos y, por lo tanto, la complementaría.

 

3.1 Encuesta Longitudinal sobre los Bienestares Económico y Social (ELBES)

Nuestra propuesta conceptual está basada en instrumentos internacionales, como la European Union Statistics on Income and Living Conditions (EU-SILC),[5] el Panel Study of Income Dynamics (PSID)[6] y la Survey of Income and Program Participation (SIPP).[7] La encuesta, a la cual hemos llamado Encuesta Longitudinal sobre los Bienestares Económico y Social generaría información anual sobre el ingreso, el gasto o consumo y la riqueza (bienestar económico) para toda la muestra, además de medir de forma dinámica distintas dimensiones sociales (bienestar social) sobre una de las submuestras.

Diseños como el del PSID, que han seguido hogares hasta por siete generaciones, resultan muy costosos de mantener; la opción por la que las ONE han optado es el de un panel rotatorio, donde los hogares son conservados en la muestra por un determinado número de años y, posteriormente, son reemplazados por otros nuevos. La EU-SILC, por ejemplo, los mantiene cuatro años, que consideramos un periodo de referencia adecuado para la ELBES, aunque el lapso puede variar dependiendo de los fenómenos sociales que se deseen captar. Existen otras variantes, como el panel rotatorio con discontinuidades, donde cada submuestra en la recolección de información sigue un patrón temporal intercalado tipo activar-detener: es decir, para cada momento del tiempo se decide si se activa, o no, la recolección de información para cada una de las submuestras; así, por ejemplo, para una submuestra es posible que se generen datos para dos periodos seguidos, y para los dos siguientes ya no.

El componente dinámico para la medición de las dimensiones sociales se realizaría aprovechando la estructura de panel rotatorio: una primera medición de un determinado subconjunto de componentes sociales se llevaría a cabo sobre la submuestra recién incorporada; para esos mismos hogares, y en el último año de pertenencia a la encuesta, se haría el segundo levantamiento, permitiendo así un seguimiento longitudinal no solo para las dimensiones del bienestar económico, sino también para las del bienestar social que se decida medir para dicha submuestra. Es importante observar que el subconjunto de dimensiones sociales a captarse puede o no ser el mismo para las distintas submuestras que se vayan incorporando de manera secuencial al panel rotatorio (ver esquema en el diagrama 2).

RDE40_art01_diag02

 

En el primer año, la muestra completa estaría seccionada en cuatro submuestras (m1, m2, m3 y m4), de las cuales se recolectarían datos acerca del bienestar económico. Adicional a la información económica, a una de ellas (m4) se le aplicaría un instrumento de recolección de datos sobre un subconjunto de dimensiones sociales (supongamos que el subconjunto 1 es salud y bienestar subjetivo). Para el siguiente año (2), saldría de la muestra m1, pero se incluiría a m5 (ver diagrama 2); la recolección de información económica se haría para las submuestras m2, m3, m4 y m5, y adicionalmente a m5 se aplicaría un instrumento para captar un segundo conjunto de dimensiones sociales, el cual puede tener elementos en común con el primero aplicado a m4 (supongamos que el subconjunto 2 está conformado por bienestar subjetivo y seguridad alimentaria). Algo similar se llevaría a cabo para el tercer año. En el cuarto periodo (año 4) se aplicarían dos cuestionarios sociales (ver diagrama 2): uno para darle seguimiento a las dimensiones contenidas en el subconjunto 1 (salud y bienestar subjetivo) que se aplicaría a los mismos hogares del año 1 (m4); el segundo cuestionario sería sobre un subconjunto nuevo de dimensiones sociales (subconjunto 4, por ejemplo, sobre desigualdad de oportunidades y desigualdades horizontales), que se aplicaría a la submuestra m7.

Haciendo un acercamiento al año 1, vemos en el diagrama 3 que para todos los hogares pertenecientes a las submuestras m1, m2 y m3 se recolectaría información sobre el ingreso, el gasto o consumo y la riqueza, mientras que para los de la m4 se adiciona un módulo sobre bienestar.

 

RDE40_art01_diag03

 

3.2 Ventajas y consideraciones de la propuesta

Consideremos el diagrama 4: al medir, para el mismo conjunto de hogares (submuestra m4), los mismos constructos sociales al inicio y al final de un periodo de cuatro años (ilustrados en color azul), así como los componentes económicos en cada año, se generaría información que posibilitaría la identificación y cuantificación de relaciones causales entre los componentes del bienestar.

 

RDE40_art01_diag04

 

En este mismo sentido, el bienestar económico guardaría un carácter longitudinal, incluso con mayores posibilidades. Tomemos el caso de las submuestras m2, m3 y m4: para cada una de ellas hay dos levantamientos de información para los mismos años, en este caso, el 1 y 2; por lo tanto, podríamos dar seguimiento a los cambios en las condiciones económicas del mismo conjunto de hogares que conforman estas tres submuestras que, agregadas, facilitarían análisis robustos y con mayor representatividad muestral. Si tomamos solo los hogares de las submuestras m3 y m4, podríamos ampliar el horizonte temporal de la información longitudinal hasta el año 3. Finalmente, si solo consideramos una submuestra, en este caso la m4, el seguimiento que le podríamos dar a estos hogares sería hasta de cuatro años. También, podemos observar que la mayor representatividad muestral se lograría para cortes transversales, es decir, en términos de alcance poblacional puede llegar a ser similar a las encuestas que se levantan actualmente con el mismo número de hogares (ver diagrama 2).

Otra de las ventajas de la medición longitudinal e integral del bienestar es la posibilidad de recolectar datos sobre temáticas que requieren una medición simultánea de distintas dimensiones, como la (in)seguridad económica. Información acerca de este fenómeno facilitaría la generación de análisis prospectivos no solo sobre las condiciones materiales de las personas, sino de su relación con otras dimensiones en su calidad de vida. Jacob Hacker (en Stiglitz et al., 2018b) identifica tres tipos de preguntas para la medición del tema: 1) de la percepción de las personas, presente y futura, 2) de la percepción de suficientes capacidades para manejar choques económicos futuros y 3) sobre si las personas cuentan con coberturas en forma de seguros, ahorros o riqueza. Por lo general, las encuestas que incluyen el tema contienen reactivos tanto de percepción como de posesiones materiales; las correspondientes al primer grupo se refieren a preocupaciones, ansiedades o apreciaciones de la probabilidad de pérdidas económicas futuras. Las preguntas sobre condiciones materiales suelen relacionarse con afectaciones en el consumo o pérdida de activos; es por ello importante que, dentro de encuestas de ingreso, gasto o consumo y riqueza, se incorporen reactivos que permitan relacionarlos con inseguridad económica, ya que, si bien una persona u hogar puede no considerarse pobre, es posible que tenga un alto nivel de inseguridad económica.

Si bien nuestra propuesta es de carácter longitudinal, la dinámica rotatoria de las submuestras plantea limitaciones en su alcance. Ejemplo de ello sería la dificultad de generar información sobre las desigualdades de oportunidades o acerca de la movilidad social intergeneracional de las personas. Sin embargo, existen alternativas metodológicas que pueden ser incorporadas en la misma encuesta en forma de módulos complementarios que recolecten datos retrospectivos (Stiglitz et al., 2018b).

Con respecto a la unidad de análisis de la encuesta, consideramos pertinente recolectar datos a nivel individuo para identificar patrones en la toma de decisiones al interior del hogar. La información que se capta actualmente mediante instrumentos de ingreso y gasto no permite identificar aspectos de la dinámica familiar sobre toma de decisiones respecto a la disposición y adquisición de bienes y activos, por ejemplo, por lo que no sabemos si dentro de un mismo hogar existe equidad y, por lo tanto, desconocemos la magnitud de las desigualdades horizontales relacionadas con el bienestar material y no material.

 

Conclusiones

La necesidad de tener mediciones integradas no solo del bienestar económico, sino también del social, plantea retos importantes para las oficinas nacionales de estadística. Por una parte, está el diseño de un instrumento de recolección que sea eficiente en términos de costo-beneficio y que, al mismo tiempo, sea suficiente, y por otra, se encuentra el desafío de la operación e implementación para lograr datos de calidad y que efectivamente reflejen la realidad de los hogares. Los beneficios de lograrlo son incuantificables para la vida pública y el bienestar de la población, ya que aportaría información valiosa para el diseño de las políticas públicas.

Los datos que actualmente se recolectan en México tienen espacios de mejora en diversos sentidos: uno de ellos es el poder vincular información sobre las distintas dimensiones del bienestar; otro, es la posibilidad de hacer inferencias causales acerca de los principales problemas de la población, por ejemplo, educación, salud, seguridad o pobreza.

Dado el contexto y las características actuales del país, el instrumento más confiable para lograrlo es una encuesta; sin embargo, esta debe ser diseñada de tal manera que se tomen en cuenta las experiencias nacionales e internacionales, y que se instauren canales de comunicación con los principales actores y tomadores de decisiones, incluyendo el sector académico.

Nuestra propuesta consiste en generar un instrumento de recolección de información que contenga cuatro grandes apartados: ingreso, consumo o gasto, riqueza y bienestar social. Respecto al primero, tenemos metodologías estandarizadas que las distintas ONE han seguido, incluyendo el INEGI. Sobre la captación del gasto y consumo, existe una mayor heterogeneidad entre los países; si bien en términos conceptuales hay similitudes, operativamente la generación de información en este rubro varía entre las ONE; a partir de analizar el contenido y los apartados de la ENIGH, creemos necesario diseñar una sección de gasto que sea compatible con mediciones de bienestar, cuyos reactivos posibiliten la medición de desigualdades tanto horizontales como verticales. En relación con la riqueza, tampoco existen lineamientos detallados sobre qué y cómo preguntar; sin embargo, experiencias internacionales se han centrado en la medición de flujos y stocks de activos financieros y no financieros, así como de pasivos; un buen referente es el Luxembourg Wealth Study. Por último, proponemos el monitoreo continuo de componentes del bienestar social a través de mediciones escalonadas en submuestras representativas a nivel nacional; para ello, es conveniente considerar la opinión de expertos para determinar el conjunto de temas sociales más relevantes.

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[1] Desarrollada y gestionada por investigadores de la Universidad Iberoamericana y del CIDE en colaboración con la Universidad de Duke en los Estados Unidos de América, http://ennvih-mxfls.org/.

[2] https://bit.ly/3CfJRQ6.

[3] https://bit.ly/2OI7Ot1 y https://bit.ly/3zrW6XJ.

[4] También programa estadístico del INEGI.

[5] https://bit.ly/2StNDQW.

[6] https://bit.ly/2MjW3Ts.

[7] https://bit.ly/3MdTNPL.

Alfonso Miranda Caso Luengo

Autor

De nacionalidad mexicana. Tiene el Doctorado en Economía por la Universidad de Warwick, Reino Unido. Se desempeña como profesor-investigador en el CIDE. Tiene experiencia en el diseño y análisis de encuestas sociales con diseño longitudinal y de corte transversal, así como en el uso de datos administrativos ligados a encuestas para la evaluación de políticas públicas en Reino Unido y México. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con nivel 3. Sus temas de interés se orientan en economía de la salud, laboral y de la educación. Ha publicado en revistas internacionales del más alto prestigio.


Autor


Fernando Marín Marín

Autor

De nacionalidad mexicana. Es licenciado en Políticas Públicas por el CIDE. En el ámbito laboral, se desempeñó como asistente de investigación en esa casa de estudios, el Grupo Técnico Especializado en la Medición del Ingreso y el Bienestar (GTMIB) y el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana (EQUIDE); actualmente, trabaja en el INEGI a cargo del Departamento de Seguimiento a Indicadores ODS Globales.


José Alejandro Ruiz Sánchez

Autor

Mexicano. Cuenta con las maestrías en Economía por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y Teoría Económica por el Instituto Tecnológico Autónomo de Mexico (ITAM). En el ámbito profesional, su trayectoria se ha centrado en la administración pública federal; desde enero del 2016 se incorporó al INEGI como investigador dentro de la Dirección General Adjunta de Investigación. Sus áreas de especialización incluyen métodos de aprendizaje de maquina aplicados a las ciencias sociales, nuevas fuentes de información y econometría aplicada.


Lorenzo Cecilio Fernández

Autor

Mexicano. Es licenciado en Física y Matemáticas por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y cuenta con la Maestría en Estadística Oficial por el Centro de Investigación en Matemáticas, A. C. (CIMAT). Ha participado en diversos proyectos del INEGI, como el diseño y la construcción de sistemas de tratamiento y explotación de la información de los Censos Económicos, el análisis de series de tiempo económicas y la elaboración de análisis de indicadores económicos; en la actualidad, labora en la Dirección General Adjunta de Investigación del INEGI.


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